(Habría que ver a qué le llaman «rápido», si es geológicamente hablando podría tomar miles de años, siglos o décadas?
.
.
El próximo 21 de agosto habrá un eclipse de Sol que podrá ser visto en gran parte del continente americano. Este fenómeno ocurre cuando la Luna pasa entre el Sol y la Tierra, por lo que bloquea total o parcialmente al Sol durante un máximo de tres horas.
La Administración Nacional de la Aeronáutica y del Espacio (NASA, por sus siglas en inglés) dijo que el eclipse tendrá su momento más largo cuando la Luna bloquee por completo al Sol cerca de 2 minutos con 40 segundos.
.
En México, el fenómeno podrá ser visto sólo en un 64% del territorio a través de telescopios y lentes especiales.
–
.
Para ver el eclipse, la UNAM creó un evento en Facebook en el que ofrece verlo de las 11:00 a las 15:00 horas en la explanada de la Facultad de Ingeniería en Ciudad Universitaria. En tanto que el Museo de Historia Natural realizará ese día talleres sobre el uso de telescopios previo a su evento de observación.
.
El Planetario Luis Enrique Erro también tendrá actividades especiales. Del 14 al 20 de agosto se transmitirá una recreación en video del paso del eclipse. Y el día del fenómeno, instalará dos telescopios con filtros para observar este acontecimiento mundial, aunque dijo que si las condiciones no son favorables para apreciarlo, se proyectará la grabación del último eclipse visto en la República Mexicana el 11 de junio de 1991.
.
En Estados Unidos, donde el fenómeno será visible de forma más profunda y cercana -desde Carolina del Sur a Oregón- lo podrán observar más de 300 millones de personas.
.
La NASA realizará una cobertura especial del evento en un programa llamado Eclipse Across America: Through the Eyes of NASA, a través de NASA Television. Dicho programa también estará disponible en internet.
.
El programa de casi 4 horas incluirá imágenes del eclipse, de numerosas naves espaciales, así como de la Estación Espacial Internacional, aviones, globos de gran altitud y observaciones en tierra.
.
.
La NASA insistió en que se evite observar el eclipse de manera directa, y sugirió mirarlo a través de filtros solares como lentes de eclipse o un visor solar portátil.
También pidió evitar usar lentes de sol de uso cotidiano o filtros caseros.
Fuente:
***
CABO CAÑAVERAL, Florida, EE.UU. (AP) — Estados Unidos estará en un lugar privilegiado extraordinario para presenciar el eclipse solar total del 21 de agosto. Será el primer eclipse solar completo en casi un siglo que pueda verse de costa a costa.
El sol, la luna y la tierra se alinearán perfectamente en el cosmos ese lunes, convirtiendo el día en la noche durante unos minutos en una franja que va de Oregon a Carolina del Sur. Nunca un eclipse solar total habrá sido visto, estudiado y disfrutado tan intensamente.
«Vamos a ver este evento con medios sin precedentes», advirtió Alex Young, un físico solar que coordina un programa de educación de la NASA para difusión al público en general.
En todo el país se están organizando celebraciones llamadas “Eclipse Fests”, “StarFests”, “SolarFests” y “SolFests”, especialmente en la franja larga y estrecha donde se verá el eclipse total, es decir, donde la Luna completamente por completo al sol.
Todo tipo de organizaciones están sumándose al evento celeste, desde museos, parques y universidades hasta viñedos, cervecerías y estadios.
«Esta es una oportunidad realmente increíble para que la gente simplemente abra los ojos y se pregunte cosas», dijo Angela Des Jardins, una física de la Universidad Estatal de Montana a cargo de un proyecto de la NASA en el que los estudiantes lanzarán globos a gran altitud y transmitirán videos en vivo del eclipse a lo largo de la ruta.
Los satélites y los telescopios terrestres también apuntarán al Sol así como a la sombra de la Luna mientras cruza una franja de unos 97 a 113 kilómetros (60 a 70 millas) de ancho en tierra. Los astronautas harán lo mismo con las cámaras a bordo de la Estación Espacial Internacional. Los buques y aviones también captarán la acción.
Fuente:
https://es-us.noticias.yahoo.com/eeuu-en-lugar-privilegiado-para-el-eclipse-solar-140450739.html
Para empezar les comparto una foto del reporte de la NOAA sobre la actividad solar para el 1 de Agosto de 2016.
Aunque ciertas publicaciones dicen que algunos astrónomos predicen que pudiera haber una gran tormenta solar el 2 de agosto de 2016, pudiera ser, pero, a no ser que nos engañen, no parece muy factible, puesto que el Sol está tranquilo el día de hoy 1 de agosto de 2016.
Es bueno prevenirnos, pero no dejarnos llevar por el pánico que están originando publicaciones amarillistas.
Las tormentas solares son frecuentes, suceden todo el tiempo, para que nos afecten tienen que suceder varios eventos sincronizados:
En la historia de nuestro planeta seguramente esos tres eventos han confluido, provocando grandes catástrofes, quizá alguno(s) de los “Soles”, que narra la Leyenda de los Cuatro Soles de los aztecas o mexicas, haya(n) sido causado(s) por una gran tormenta solar.
Ver más datos en: https://2012profeciasmayasfindelmundo.wordpress.com/2014/08/04/la-leyenda-de-los-cuatro-soles/
En Natgeo, publicaron hace 4 años el siguiente artículo, que podría aplicarse al presente, salvo que no estamos en un período de máximo solar (ciclo de cada 11 años, en que hay más tormentas solares, eyecciones de masa coronal y ese tipo de eventos solares.
http://www.nationalgeographic.com.es/ciencia/grandes-reportajes/la-amenaza-solar-2_6065
“Previsión de la meteorología espacial para los próximos dos o tres años: tormentas solares, con posibles apagones catastróficos en la Tierra. ¿Estamos preparados?
Foto: Observatorio de Dinámica Solar (SDO) de la NASA
El jueves 1 de septiembre de 1859 Richard Carrington, un fabricante de cerveza de 33 años aficionado a la astronomía, acudió a su observatorio particular cerca de Londres. Abrió la rendija de la cúpula y ajustó su telescopio para proyectar sobre una pantalla una imagen de 28 centímetros del Sol. Estaba dibujando manchas solares sobre un papel dispuesto encima de la pantalla cuando, de pronto, ante sus ojos aparecieron «dos brillantes haces de luz blanca» en medio del enorme grupo de manchas solares que había trazado.
Mientras esto sucedía, la aguja que pendía de un hilo de seda en el magnetómetro del Observatorio Kew de Londres comenzó a bailar frenéticamente. Antes del amanecer del día siguiente, enormes luminiscencias rojas, verdes y púrpuras iluminaban los cielos en latitudes tan meridionales como Hawai y Panamá. Campistas en las Montañas Rocosas, confundiendo la aurora boreal con el alba, empezaron a prepararse el desayuno.
La fulguración que Carrington había observado fue el anticipo de una supertormenta solar, una gigantesca explosión electromagnética que lanzó a toda velocidad hacia la Tierra miles de millones de toneladas de partículas cargadas. Cuando la onda invisible chocó con el campo magnético de nuestro planeta, generó corrientes eléctricas que se expandieron repentinamente a través de las líneas telegráficas. Varias estaciones quedaron fuera de servicio, aunque algunos telegrafistas vieron que podían desconectar las baterías y retomar las operaciones utilizando solo la electricidad geomagnética. «Estamos trabajando únicamente con la corriente de la aurora boreal, ¿cómo recibes lo que he escrito?», telegrafió un operador de Boston a otro de Portland, Maine. «Mucho mejor que con las baterías», le contestó.
Los operadores de los sistemas de comunicaciones y de las redes de trasmisión eléctrica actuales no habrían mantenido esa calma. Nunca se ha vuelto a producir una supertormenta tan intensa como la de 1859, por lo que es difícil calcular qué consecuencias tendría un fenómeno de tal magnitud en el mundo actual, mucho más interconectado que el de entonces. Pero podemos hacernos una idea recordando el apagón de Quebec del 13 de marzo de 1989, cuando una tormenta solar cuya intensidad fue una tercera parte inferior a la que presenció Carrington dejó fuera de servicio, en dos minutos, una red eléctrica que suministraba energía a más de seis millones de clientes. Una tormenta como la de Carrington podría inutilizar más transformadores de los que las compañías eléctricas tienen de reserva, y dejar a millones de usuarios sin luz, agua potable, tratamiento de aguas residuales, calefacción, aire acondicionado, combustible, servicio telefónico o alimentos y medicamentos perecederos durante los meses necesarios para fabricar e instalar otros nuevos. Un informe reciente de la Academia Nacional de Ciencias estadounidense estima que una tormenta así podría causar una destrucción económica equivalente a 20 huracanes Katrina, con un coste de uno a dos billones de dólares solo el primer año y cuya recuperación llevaría una década.
«No podemos predecir qué hará el Sol con una anticipación de más de unos pocos días», se lamenta Karel Schrijver, del Laboratorio Solar y de Astrofísica Lockheed Martin en Palo Alto, California. Este año se espera el comienzo de un período de máxima actividad solar, y los centros de meteorología espacial están contratando más personal y esperando que no ocurra lo peor. «Intentamos comprender los efectos que la actividad solar puede tener en nuestra sociedad y cuál sería el impacto en el peor de los casos –añade–. Una vez identificada una amenaza de esta magnitud, lo correcto es prepararse. No hacerlo podría tener unas consecuencias imperdonables.»
Pocos objetos nos resultan tan familiares como el Sol –siempre está allí, en el cielo, cada día soleado– y sin embargo pocos hay que sean tan extraños. Basta mirar a través de un telescopio solar, y el cotidiano disco amarillo se transforma en un fantástico mundo en movimiento, en el que protuberancias del tamaño de un planeta se elevan en el espacio como medusas brillantes, para enroscarse sobre sí mismas y regresar horas o días más tarde con una danza sinuosa, como atraídas por una fuerza invisible.
El Sol no es sólido, ni líquido, ni gaseoso. Está constituido por plasma, «el cuarto estado de la materia», que se forma cuando los electrones son arrancados de los átomos y quedan libres junto a los protones. Todas esas partículas cargadas convierten el plasma solar en un poderoso conductor de la electricidad. El Sol, además, está plagado de campos magnéticos. La mayoría se encuentran bajo su superficie, pero algunos tubos de flujo magnético (haces de líneas del campo magnético), cuyo grosor puede ser superior al diámetro de la Tierra, emergen a la superficie en forma de manchas solares, marcando el lugar donde el magnetismo es más intenso. Esta actividad magnética crea las sinuosas coreografías que se desarrollan en la atmósfera del Sol y genera el viento solar, que arroja con fuerza al espacio millones de toneladas de plasma a una velocidad de 700 kilómetros por segundo.
Toda esta actividad está causada por la sorprendente e intrincada maquinaria de una estrella común. El núcleo del Sol, una incandescente esfera de plasma a 15 millones de grados centígrados y seis veces más densa que el oro, fusiona cada segundo 700 millones de toneladas de protones y los transforma en núcleos de helio, liberando en el proceso la energía de 10.000 millones de bombas de hidrógeno. El núcleo solar palpita suavemente, expandiéndose cuando la velocidad de fusión aumenta y contrayéndose cuando disminuye. Además de este profundo y lento palpitar se registran otros muchos ritmos, que van desde el ciclo de 11 años que caracteriza a las manchas solares hasta otros que abarcan siglos.
La energía producida por la fusión en el núcleo del Sol es conducida al exterior por fotones de alta energía. La materia es tan increíblemente densa en esta zona radiativa que los fotones tardan más de 100.000 años en llegar a la zona convectiva, y para entonces habrán recorrido el 70 % del camino desde el centro del Sol hacia el exterior. Al cabo de un mes los fotones emergen a la fotosfera, la parte del Sol que vemos desde la Tierra. Una vez allí, tardan apenas ocho minutos en alcanzar la Tierra en forma de luz solar.
Este gigantesco horno termonuclear hace muchísimo ruido. «El Sol suena como una campana, en millones de tonos diferentes», dice Mark Miesch, del Centro Nacional de Investigación Atmosférica, en Boulder, Colorado. Esos tonos generan en la superficie solar unas ondas que los expertos en heliosismología estudian para cartografiar las corrientes presentes en el interior de la zona convectiva. Los sensores heliosísmicos del Observatorio de Dinámica Solar (SDO), satélite de la NASA, han permitido recientemente detectar haces de líneas del campo magnético a una profundidad de 65.000 kilómetros bajo la superficie solar y predecir su emergencia, días más tarde, en forma de manchas solares.
Estos datos proporcionan información crucial acerca de cómo se forman las tormentas solares. El Sol, rodeado de polo a polo por las líneas del campo magnético global, funciona como una gigantesca dinamo. Las líneas de los campos magnéticos locales, entretejidas con el plasma en la zona convectiva, se retuercen, se doblan y emergen a la superficie, formando unos bucles que el plasma caliente y luminoso hace visibles. Cuando estos bucles coronales se entrecruzan, pueden causar las tremendas explosiones de plasma llamadas fulguraciones solares. Estas erupciones, que liberan una energía equivalente a cientos de millones de megatones de TNT, emiten rayos X y gamma al espacio y aceleran partículas cargadas hasta casi la velocidad de la luz.
El conocido como evento de Carrington fue una poderosa fulguración solar que produjo la segunda de un raro caso de dos eyecciones de masa coronal (EMC, gigantesca erupción de plasma caliente lanzado al espacio) consecutivas. La primera EMC tardó probablemente de 40 a 60 horas en llegar a la Tierra, abriendo paso a través del viento solar a la segunda, que nos alcanzó en menos de 17 horas. El efecto combinado del impacto comprimió la magnetosfera terrestre (la región donde el campo magnético del planeta interactúa con el viento solar) reduciendo su altitud normal de 60.000 kilómetros a 7.000 y anulando temporalmente los cinturones de radiación de Van Allen que rodean nuestro planeta. Las partículas cargadas que penetraron en la alta atmósfera generaron intensas auroras sobre gran parte de la Tierra. Hubo gente que pensó que su ciudad se estaba incendiando.
Probablemente una supertormenta del nivel de la fulguración de Carrington solo ocurra una vez cada varios siglos. Pero incluso tormentas de magnitud mucho menor pueden causar un daño considerable, especialmente a medida que los humanos nos hacemos cada vez más dependientes de las tecnologías que utilizan satélites. Las tormentas solares alteran la ionosfera, la capa de la atmósfera terrestre donde se forman las auroras, situada a más de 100 kilómetros de la superficie de la Tierra. Cuando los casi 11.000 vuelos comerciales que atraviesan cada año la región del polo Norte están por encima de los 80 grados de latitud –es decir, fuera del alcance de los satélites de comunicaciones que orbitan sobre el ecuador–, dependen de las señales de radio de onda corta que rebotan en la ionosfera. Cuando la actividad solar altera la ionosfera e interrumpe las comunicaciones de onda corta, los pilotos se ven obligados a cambiar la ruta, lo que puede suponer un coste de unos 80.000 euros por vuelo. La alteración de la ionosfera también afecta a las señales de GPS, ya que provoca errores de posición de hasta 50 metros. Eso significa que la supervisión y cartografía por satélite quedan suspendidas, las plataformas petrolíferas flotantes tienen dificultades para mantener su posición sobre el punto de extracción y los pilotos no pueden fiarse de los sistemas de aterrizaje por GPS.
También la radiación ultravioleta emitida durante las fulguraciones solares puede afectar las órbitas de los satélites, puesto que al calentar la atmósfera, frena su movimiento. La NASA calcula que cuando el Sol emite fulguraciones, la Estación Espacial Internacional desciende más de 300 metros al día. Las tormentas solares podrían también dañar los componentes electrónicos de los satélites de comunicaciones y convertirlos en «zombis», orbitando a la deriva.
A diferencia de los satélites espaciales, la mayor parte de las redes eléctricas no tienen en su estructura protecciones contra la embestida de una poderosa tormenta geomagnética. Dado que los grandes transformadores están en contacto directo con el suelo, estas tormentas pueden inducir corrientes capaces de sobrecalentarlos, incendiarlos o causar su explosión.
Las consecuencias podrían ser catastróficas. Según John Kappenman, de Storm Analysis Consultants, que estudia el impacto de la meteorología espacial sobre las redes eléctricas, una tormenta solar como la de mayo de 1921 podría causar un apagón en la mitad de América del Norte. Una similar a la de 1859 podría destruir la red eléctrica de todo el continente y llevar a millones de personas a vivir como en la era preeléctrica durante semanas o quizá meses. En palabras de Kappenman, «estamos jugando a la ruleta rusa con el Sol».
Al menos no estamos jugando a ciegas. En 1859 había pocos instrumentos para estudiar el Sol. Hoy los científicos realizan una monitorización constante de nuestra estrella mediante una impresionante flota de satélites que pueden tomar imágenes en rayos X y ultravioletas, bloqueados por la atmósfera terrestre. La antigua sonda espacial ACE (Advanced Composition Explorer) monitoriza el viento solar desde una órbita a 1,5 millones de kilómetros de la Tierra en dirección al Sol. El Observatorio Solar y Heliosférico (SOHO) lleva 12 detectores que registran toda clase de datos, desde protones de alta velocidad en el viento solar hasta oscilaciones de baja velocidad. Las sondas STEREO, un par de satélites que orbitan alrededor del Sol, producen imágenes tridimensionales que revelan cómo se forman y proyectan al espacio las eyecciones de masa coronal (EMC). Por su parte, el Observatorio de Dinámica Solar (SDO), en órbita geosincrónica desde febrero de 2010, descarga a diario 1,5 terabytes de datos sobre la atmósfera, las oscilaciones y los campos magnéticos solares.
Pero aún queda un largo camino por recorrer. «La meteorología espacial está como lo estaba la terrestre hace 50 años» dice Douglas Biesecker, del Centro de Predicción Meteorológica Espacial de la NOAA, en Boulder, Colorado. Como el impacto de una tormenta solar depende en parte de cómo se alinee el campo magnético del Sol con el de la Tierra, los científicos no pueden estar seguros sobre su intensidad hasta que alcanza el satélite ACE, lo que a veces ocurre apenas 20 minutos antes de golpear en la Tierra. Por eso están centrándose en pronosticar la intensidad potencial de esas tormentas y el momento probable de su llegada a la Tierra, para así tener tiempo de proteger los sistemas vulnerables.
El pasado octubre la NOAA inauguró un nuevo modelo numérico llamado Enlil –por el dios sumerio de los vientos–, que predice cuándo una EMC impactará en la Tierra con un margen de error de seis horas, lo que duplica la precisión de los anteriores pronósticos. La predicción efectuada por Enlil para la llegada de una tormenta importante el 8 de marzo de este año tuvo una desviación de tan solo 45 minutos. Esa tormenta resultó finalmente poco dañina. Podríamos no tener tanta suerte la próxima vez.
«En este ciclo solar (2012/2013) todavía no nos hemos enfrentado a ningún acontecimiento importante –apunta Biesecker–. Pero ahora sabemos que cuando se produzca uno, estaremos en condiciones de reconocerlo y de prepararnos.»
https://www.spaceweatherlive.com/es/informes/prediccion-3-dias
Uno de mis libros de cabecera es «Mundos en Colisión» de Immanuel Velikovsky, muy bien documentado y basado tanto en la ciencia, como en mitos del fin del mundo de la mayoría de las culturas ancestrales. En ese libro menciona que, como dice la Biblia, un día el Sol se detuvo.
Encontré este video que habla de lo mismo, pero desde el punto de vista científico, supuestamente con datos de la NASA, no puedo asegurar que eso sea exacto, pueden creerlo o no, pero se los comparto, si les interesa el tema, investiguen en otras fuentes.
Más datos en:
video
+
***
Imágenes tomadas de internet.
¿Te gustó este post? Ponme un comentario y/o un “me gusta” eso me alienta a seguir publicando, es la única recompensa que recibo: el agrado de mis lectores; y si piensas que en verdad vale la pena,
¡COMPÁRTELO!
Sígueme en Twitter
© Silvia Eugenia Ruiz Bachiller
Puedes copiar y publicar este artículo, siempre y cuando pongas el enlace a él, no lo uses con fines comerciales, no lo modifiques, no quites el © ni este último párrafo que le sigue, enlaces incluidos.
También visítame en
http://serunserdeluz.wordpress.com/
28 de agosto de 2015: Más del 90 por ciento del hielo de agua dulce de nuestro planeta está unido a las enormes láminas de hielo y a los glaciares de la Antártida y de Groenlandia. A medida que las temperaturas ascienden lentamente en todo el mundo, las aguas de deshielo que provienen de estos vastos depósitos de hielo colaboran para que se produzca un aumento en el nivel del mar. Por sí sola, Groenlandia podría hacer elevar 7 metros (23 pies) el nivel del mar si su hielo se derritiera por completo.
Y… se está derritiendo.
Los investigadores patrocinados por la NASA han descubierto que la cubierta de hielo de Groenlandia se está derritiendo más rápidamente que lo que se pensaba (video en idioma inglés).
En agosto del año 2014, Eric Rignot, un glaciólogo que trabaja en la Universidad de California, Irvine, y en el Laboratorio de Propulsión a Chorro (Jet Propulsion Laboratory o JPL, por su sigla en idioma inglés), de la NASA, dirigió un equipo que confeccionó mapas de acantilados de hielo ubicados en los bordes frontales de tres glaciares “emisarios” en Groenlandia. Los investigadores descubrieron cavidades que socavan la base de estos bordes protuberantes y que pueden desestabilizar el frente del hielo y aumentar los desprendimientos en los icebergs; un proceso llamado “parto”, por el cual partes del glaciar se rompen y flotan a la deriva.
“En Groenlandia, tenemos tasas de deshielo de unos pocos metros por día en los meses de verano”, dice Rignot.
¿Qué está causando este “gran deshielo”?
El equipo de Rignot descubrió que los glaciares de Groenlandia que se dirigen al océano tienen bases más profundas debajo del nivel del mar que lo que se había medido anteriormente. Esto significa que las corrientes oceánicas cálidas en las profundidades pueden cubrir las caras de los glaciares y erosionarlos.
“En las regiones polares, las capas más altas del agua del océano son frías y dulces”, explica. “El agua fría es menos efectiva para derretir el hielo”.
“El calor oceánico real se encuentra a una profundidad de 350-400 metros, y más abajo también. Esta agua cálida, salada, tiene origen subtropical y derrite el hielo mucho más rápidamente”.
El equipo de investigadores de Rignot está aportando información clave que resulta necesaria para documentar este efecto y predecir con precisión dónde y cuán rápidamente se notará en los glaciares. Día y noche, el equipo reunió y analizó mediciones relacionadas con la profundidad, la salinidad y la temperatura de las aguas de los canales y su intersección con el borde costero de la capa de hielo de Groenlandia.
Ellos descubrieron que algunos de los glaciares se balancean sobre enormes umbrales de barro que los protegen, por ahora. Pero otros glaciares están siendo seriamente socavados, sin que podamos verlos, debajo de la superficie, lo que significa que podrían colapsar y derretirse mucho más pronto.
No es fácil reunir estos datos. Por encima de las aguas turbulentas, del viento, de la lluvia y del clima frío, está el hielo mismo.
“Vinimos a estudiar glaciares que descargan en los fiordos. Y los fiordos están repletos de hielo. En algunos sitios, puede llegar a haber tanto hielo que el bote ni siquiera puede avanzar”.
Pero el hielo presenta una fascinación peculiar para Rignot. “Siempre me han interesado las regiones polares”, afirma. “Mis amigos quisieron viajar por el Caribe pero yo preferí hacerlo aquí, en estas aguas. No sé por qué. Simplemente me gustan estas regiones”.
¿Qué será lo próximo?
“OMG”, responde Rignot. Y no está usando el lenguaje de mensajes de texto.
OMG quiere decir Ocean Melting Greenland, el nombre de un nuevo proyecto de cinco años de duración patrocinado por la NASA que llevará aún más lejos su investigación, hasta las cuatro esquinas de Groenlandia, en barco y en avión.
“Esperamos que los datos recolectados sean un punto de inflexión para el estudio de la interacción entre el hielo y el océano en Groenlandia”, dice Rignot. “Ayudará a quienes confeccionan los modelos para hacer mejores proyecciones del derretimiento de la capa de hielo de Groenlandia en el futuro”.
Los resultados que obtuvo Rignot han sido aceptados para su publicación en la revista Geophysical Research Letters y ahora se encuentran disponibles en línea.
Fuente:
Las previsiones del grupo de expertos de la ONU sobre las consecuencias del cambio climático se quedan cortas, según un estudio en el que han participado 16 expertos, entre ellos James Hansen, físico y climatólogo que trabajó para la NASA durante años y actualmente estudia el cambio climático.
Las conclusiones de la investigación, según publica Slate.com, indican que los glaciares deGroenlandia y la Antártida se derriten diez veces más rápido que las estimaciones de los documentos de consenso que se han conocido hasta el momento. Esta situación, subrayan, provocaría que en los próximos años el nivel del mar aumentase más de tres metros debido al deshielo.
Para Hansen, este escenario haría que, por ejemplo, Nueva York “y todas las demás ciudades de la costa sólo tendrían unas pocas décadas de habitabilidad por delante”. Por este motivo, pide una “cooperación de emergencia por parte de todos los países”.
“Los trastornos sociales y las consecuencias económicas de esta subida del nivel de mar pueden ser devastadoras. No es difícil imaginar que los conflictos derivados de las migraciones forzadas y el colapso económico que podrían hacer ingobernable el planeta”, explican en el estudio.
Hasta el momento, el grupo de expertos de la ONU prevé un aumento de un metro del nivel de mar antes de finales de siglo. Algo que tendría graves consecuencias y que, si las previsiones de Hansen fuesen realidad, se multiplicaría por tres en las próximas cinco décadas.
Fuentes: Slate :
http://diarioecologia.com/el-deshielo-en-los-polos-es-diez-veces-mayor-al-previsto-por-la-onu/
La mosca de la fruta también llamada mosca del vinagre, Drosophila melanogaster (literalmente «amante del rocío de vientre negro»), recibe su nombre debido a que se alimenta de frutas en proceso de fermentación tales como plátanos, manzanas, uvas, etc.
Esta especie frecuentemente es utilizada en experimentación genética, porque posee un reducido número de cromosomas (4 pares), breve ciclo de vida (15-21 días) y aproximadamente el 61% de los genes de enfermedades humanas que se conocen tienen una contrapartida identificable en el genoma de las moscas de la fruta y el 50% de las secuencias proteínicas de la mosca tiene análogos en los mamíferos.
Estas moscas fácilmente pueden reemplazar a los humanos para propósitos de investigación, como se reproducen rápidamente, se pueden estudiar muchas generaciones en un corto espacio de tiempo, y ya se conoce el mapa completo de su genoma.
Fue adoptada como animal de experimentación genética por Thomas Morgan a principios del siglo XX.
Alberga alrededor de 13.600 genes. Sus 165 Mb de genoma (1 Mb = 1 millón de pares de bases) fueron publicados en marzo de 2000 gracias al consorcio público y la compañía Celera Genomics.
29 de julio de 2014: Las moscas de la fruta tienen ojos saltones y son alargadas y delgadas, les encantan las bananas en mal estado y, siguiendo órdenes de sus cerebros del tamaño de un alfiler, pueden poner cientos de huevos por día.
Tenemos mucho en común.
Desde el punto de vista genético, las personas y las moscas de la fruta son sorprendentemente parecidas, explica la bióloga Sharmila Bhattacharya, del Centro de Investigaciones Ames (Ames Research Center, en idioma inglés), de la NASA. “Alrededor del 77% de los genes que ocasionan las enfermedades humanas tienen una contraparte reconocible en el código genético de las moscas de la fruta, y el 50% de las secuencias de proteínas de la mosca tienen análogos en los mamíferos.
Es por ello que las moscas de la fruta, conocidas entre los científicos como Drosophila melanogaster, son algo común y corriente en los laboratorios de investigaciones genéticas. Pueden ser buenos sustitutos de las personas. Se reproducen rápidamente, de manera que se pueden estudiar muchas generaciones en poco tiempo, y su genoma ha sido mapeado por completo. La Drosophila se usa como modelo genético de diversas enfermedades humanas, incluyendo la enfermedad de Parkinson y la enfermedad de Huntington (o corea de Huntington).
Ellas están a punto de convertirse en modelos genéticos para los astronautas. “Estamos enviando moscas de la fruta a la Estación Espacial Internacional”, dice Bhattacharya. “Orbitarán la Tierra junto con los astronautas, ayudándonos a explorar los efectos que tienen los viajes espaciales a largo plazo sobre los seres humanos”.
Las moscas vivirán en un hábitat desarrollado en el centro Ames, llamado “Laboratorio de la Mosca de la Fruta” (Fruit Fly Lab, en idioma inglés). En su interior, llevarán la apurada vida de las moscas de la fruta: vivirán, morirán, se reproducirán y experimentarán la misma radiación espacial y la misma gravedad que sus contrapartes humanos. Las cámaras registrarán el comportamiento y la apariencia de estos astronautas en miniatura; y, a ciertos intervalos, algunas de estas moscas serán congeladas y enviadas de nuevo a la Tierra para su análisis.
Esta investigación fue recomendada por el mismo Consejo Nacional de Investigaciones (National Research Council, en idioma inglés). En una reciente Encuesta Decadal, el consejo destacó que “los sistemas de modelos ofrecen conocimiento cada vez más valioso sobre la biología básica”. Asimismo, ellos solicitaron “un esfuerzo organizado para identificar cambios comunes en la expresión de los genes entre los sistemas modelo clave en el espacio”.
“El Laboratorio de la Mosca de la Fruta nos permitirá investigar una variedad de preguntas, como el efecto de los vuelos espaciales sobre el envejecimiento, la salud cardiovascular, el sueño, el estrés y mucho más”, señala la investigadora.
El interés personal de Bhattacharya es el sistema inmunitario. Hace mucho tiempo que se conoce que la capacidad de los astronautas para resistir a las enfermedades se ve debilitada en el espacio. Y resulta que lo mismo sucede con las moscas de la fruta. “Enviamos lasDrosophila a la órbita de la Tierra a bordo del trasbordador espacial Discovery (Descubrimiento, en idioma español), en el año 2006, y todas experimentaron un deterioro en la función inmunitaria”, dice Bhattacharya.
El vuelo del trasbordador fue relativamente breve, duró solo 13 días, pero los astronautas que viajen a Marte y a otros lugares distantes estarán mucho más tiempo en el espacio. El hábitat de la mosca de la fruta instalado permanentemente en la EEI (Estación Espacial Internacional) permite a los investigadores realizar estudios que están directamente relacionados con los vuelos espaciales de larga duración.
Los estudios vinculados con el sistema inmunitario de los astronautas humanos pueden ser engañosos porque cada astronauta tiene su propio código genético idiosincrásico. “Lo que resulta interesante de las moscas que enviamos es que son todas genéticamente idénticas”, destaca Bhattacharya. “Podemos hacer una ciencia mucho mejor con esa población”.
Las moscas que viajen a bordo de la estación espacial también tendrán su propio “desfile de carnaval”. Una centrífuga de 1g someterá a las Drosophila al equivalente a la gravedad de la Tierra, lo que por primera vez permitirá a los investigadores desentrañar cuáles son las influencias que ejercen la radiación y la gravedad. “Esto es investigación de vanguardia”, señala la científica, claramente entusiasmada con este nuevo dispositivo.
El lanzamiento del Laboratorio de la Mosca de la Fruta está programado para fines del verano (boreal) de 2014, a bordo de un cohete Space-X.
Quizás deberían empacar también algunas bananas. En mal estado, si no es mucha molestia.
Fuentes:
http://ciencia.nasa.gov/ciencias-especiales/08jul_fruitflies/
http://es.wikipedia.org/wiki/Drosophila_melanogaster
***
Imágenes tomadas de internet o de los enlaces relacionados
¿Te gustó este post? Ponme un comentario y/o un “me gusta” eso me alienta a seguir publicando, es la única recompensa que recibo: el agrado de mis lectores; y si piensas que en verdad vale la pena,
¡COMPÁRTELO!
Sígueme en Twitter
© Silvia Eugenia Ruiz Bachiller
Puedes copiar y publicar este artículo, siempre y cuando no lo uses con fines comerciales, no lo modifiques, no quites el © ni este último párrafo que le sigue, enlaces incluidos.
También visítame en
http://serunserdeluz.wordpress.com/
23 de julio de 2014: Si un asteroide lo suficientemente grande como para afectar a la civilización moderna y llevarla de nuevo al siglo XVIII apareciera desde el espacio profundo y pasara zumbando por el sistema Tierra-Luna, este paso cercano abarcaría instantáneamente todos los titulares de los periódicos del mundo.
Hace dos años, la Tierra estuvo muy cerca de experimentar algo tan peligroso como eso, pero la mayoría de los periódicos no lo mencionaron. El objeto de impacto fue una tormenta solar extrema, la más poderosa registrada en más de 150 años. “Si nos hubiera golpeado, todavía estaríamos recogiendo los pedazos”, dice Daniel Baker, de la Universidad de Colorado.
.
En un video de ScienceCast se relata el paso cercano de una súper tormenta solar que tuvo lugar en julio de 2012. Reproducir el video, en idioma inglés.
.
.
Baker, junto con colegas de la NASA y de algunas universidades, publicó un estudio trascendental sobre la tormenta en la edición de diciembre de 2013 de la revista Space Weather (Clima Espacial, en idioma español). Su trabajo, denominado “El Principal Evento de Erupción Solar en julio de 2012” (The Major Solar Eruptive Event in July 2012, en idioma inglés), describe cómo una poderosa eyección de masa coronal (EMC, por su sigla en idioma español, y coronal mass ejection o CME, por su sigla en idioma inglés) desgarró la órbita de la Tierra el 23 de julio de 2012.
.
Por suerte, la Tierra no estaba allí. En cambio, la nube de la tormenta sacudió a la nave espacial STEREO-A. “He dejado nuestros estudios recientes más convencido que nunca de que la Tierra y sus habitantes fuimos increíblemente afortunados de que la erupción que tuvo lugar en el año 2012 haya ocurrido en ese preciso momento”, señala Baker. “Si la erupción se hubiera producido apenas una semana antes, la Tierra hubiera estado en la línea de fuego”.
.
Las tormentas solares extremas representan una amenaza para todas las formas de alta tecnología. Comienzan con una explosión (una “llamarada solar”) en el “toldo” magnético de una mancha solar. Los rayos X y la radiación UV extrema alcanzan la Tierra a la velocidad de la luz, ionizando así las capas superiores de nuestra atmósfera; los efectos colaterales de este “PEM solar” incluyen apagones de radios y errores de navegación de los GPS (Global Positioning System, en idioma inglés, o Sistema de Posicionamiento Global, en idioma español).
.
Algunos minutos hasta algunas horas más tarde, llegan las partículas energéticas. Moviéndose apenas más lentamente que la luz misma, los electrones y los protones acelerados por la explosión pueden electrificar satélites y dañar sus sistemas electrónicos. Luego llegan las EMC, nubes de plasma magnetizado que pesan mil millones de toneladas, a las cuales les toma un día o más cruzar la frontera entre el Sol y la Tierra.
.
Los analistas creen que un ataque directo de una EMC extrema como la que pasó cerca de la Tierra en julio de 2012 podría causar apagones de energía en todo el mundo, inhabilitando así todo lo que se conecta a los enchufes de pared. La mayoría de las personas ni siquiera podrían hacer correr el agua de los sanitarios porque el suministro de agua urbano depende principalmente de bombas eléctricas. Antes de julio de 2012, cuando los investigadores hablaban de tormentas solares extremas, su punto de referencia era el icónico Evento Carrington, el cual tuvo lugar en septiembre del año 1859 y que recibe su nombre por el astrónomo inglés Richard Carrington, quien verdaderamente vio la inspiradora llamarada con sus propios ojos. Durante los días posteriores a su observación, una serie de poderosas EMCs golpearon a la Tierra de manera directa con una potencia que no se había sentido antes, ni desde entonces.
.
Intensas tormentas geomagnéticas dieron inicio a auroras boreales tan al sur como Cuba y produjeron chispas en las líneas telegráficas globales, lo que ocasionó incendios en las oficinas telegráficas y, en consecuencia, inhabilitó la “Internet victoriana”. Un informe realizado por la Academia Nacional de las Ciencias (National Academy of Sciences, en idioma inglés) detalla las consecuencias de las tormentas solares extremas. Más información
.
En la actualidad, una tormenta similar podría tener efectos catastróficos. Según un estudio llevado a cabo por la Academia Nacional de las Ciencias (National Academy of Sciences, en idioma inglés), el impacto económico total podría exceder los 2 billones de dólares ó lo que equivale a 20 veces más que lo que costó el huracán Katrina.
.
Podría llevar años reparar los transformadores de muchas toneladas dañados por una tormenta como esa. “En mi opinión, la tormenta que tuvo lugar en julio de 2012 fue en todo sentido al menos tan fuerte como el Evento Carrington de 1859”, dice Baker. “La única diferencia es que no nos azotó; pasó cerca”.
.
En febrero de 2014, el físico Pete Riley, de la compañía Predictive Science Inc., publicó un artículo en la revista Space Weather titulado: “Sobre la probabilidad de que ocurran eventos extremos del clima espacial”. En él, analizó registros de tormentas solares que ocurrieron hace más de 50 años. Al extrapolar la frecuencia de las tormentas comunes a las extremas, Riley calculó las probabilidades de que una tormenta de clase Carrington golpee la Tierra en los próximos diez años. La respuesta es: 12%. “Inicialmente, me sorprendió bastante que las probabilidades fueran tan altas, pero las estadísticas parecen ser correctas”, afirma Riley. “Es una cifra que da qué pensar”. En su estudio, Riley observó cuidadosamente un parámetro llamado Dst, la abreviatura de “disturbance – storm time”, o “tiempo alteración – tormenta”, en idioma español.
.
Este es un número que se calcula a partir de las lecturas de un magnetómetro ubicado alrededor del ecuador. Esencialmente, mide cuán fuerte se sacude el campo magnético de la Tierra cuando lo golpea una EMC. Cuanto más negativo se torna el Dst, peor es la tormenta. Las tormentas geomagnéticas comunes, que producen auroras boreales alrededor del Círculo Ártico, pero que sin embargo no ocasionan daño alguno, registran un Dst = -50 nT (nanoTesla).
.
La peor tormenta geomagnética de la Era Espacial, que dejó sin energía eléctrica a Québec en marzo de 1989, registró un Dst = -600 nT. Los cálculos modernos del Dst para el Evento Carrington varían su rango desde -800 nT a un impactante -1750 nT.
En su artículo de diciembre de 2013, Baker y sus colaboradores calcularon el Dst para la tormenta que tuvo lugar en julio de 2012. “Si esa EMC hubiera golpeado a la Tierra, la tormenta geomagnética que hubiera provocado hubiera registrado un Dst de -1200, comparable con el Evento Carrington y dos veces más perjudicial que el apagón de marzo de 1989 que tuvo lugar en Québec”.
.
La razón por la cual los investigadores saben tanto sobre la tormenta que se produjo en julio de 2012 es porque, de todas las naves espaciales del sistema solar que ella podría haber golpeado, esta tormenta azotó un observatorio solar. STEREO-A está equipada casi idealmente para medir los parámetros de un evento como ese. “Los interesantes datos que se obtuvieron por medio de la nave STEREO excedieron, por mucho, las relativamente magras observaciones que pudo realizar Carrington en el siglo XIX”, destaca Riley. “Gracias a STEREO-A sabemos mucho sobre la estructura magnética de la EMC, así como sobre la clase de ondas de choque y las partículas energéticas que produjo y, quizás lo más importante de todo, la cantidad de EMCs que la precedieron”.
Resulta que la región activa que es responsable de producir la tormenta de julio de 2012 no lanzó solamente una EMC hacia el espacio, sino muchas. Algunas de estas “allanaron el camino” para la súper tormenta. Un trabajo que llevaron a cabo la física espacial de la Universidad de California en Berkeley, Janet G. Luhmann, y un ex postdoctorado, Ying D. Liu, y que fue publicado en la edición de marzo de 2014 de Nature Communications, describe los procesos: La EMC del 23 de julio fue en verdad dos EMCs separadas por solamente 10 a 15 minutos.
.
Esta EMC doble viajó a través de una región del espacio que había sido “limpiada” por otra EMC cuatro días antes. Como resultado, las nubes de tormenta no fueron desaceleradas tanto como es usual por su tránsito a través del medio interplanetario. “Es probable que el Evento Carrington también haya estado asociado con múltiples erupciones y esto puede resultar ser un requisito clave para los eventos extremos”, destaca Riley. “De hecho, parece que los eventos extremos pueden necesitar una combinación ideal de una cantidad de características clave para producir la ‘tormenta solar perfecta’”. “Los condicionamientos previos por parte de múltiples EMCs parecen ser muy importantes”, agrega Baker.
.
Una pregunta común sobre este evento es: ¿Cómo sobrevivió la sonda STEREO-A? Después de todo, se supone que las tormentas de clase Carrington son mortalmente peligrosas para las naves espaciales y los satélites. Sin embargo, STEREO-A no solamente capeó la tormenta sino que también continuó tomando datos de alta calidad en medio de ella. “Las naves espaciales como las gemelas STEREO y el Observatorio Solar y Heliosférico (Solar and Heliospheric Observatory, en idioma inglés), que forman parte de una misión conjunta entre la Agencia Espacial Europea, o ESA, por su acrónimo en idioma inglés, y la NASA, fueron diseñadas para operar en el medio ambiente que se encuentra fuera de la magnetosfera de la Tierra, y eso implica incluso impactos bastante intensos relacionados con las EMC”, señala Joe Gurman, el científico del proyecto STEREO, en el Centro Goddard para Vuelos Espaciales (Goddard Space Flight Center, en idioma inglés). “Hasta donde sé, nada grave ocurrió con las naves espaciales”.
.
La historia podría haber sido diferente, dice, si STEREO-A estuviera orbitando la Tierra en vez de estar viajando a través del espacio interplanetario. “En el interior de la magnetosfera de la Tierra, un evento de EMC puede generar fuertes corrientes eléctricas”, explica. “Afuera, en el espacio interplanetario, sin embargo, el campo magnético del ambiente es mucho más débil y entonces esas peligrosas corrientes se pierden”. En resumen, la sonda STEREO-A estaba en un buen lugar para capear la tormenta. “Sin la clase de cobertura que ofrece la misión STEREO, nosotros como sociedad podríamos haber sido dichosamente ignorantes de esta notable tormenta solar”, destaca Baker. “¿Cuántas otras de esta escala han pasado cerca de la Tierra y han escapado del alcance de nuestros sistemas de detección espacial? Esta es una pregunta apremiante que necesita respuestas”.
.
Si el trabajo de Riley sigue siendo válido, hay una probabilidad del 12% de que aprendamos mucho más sobre las tormentas solares extremas en los próximos 10 años; cuando una de ellas verdaderamente azote a la Tierra. Baker dice: “Tenemos que estar preparados”.
FUENTE: http://ciencia.nasa.gov/ciencias-especiales/23jul_superstorm/
Aquí la pregunta sería: ¿por qué no se le informó al público de esta tormenta solar? ¿para evitar pánico innecesario, ya que no nos alcanzó?… quizás y tal vez fue bueno. ¿Por esa misma razón no nos informan de otros eventos? Puede ser, pero ¿será bueno? Yo no lo sé, tú ¿qué opinas?
Imágenes tomadas de internet o de los enlaces relacionados
¿Te gustó este post? Ponme un comentario y/o un “me gusta” eso me alienta a seguir publicando, es la única recompensa que recibo: el agrado de mis lectores; y si piensas que en verdad vale la pena,
¡COMPÁRTELO!
Sígueme en Twitter
También visítame en http://serunserdeluz.wordpress.com/ https://2012profeciasmayasfindelmundo.wordpress.com/about/
El lanzamiento del Observatorio Orbital 2 del Carbono, de la NASA, el cual estaba planeado originalmente para el 1 de julio, se postergó 24 horas debido a un problema técnico en el sitio del lanzamiento. El cohete Delta II ahora está listo para despegar desde la Base Vandenberg de la Fuerza Aérea, en California, el 2 de julio a las 02:56:44, hora diurna del Pacífico.
24 de junio de 2014: En el diccionario del cambio climático, hay una palabra que aparece con más frecuencia que cualquier otra: “carbono”. Bonos de carbono, emisiones de carbono, captura de carbono… Estos términos están en boca de todos.
Según el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (Intergovernmental Panel on Climate Change, en idioma inglés), el CO2 es la causa más importante del calentamiento global. A aproximadamente 400 partes por millón, el dióxido de carbono atmosférico está ahora en su nivel más alto en, al menos, los últimos 800.000 años. En la actualidad, la quema de combustibles fósiles y otras actividades que llevan a cabo los seres humanos están agregando casi 40 mil millones de toneladas de dióxido de carbono a la atmósfera por año, lo que produce una acumulación que no registra precedentes.
La NASA está a punto de lanzar una nave especial destinada a realizar un seguimiento de este gas de efecto invernadero. El Observatorio Orbital 2 del Carbono (Orbiting Carbon Observatory-2 u OCO-2, en idioma inglés) está realizando los últimos preparativos ya que será lanzado el 1 de julio desde la Base Vandenberg de la Fuerza Aérea (Vandenberg Air Force Base, en idioma inglés), ubicada en California.
También conocido como “OCO-2”, el satélite que orbitará el polo proporcionará una imagen global de las fuentes humanas y naturales de dióxido de carbono. Asimismo, los datos que aporte OCO-2 serán usados para cuantificar los “sumideros” de dióxido de carbono; es decir, los lugares en los océanos y en el terreno firme por los que naturalmente sale el dióxido de carbono de la atmósfera de la Tierra, el que luego se almacena.
“Saber qué partes de la Tierra están ayudando a quitar carbono de nuestra atmósfera nos ayudará a entender si pueden continuar haciéndolo en el futuro”, dice Michael Gunson, quien es un científico del proyecto OCO-2 en el Laboratorio de Propulsión a Chorro (Jet Propulsion Laboratory o JPL, por su sigla en idioma inglés), de la NASA.
A pesar de que la misión se denomina OCO dos, es, en verdad, la primera nave espacial de la NASA dedicada a medir los niveles de dióxido de carbono en la atmósfera. La nave especial OCO original, lanzada desde Vandenberg hace más de cinco años, nunca llegó a órbita debido a una anomalía de separación que experimentó el vehículo de lanzamiento. OCO-2 es entonces el segundo intento de la NASA.
Y llega justo a tiempo. Los gases de efecto invernadero, como el CO2, atrapan el calor del Sol dentro de la atmósfera de la Tierra. Al mantener temperaturas habitables, el efecto invernadero es esencial para la vida en la Tierra. Sin embargo, los crecientes niveles de CO2 pueden haberle dado a nuestro planeta un exceso de algo que en sí mismo es bueno.
La mayoría de los científicos están de acuerdo en que el aumento del dióxido de carbono provocado por las actividades que realizan los seres humanos, particularmente la quema de combustible fósil y la deforestación, ha desequilibrado el ciclo natural del carbono de la Tierra. Las temperaturas globales de la superficie están aumentando y cambiando el clima de nuestro planeta.
En la actualidad, menos de la mitad de la emisión de dióxido de carbono que emana hacia la atmósfera de la Tierra, ocasionada por las actividades humanas, permanece allí. Los océanos de la Tierra absorben parte del CO2 extra. Los sumideros naturales del terreno toman el resto, pero todavía no es posible comprender cabalmente las cantidades de CO2 que se absorben en varios lugares de la superficie de la Tierra. Los científicos que trabajan en OCO-2 esperan detectar estos sumideros.
“La cuantificación de estos sumideros nos ayudará a predecir la rapidez con la que se acumulará el CO2 en el futuro”, agrega Gunson. “Los datos aportados por esta misión mejorarán la exactitud de las predicciones relacionadas con el cambio climático global”.
La nave OCO-2 detecta el dióxido de carbono usando tres espectrómetros ubicados a bordo. Estos dispositivos funcionan dispersando la luz del Sol en los colores que la constituyen. El CO2 se revela absorbiendo ciertos colores cuando la luz del Sol atraviesa la atmósfera. De esta manera, la nueva nave espacial aumentará drásticamente la cantidad de observaciones del dióxido de carbono y recolectará cientos de miles de mediciones por día cuando el satélite vuele por encima del hemisferio iluminado de la Tierra.
Las mediciones que lleve a cabo OCO-2 se combinarán con datos proporcionados por estaciones ubicadas en tierra, así como por aviones y otros satélites, para ayudar a responder preguntas clave sobre el dióxido de carbono y el cambio climático.
Michael Freilich, quien es el director de la División de Ciencias de la Tierra (Earth Science Division, en idioma inglés), de la NASA, lo resume así: “Con la misión OCO-2, la NASA realizará una nueva e importante contribución al desafío científico de entender mejor a nuestra Tierra y su futuro”.
FUENTE:
21 de mayo de 2014: Cada diez días, el satélite Jason-2, de la NASA y de la Agencia Espacial Francesa, confecciona mapas de todos los océanos del mundo, monitorizando los cambios en la altura de la superficie de los mares, una medida del calor en las capas superiores del agua. Como más del 70 por ciento de nuestro planeta está compuesto por agua de los océanos, esta información es crucial para los pronósticos globales de las condiciones del tiempo y del clima.
Recientemente, el satélite Jason-2 observó que algo se está originando en el Pacífico; y se parece mucho a lo que sucedió en el año 1997.
“Se ha formado un patrón de alturas de la superficie del mar y las temperaturas que me hace recordar la manera en la cual se veía el Pacífico en la primavera (boreal) de 1997”, dice Bill Patzert, un climatólogo del Laboratorio de Propulsión a Chorro (Jet Propulsion Laboratory, o JPL, por su sigla en idioma inglés), de la NASA. “Eso luego resultó ser el precursor de una gran corriente de El Niño”.
“Todavía no podemos decir con seguridad que El Niño se desarrollará en 2014, o cuán grande será”, advierte Mike McPhaden, de los Laboratorios de Investigaciones Ambientales del Pacífico (Pacific Environmental Research Laboratories, en idioma inglés), de la NOAA (National Oceanic and Atmospheric Administration, en idioma inglés, o Administración Nacional Oceánica y Atmosférica, en idioma español), enSeattle, “pero los datos que aportó el satélite Jason-2 respaldan la Vigilancia de El Niño emitida el mes último por la NOAA”.
Lo que el satélite Jason-2 ha estado observando es una serie de “olas Kelvin”; es decir, masivas olas al nivel del mar que viajan a través del Pacífico, desde Australia hasta América del Sur. Los pronosticadores están prestando mucha atención puesto que estas olas podrían anticipar la llegada de El Niño.
Los dos fenómenos, las olas Kelvin y El Niño, están relacionados por el viento. Los vientos alisios del Pacífico soplan de Este a Oeste, empujando de este modo las aguas superficiales (cálidas gracias al Sol) hacia Indonesia. Como resultado, el nivel del mar cerca de Indonesia normalmente es 45 centímetros más elevado que lo que es cerca de Ecuador. Los investigadores llaman a esa área el “estanque cálido”; es la reserva de agua cálida más grande de nuestro planeta.
En ciertas ocasiones, sin embargo, los vientos alisios se debilitan durante algunos días o semanas y algunas de esas olas vuelven hacia América. “Eso es una ola Kelvin”, señala McPhaden. “No es inusual ver un par de ellas todos los inviernos”.
El Niño se produce cuando los vientos alisios se debilitan no solamente durante algunos días, sino durante muchos meses. Entonces, las olas Kelvin atraviesan el Pacífico como en una caravana, elevando así el nivel del mar y dejando detrás aguas ecuatoriales más cálidas.
“El Niño de los años 1997/98 fue un ejemplo que parece sacado de un libro de texto”, recuerda Patzert. “En esa época, estábamos obteniendo datos de TOPEX/Poseidon, que fue un predecesor de Jason-2. Los mapas de la superficie del mar mostraron una protuberancia blancuzca que indicaba un nivel del mar aproximadamente 10 centímetros más elevado que lo usual, y que se desplazaba a lo largo del ecuador desde Australia hasta América del Sur”.
“El mismo patrón se está repitiendo en 2014”, señala McPhaden. “Hay una serie de olas Kelvin, generadas por ráfagas de viento del Oeste, localizadas en el Pacífico occidental, que se originaron a mediados de enero de 2014, las cuales se dirigen hacia el Este. Crece la agitación porque a mediados de abril se produjo un tercer debilitamiento de los vientos alisios del Pacífico”.
Los científicos de la NOAA y de la NASA que se dedican a estudiar los océanos y la atmósfera están monitorizando con mucho cuidado los vientos alisios del Pacífico. El punto de inflexión para declarar a El Niño como un evento significativo será un colapso más grande y prolongado en los vientos alisios del Pacífico, lo que posiblemente marque un cambio en las condiciones del tiempo en todo nuestro planeta.
“Dentro de los próximos dos a tres meses, se verá con más claridad si lo que se ha desarrollado recientemente es la señal de una gran corriente de El Niño; o si se trata efectivamente de El Niño”, dice McPhaden.
“Jason-2 es un maravilloso contador de olas Kelvin”, agrega Patzert, “y nos lo dirá”.
Fuente:
http://ciencia.nasa.gov/ciencias-especiales/19may_elnino/
***
Por lo que estamos viviendo en México (lluvias torrenciales, tormentas e inundaciones en casi todo el país) desde mayo de 2014, parece una terrible realidad que El Niño se acerca.
http://www.24-horas.mx/se-registra-fuerte-lluvia-con-tormenta-electrica-en-el-df/
***
¡COMPÁRTELO!
Sígueme en Twitter
También visítame en:
http://serunserdeluz.wordpress.com/
https://2012profeciasmayasfindelmundo.wordpress.com/about/
http://aquevineadondevoy.wordpress.com/
12 de mayo de 2014: A través de los años, a medida que las temperaturas en todo el mundo han aumentado, quienes investigan el cambio climático han estado muy atentos a un lugar quizás más que a cualquier otro sitio: la capa de hielo del oeste de la Antártida, y particularmente la parte de ella que se derrite más rápidamente, los glaciares que se desplazan hacia el Mar de Amundsen.
En esa región, hay seis glaciares que están suspendidos gracias a un precario equilibrio; se encuentran parcialmente sostenidos por tierra y flotan parcialmente en las aguas fuera de la costa. En la capa de hielo hay suficiente agua congelada, que alimenta a estos gigantes helados, como para aumentar los niveles mundiales de los mares en casi 1,22 metro (4 pies), si se derritieran. Eso es inquietante porque los glaciares se están derritiendo. Es más, por medio de un nuevo estudio, se descubrió que la contracción parece ser imparable.
“Hemos pasado el punto desde el cual no hay retorno”, dice Eric Rignot, un glaciólogo que trabaja en conjunto con el Laboratorio de Propulsión a Chorro (Jet Propulsion Laboratory, o JPL, por su sigla en idioma inglés), de la NASA, y la Universidad de California, Irvine. Rignot y sus colegas han utilizado datos proporcionados por radares satelitales durante 19 años con el fin de confeccionar mapas de los glaciares que se están derritiendo rápidamente. En su artículo, que ha sido aceptado para su publicación en la revista Geophysical Research Letters, los investigadores arriban a la conclusión de que “este sector del oeste de la Antártida está experimentando una inestabilidad en la capa de hielo marino que contribuirá significativamente a aumentar el nivel del mar” en los próximos siglos.
Un concepto clave que figura en el estudio llevado a cabo por Rignot es la “línea de asentamiento” (es decir, la línea divisoria entre la base del glaciar y el agua, que se encuentra ubicada por debajo de un glaciar). Como prácticamente todo el derretimiento se produce en el lugar donde las partes inferiores de los glaciares tocan el océano, para estimar la velocidad de dicho derretimiento es vital localizar la línea de asentamiento.
El problema es que las líneas de asentamiento están enterradas debajo de miles de metros de hielo glaciar. “Para el observador humano es todo un desafío descubrir dónde están”, explica Rignot. “No hay nada obvio que resalte en la superficie como para poder decir: ‘Aquí es donde el glaciar sale a flote’”.
Para hallar las líneas de asentamiento escondidas, ellos examinaron las imágenes de radar de los glaciares tomadas por los satélites de Observación Remota de la Tierra (Earth Remote Sensing satellites, en idioma inglés), de la Agencia Espacial Europea (European Space Agency, en idioma inglés), desde 1992 hasta 2011. Los glaciares se flexionan como respuesta a las mareas. Al analizar los movimientos de flexión, ellos pudieron trazar las líneas de asentamiento.
Esto llevó a un descubrimiento clave. En todos los glaciares estudiados, las líneas de asentamiento se estaban alejando rápidamente del mar.
“En este sector, estamos viendo tasas de contracción que no vemos en ningún otro sitio de la Tierra”, dice Rignot. La línea del glaciar Smith es la que más rápidamente se movió, pues se contrajo 35,40 kilómetros (22 millas) río arriba. Las demás líneas se contrajeron de alrededor de 9 a alrededor de 30 kilómetros (de 6 a 19 millas).
A medida que los glaciares se derriten y pierden peso, flotan lejos de la tierra donde solían estar asentados. El agua se introduce debajo de los glaciares y empuja la línea de asentamiento hacia el interior. Esto, a su vez, reduce la fricción entre el glaciar y su lecho. El glaciar avanza, se estira y adelgaza, lo que hace que la línea de asentamiento se contraiga más hacia el interior.
Este es un “círculo de retroalimentación positiva” que lleva a un derretimiento fuera de control.
El único factor natural que puede desacelerar o detener este proceso es un “punto de fijación” en el lecho de roca (una saliente o protuberancia que sujeta al glaciar desde abajo y no le permite deslizarse hacia el mar). Con el fin de investigar esta posibilidad, los investigadores confeccionaron un innovador mapa del lecho, ubicado debajo de los glaciares, utilizando datos de radar y otros datos proporcionados por satélites y por la misión aérea IceBridge, de la NASA. El mapa reveló que los glaciares ya habían flotado lejos de muchos de sus pequeños puntos de fijación.
En resumen, no parece haber retorno.
“A las velocidades de derretimiento actuales”, señala Rignot, “estos glaciares serán ‘historia’ dentro de unos pocos cientos de años”.
FUENTE:
http://ciencia.nasa.gov/ciencias-especiales/12may_noturningback/
18 de mayo de 2014: Con frecuencia, el jefe de la Oficina de Medio Ambiente de Meteoroides (Meteoroid Environment Office, en idioma inglés), de la NASA, el doctor Bill Cooke, deja cámaras encendidas para que observen el cielo por él. Cooke y sus colegas manejan una red nacional de observatorios automatizados que se dedican a detectar bólidos. Estos observatorios captan todo lo que se queme al ingresar a la atmósfera de la Tierra.
Durante la mañana del 24 de mayo, sin embargo, él planea ir afuera en persona.
“Podría haber una nueva lluvia de meteoros y quiero verla con mis propios ojos”, dice Cooke.
Se trata de la lluvia denominada Camelopardalidas (Camelopardalids, en idioma inglés) de mayo, la cual se origina debido al polvo del cometa periódico 209P/LINEAR. Nadie la ha visto antes, pero este año las Camelopardalidas podrían desplegar un espectáculo que compita con las famosas Perseidas, del mes de agosto.
“Algunos pronosticadores han anticipado que habrá más de 200 meteoros por hora”, dice Cooke.
El cometa 209P/LINEAR fue descubierto en febrero de 2004 por el proyecto Lincoln de Investigación de Asteroides Cercanos a la Tierra (Lincoln Near-Earth Asteroid Research project, en idioma inglés), un esfuerzo cooperativo de la NASA, el Laboratorio Lincoln del Instituto de Tecnología de Massachusetts (Massachusetts Institute of Technology Lincoln Laboratory, en idioma inglés) y la Fuerza Aérea de Estados Unidos. Se trata de un cometa relativamente tenue que se adentra en la órbita de la Tierra una vez cada cinco años, cuando gira alrededor del Sol.
Hace dos años, los expertos en meteoros Esko Lyytinen, de Finlandia, y Peter Jenniskens, del Centro de Investigaciones Ames (Ames Research Center, en idioma inglés), de la NASA, anunciaron que la Tierra iba a toparse con residuos del cometa 209P/LINEAR. Las corrientes de polvo eyectadas por el cometa principalmente en la década de 1800 atravesarían la órbita de la Tierra el 24 de mayo de 2014. El resultado, dicen estos expertos, podría ser una importante explosión de meteoros.
Otros expertos estuvieron de acuerdo con ellos, en parte. Existe un amplio consenso entre los pronosticadores respecto de que la Tierra efectivamente pasará a través de las corrientes de residuos el 24 de mayo. Sin embargo, nadie está seguro de cuántos residuos se esperan. Todo depende de cuán activo estuvo el cometa hace más de un siglo, cuando se originaron las corrientes de residuos.
“No tenemos idea respecto de qué estaba haciendo el cometa en la década de 1800”, dice Cooke. Como no estamos seguros, “podría haber una grandiosa lluvia de meteoros, o podría ser un absoluto fracaso”.
El mejor momento para observar es entre las 6:00 y las 08:00, hora universal, del 24 de mayo, o entre las 2 y las 4 de la mañana, hora diurna del Este. Un conjunto de modelos de pronósticos aseguran que será en esos horarios cuando habrá más probabilidades de que la Tierra se tope con los residuos del cometa. Los norteamericanos se verán favorecidos porque, para ellos, el punto máximo tendrá lugar durante la noche, mientras el radiante está en lo alto del cielo.
“Esperamos que estos meteoros se propaguen desde un punto en las Camelopardalidas, también conocidas como ‘la jirafa’, una tenue constelación ubicada cerca de la Estrella del Norte”, señala. “Estarán allí arriba durante toda la noche para quien quiera observarlos”.
En efecto, esa podría ser una buena idea. Como se trata de una nueva lluvia de meteoros, podría haber sorpresas. Las explosiones podrían ocurrir algunas horas antes o después del pico pronosticado.
Pero si esto resultara ser un fiasco, hay un premio consuelo. El 24 de mayo, la Luna y Venus convergirán en una ajustada conjunción durante la mañana del 25 de mayo. Búsquelos asomando juntos justo por delante del Sol en el cielo del Este, al amanecer.
“Esta es una linda manera de comenzar el día”, dice Cooke, “haya o no meteoros”.
FUENTE:
http://ciencia.nasa.gov/ciencias-especiales/06may_newshower/
Comentarios Recientes