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Los Hombres que Descubrieron Asiria


Descubriendo los secretos de Asiria
                                                 Recreación de la Ciudad de Nimrud

Con el inicio de las grandes expediciones arqueológicas en el siglo XIX se abría un debate sobre los derechos de tutela y conservación de unos tesoros arqueológicos que pasarían a engrosar los fondos de museos tan importantes como los del Louvre o el Museo Británico. En pleno Romanticismo, surge un interés inusitado por las culturas del Levante Mediterráneo y Asia Menor, interés que se materializará en sendas campañas como las llevadas a cabo por Schliemann en GreciaDenon y Champollionen Egipto – que viajaban con las tropas napoleónicas – o las de Botta y Layard en NíniveKhorsabad y NimrudEsas misiones arqueológicas se tradujeron en hallazgos tan importantes como las ruinas de la ciudad de Troya, la Piedra Roseta, o la gran colección de tablillas grabadas que componían la Biblioteca del rey asirio AsurbanipalDescubrimientos que permitieron descifrar la escritura jeroglífica y la creación, con posterioridad, de dos nuevas disciplinas dentro de la Arqueología: la Egiptología y la Asiriología.    

Y es que antes de que la Arqueología adoptara un método para convertirse en ciencia, la imagen del arqueólogo se correspondía más con la de un cazador de tesoros que con la de un verdadero investigador científico, levantando el recelo de aquéllos que veían el expolio de su patrimonio como un exceso de las potencias coloniales, Francia y Gran Bretaña, sobre todo, países que llegarían a rivalizar fuertemente en esta cuestión.

Sin embargo, casi dos siglos después, el cariz que están tomando los acontecimientos en Próximo Oriente, que habría resultado impensable en aquéllos días, justifica en cierta medida las decisiones que por entonces se tomaron, que han permitido salvaguardar parte de un patrimonio que, a estas horas, habría sido seguramente destruido en aras de la intolerancia más radical y de oscuros intereses que aún están por aclarar.

El artículo que os traigo a continuación, publicado en BBC News, es un homenaje a aquéllos que con su esfuerzo descubrieron al mundo una civilización, la asiria, de la que sólo se tenía constancia hasta entonces por las citas contenidas en el Antiguo Testamento.

Si Roma no pagaba traidores, el Imperio Británico no siempre recompensó a quienes creyeron ser sus ciudadanos de adopción, personas que pusieron a su servicio todo su talento y dedicación, y que como pago, sólo recibieron el desprecio y el olvido más absoluto.

Ésta es la historia de una de ellas.

THE MEN WHO UNCOVERED ASYRIA

By Daniel Silas Adamson

BBC News Magazine, March 22nd, 2015

LOS HOMBRES QUE DESCUBRIERON ASIRIA

Traducción: Andrés R2

Dos de las antiguas ciudades que están siendo destruidas por el Estado Islámico [EI, en adelante] yacieron bajo tierra durante 2.500 años. Sólo hace 170 que empezaron a ser excavadas y despojadas de sus tesoros. Es posible que las excavaciones allanaran el camino para que EI destrozara sus vestigios, pero aseguraron también que parte de los tesoros de una civilización perdida se salvasen.

Descubriendo Asiria
                                                                        George Smith

En 1872, en una trastienda del Museo Británico, un hombre llamado George Smith pasaba los oscuros días de Noviembre inclinado sobre una tablilla rota de arcilla. Era uno de los miles de fragmentos procedentes de las recientes excavaciones en el Norte de Irak, y estaba repleto de la intrincada escritura cuneiforme que había sido empleada en toda la Antigua Mesopotamia y descifrada durante la vida del propio Smith.

Unas tablillas mostraban los asuntos cotidianos de contables y administradores – una rueda de carro rota, un cargamento de vino retrasado, los precios del betún y de la madera de cedro. Otras, registraban las victorias de las tropas del rey asirio, o las profecías que los sacerdotes adivinaban en las entrañas de corderos sacrificados.

Sin embargo, la tablilla de Smith contaba una historia. Una historia sobre un mundo anegado por la inundación, un hombre que construye una nave, una paloma que se suelta en busca de tierra firme.

Smith se percató de que estaba contemplando una versión del Arca de Noé. Pero el libro no era el Génesis. Era Gilgamesh, un poema épico que había sido plasmado en arcilla fresca por vez primera en torno al 1800 a.C., unos mil años antes, aproximadamente, de que la Biblia Hebrea [el Antiguo Testamento Cristiano] fuese redactada. Incluso la tablilla de Smith, fechada en torno al siglo VII a.C., era mucho más antigua que el manuscrito más incipiente del Génesis.

Un mes más tarde, el 3 de Diciembre, Smith exponía su traducción de la tablilla ante la Sociedad de Arqueología Bíblica en Londres. El Primer Ministro, William Gladstone, era uno de los que habían venido a escuchar. Era la primera vez que una audiencia escuchaba “La Epopeya de Gilgamesh” en más de 2.000 años.

Descubriendo Asiria
                                  Escritura Cuneiforme

La conferencia de Smith causó sensación. Los hubo que se aferraron al poema con pía satisfacción, empleándolo para corroborar la verdad esencial de la Biblia. Pero hubo otros que lo encontraron más problemático. Tal y como el New York Times lo había llevado en su artículo de portada al día siguiente, la Tablilla del Diluvio había dado a conocer “diferentes tradiciones del Diluvio, además de la Bíblica, que quizás sea tan legendaria como el resto”.

Publicada menos de 15 años después de “El Origen de las Especies” de Darwin, “La Epopeya de Gilgamesh” fue percibida por muchos como otra gran grieta en el edificio del Cristianismo Victoriano.

La historia de cómo la Tablilla del Diluvio surgió de la marisma del Norte de Irak empieza en un lugar llamado Kouyunjik – uno de los yacimientos arqueológicos cuyas antigüedades asirias ya están siendo minadas por EI. Una historia que el Profesor David Damrosch de la Universidad de Columbia cuenta en “El Libro Sepultado: Pérdida y Recuperación de la Gran Epopeya de Gilgamesh”.

Kouyunjik está enclavada en las orillas del Tigris, frente a la ciudad iraquí de Mosul, y hace 2.700 años formaba parte de Nínive, la última capital de los asirios. En su cénit, era éste un imperio que se extendía desde las orillas del Golfo Pérsico hasta las Montañas de Anatolia y las llanuras aluviales de Egipto. Durante unos 300 años [entre 900 y 600 a.C., aproximadamente], fue la civilización conocida más avanzada, una superpotencia tecnológica construida sobre la prosperidad de sus mercaderes y la implacabilidad de sus ejércitos. Un grabado hallado en Kouyunjik muestra al rey asirio Asurbanipal disfrutando de un banquete en sus jardines mientras la cabeza cercenada de su enemigo, el rey elemita Tempti Khumma pende de las ramas de los árboles.

Pero Asiria no era invulnerable. En el año 612 a.C. Nínive fue saqueada en una rebelión encabezada por los babilonios. Dejaron en ruinas la ciudad más rica del mundo, sus palacios, ardiendo, sus habitantes, muertos o deportados como esclavos. La arena cubriría la biblioteca destrozada del rey Asurbanipal, y con ella, la copia cuidadosamente transcrita de “La Epopeya de Gilgamesh”.

2500 años después, en el invierno de 1853, el poema fue desenterrado por un hombre llamado Hormuzd Rassam.

Descubriendo Asiria
                                                              Hormuzd Rassam

Rassam se había criado en Mosul, al otro lado del río. En una momento en que las potencias imperiales veían a los oriundos como poco más que portadores de palas y asnos, él había sido designado por el Museo Británico para dirigir la excavación arqueológica más importante de la época. Era el primer arqueólogo nacido y educado en Oriente Medio.

La familia de Rassam era cristiana caldea, descendiente de los antiguos asirios que se habían convertido al Cristianismo en el siglo IV y que se habían se mantenido étnicamente separados de las poblaciones kurdas y árabes de Irak. La misma comunidad que el pasado año fue forzada por EI a convertirse al Islam, a pagar un tributo especial o morir. La mayoría de los cristianos asirios de Mosul han huido hacia el Este, a la región independiente del Kurdistán, o al Norte, cruzando la frontera, hacia Turquía.

Rassam creció en un Mosul apacible. La ciudad formaba parte del decadente Imperio Otomano, y era una provincia atrasada que poco podía ofrecer a un joven con talento y energía. Pero en 1845, cuando Rassam contaba 19, conoció a quien cambiaría su trayectoria vital, Austen Henry Layard.

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                                                                Austen Henry Layard

Layard era un aventurero que había llegado a caballo a Oriente Medio a finales de los años 30 [del siglo XIX, ndt], armado con un par de revólveres y bastante dinero en efectivo. Cuando llegó a Mosul, ya había visto los templos de Petra y Baalbek, así como las ciudades vivas de Damasco y Aleppo. Pero fue las ruinas por excavar de Irak lo que verdaderamente atrapó su imaginación.

“Un gran misterio envuelve Asiria, Babilonia y Caldea. Estos nombres vinculan grandes naciones y grandes ciudades… los valles que Judíos y Gentiles consideran por igual como la cuna de su raza”, escribió.

“Mientras el sol se ponía, vi por primera vez el gran montículo cónico de Nimrud alzándose contra el limpio cielo nocturno. Se encontraba al otro lado del río, no muy lejos, y jamás olvidaré la impresión que me produjo… mi mente no contemplaba otra posibilidad que excavar concienzudamente esas ruinas fabulosas”.

Tras años de negociaciones con las autoridades otomanas, Layard finalmente hundió la pala en el montículo de Nimrud, 20 millas al Sur de Mosul, en el verano de 1845. Este es el enclave que, según los oficiales iraquíes, EI empezó a derribar con retroexcavadoras a principios del mes de Marzo.

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                                  Plano de la ciudad de Nínive

La antigua ciudad asiria de Nimrud y sus inigualables riquezas

Nimrud cubre una extensión de unos 3,5 Km cuadrados, que alberga entre sus murallas un promontorio con una prominente ciudadela. Entre los principales edificios religiosos y administrativos se encuentran los enormes palacios de diferentes reyes asirios y los templos de Ninurta, dios de la guerra, y Nabu, dios de la escritura [también de la sabiduría, ndt]. El Palacio de Asurbanipal, también conocido como el Palacio Noroeste, fue excavado por primera vez por Austen Henry Layard en los años 40. Posteriores excavaciones fueron llevadas a cabo entre los años 50 y 60 [del siglo XX, ndt] por Max Mallowan, el esposo de Agatha Christie.

El primer día de excavación, Layard descubrió el contorno de un palacio real. Una semana más tarde, se encontraba extrayendo las enormes placas de alabastro que habían revestido sus muros, paneles que mostraban el poder del monarca asirio y la servil sumisión de sus enemigos. Al cabo de tres o cuatro años, Layard había desenterrado la civilización de la antigua Asiria – hasta ese momento, nada más que un nombre mencionado en las páginas de la Biblia – y llenado el Museo Británico de esculturas y escrituras procedentes de la cuna de la civilización.

Descubriendo Asiria
                                                          Trabajos de excavación en Nínive

Publicado en 1849, el informe de sus excavaciones “Las Ruinas de Nínive” se convirtió en un superventas de inmediato. Pero, como él mismo admitió, nada de ésto habría sido posible sin Hormuzd Rassam.

Puede que el inglés supiera cómo conseguir financiación de los fideicomisarios del Museo Británico, pero era Rassam quien sabía cómo tratar con los habitantes del Norte de Irak, y hablaba árabe, turco y sirio arameo, la lengua de los cristianos asirios. Era Rassam quien sabía cómo regatear con un jeque tribal, cómo sobornar a un gobernador local regalándole café, cómo alquilar 300 trabajadores para arrastrar una estatua colosal de un toro alado hasta el Tigris y hacerla flotar en una balsa de planchas de madera y pieles de cabra infladas.

Pese a su determinación, Rassam y Layard no pudieron enviarlo todo al Museo Británico. Entre los yacimientos excavados se encontraba la Puerta de Nergal [hijo de Enlil y Ninlil, dios sumerio – babilonio del inframundo, señor de los muertos, ndt], en la muralla norte de Nínive – la misma puerta donde un yihadista de EI grabó el mes pasado una diatriba contra el politeísmo y la idolatría del mundo preislámico.

La puerta está flanqueada con lo que Layard describió en su obra de 1853, “Descubrimientos entre las Ruinas de Nínive y Babilonia”, como “una pareja majestuosa de toros con cabeza humana, de catorce pies de longitud y, sin embargo, de una pieza pese a grietas y daños provocados por el fuego”.

Conocidos como Lamassu, estas bestias fueron enviadas a las puertas de las ciudades asirias para intimidar a los enemigos y ahuyentar a los espíritus demoníacos. No espantaron a los vándalos de EI, que destrozaron sus facciones con un taladro neumático.

Descubriendo Asiria
                                                                       Lamassu

Al tiempo que de forma conjunta rescataban a Asiria del olvido, Layard y Rassam forjaron una amistad que duraría para el resto de su vida. Donde Layard se deleitaba – como tantos orientalistas europeos – vistiéndose con ropa oriental, Rassam se afanaba en presentarse como un inglés victoriano. Cruzaba las llanuras de Irak en chaleco y chaqueta. Se convirtió al Protestantismo, que describía como “la auténtica religión de Gran Bretaña”. Pasó 18 meses estudiando en Oxford, donde aprendió patinaje sobre hielo y desde donde escribió a Layard, “preferiría ser un deshollinador en Gran Bretaña que un pachá en Turquía”.

Las excavaciones dependían tanto de Rassam que, cuando Layard se retiró de la Arqueología, el Museo Británico designó al joven iraquí para que las continuara. Regresando a Mosul, demostró una devoción digna de admiración por los intereses de su país de adopción.

La Arqueología resultaba fundamental para dichos intereses. En el curso superior del Tigris, los británicos y franceses rivalizaban por las antigüedades. Un francés llamado Paul Emile Botta [cónsul francés, que excavó los restos del palacio de Sargón II en Khorsabad, ndt] fue el primero en excavar Nínive, y aunque había suspendido los trabajos para centrarse en la aldea cercana de Khorsabad, se consideraba que el yacimiento permanecía bajo la esfera francesa de influencia.

Rassam, sin embargo, se encontraba en su tierra natal, justo al otro lado de la ciudad donde había crecido. Él no iba a ver los tesoros de Nínive, como los de Khorsabad, enviados al Louvre.

Careciendo de todo permiso oficial, y trabajando bajo el manto de la noche, Rassam puso a su equipo a excavar en el ángulo septentrional del promontorio. En Diciembre de 1853, tras una semana de excavaciones, un enorme banco de tierra se precipitó y Rassam oyó a sus hombres gritar “Suwar” – “Imágenes”. Allí, a luz de la luna, se hallaban paneles de piedra que habían sido tallados 2.500 años antes para las estancias del rey asirio Asurbanipal [Asurbanipal II, ndt], que gobernó entre 668 y 627 a.C.

Descubriendo Asiria
                                                                   Cacería de leones

Arte de una calidad arrebatadora – escenas de una cacería de leones por las llanuras de Mesopotamia, de los animales sucumbiendo a las flechas del rey, escenas de un patetismo y de una intensidad dramática que sobrepasaban a todo lo que se había excavado con anterioridad en Oriente Medio. “La escena de la cacería de leones data de la época más desarrollada del arte asirio”, afirma el Dr. John CurtisPresidente del Instituto Británico de Estudios Iraquíes“Los leones son representados en un estilo maravilloso, lleno de vida y naturalismo. Son los productos más exquisitos del tallado de relieves asirio”.

Aún conteniendo sólo la cacería de leones, el palacio de Asurbanipal habría sido uno de los hallazgos arqueológicos del siglo XIX. Pero el suelo de palacio estaba cubierto de los restos machacados de la biblioteca real. “Entre esos registros – escribió Rassam – se encontraron los relatos caldeos de la Creación y del Diluvio”. Rassam, pese a no leer en cuneiforme, y a no saberlo, había descubierto la Tablilla del Diluvio.

Las cajas que contenían la Biblioteca de Asurbanipal llegaron a Londres en el momento en que el joven George Smith se disponía a abandonar la escuela. Como Rassam, Smith no era miembro por derecho de la clase dirigente victoriana. Nacido en una familia de clase trabajadora, a los 14 años entró como aprendiz en una imprenta de papel moneda. El chico era un buen delineante, pero cuando empezó a trabajar, su imaginación ya estaba atrapada por las bravuconas aventuras de Layard y por las antigüedades que llegaban de Nínive y Nimrud. A mediados de los 50 [del siglo XIX, ndt], Smith ya frecuentaba el Museo Británico en su hora para comer, observando con detenimiento las tablillas cuneiformes que habían llegado de los palacios de los reyes asirios.

Hacia 1860, a los 20 años, Smith había empezado a entender tanto la escritura cuneiforme como la lengua acadia en la que la mayor parte de las tablillas estaban escritas. Un año más tarde, el personal del museo le contrató para limpiar y clasificar tablillas. Poseía una memoria visual asombrosamente buena, reagrupando y descifrando líneas de texto casi ilegibles que estaban dispersadas entre cientos de fragmentos destrozados. No tardaría Smith, que jamás había asistido a una universidad ni salido de Inglaterra, en hacer mayores descubrimientos en la Historia y Literatura del Imperio Asirio.

Se le gratificó con el reconocimiento de sus colegas asiriólogos, pero lo que él quería realmente era algo que le hiciera popularmente conocido – algo que podría justificar una expedición a Irak. En Noviembre de 1872, mientras deletreaba los poemas de la Tablilla del Diluvio línea a línea, supo que lo había encontrado. Uno de sus colegas escribió que Smith estaba tan excitado que “fue corriendo al salón” y “ante el asombro de los presentes, empezó a desnudarse”.

Dos meses después, con 1.000 guineas ofrecidas por el Daily Telegraph, George Smith fue enviado a Irak para concluir las excavaciones que había empezado la generación anterior.

Carente de la extravagancia de Layard y de la sabiduría de la calle propia de Rassam, Smith luchó para aguantar el calor y la pobreza del Imperio Otomano. David Damrosch afirma que estaba horrorizado por la falta de higiene, con el estómago revuelto por la imagen de un kebab, demasiado ingenuo para pagar el baksheesh, pequeño soborno que le habría facilitado toda transacción.

Pero no cabe duda de que George Smith era un genio redomado. A su muerte, en 1876, atrofiado por la disentería en Aleppo, había ya publicado ocho obras rompedoras sobre la historia y la lingüística asirias, realizado hallazgos arqueológicos mayores por docenas y redescubierto la primera gran obra de la Literatura universal. Tenía tan solo 36 años.

Habiendo fallecido Smith, Rassam fue puesto de nuevo al servicio del Museo Británico. Procedió a localizar y a excavar la ciudad babilonia de Sippar, a descubrir las grandes puertas de bronce del Palacio de Balawat, y a enviar más de 70.000 tablillas cuneiformes a Londres. Descubrimientos, todos, que deberían haberle hecho famoso – pero en la década de los 80, coincidiendo con sus últimas expediciones, Hormuzd Rassam sería borrado de los archivos.

Descubrimiento Asiria
                               Sir Henry Rawlinson

Sir Henry Rawlinson, que había sido Cónsul Británico en Bagdad cuando las excavaciones nocturnas de Rassam en Nínive, reclamaba la autoría del descubrimiento del Palacio de Asurbanipal. Rassam, escribió, era sólo un “excavador” que había supervisado el trabajo. Aún más insultante resultó la insinuación, hecha por uno de los restauradores del Museo Británico, de que Hassam había sacado provecho del tráfico ilegal de antigüedades que había proliferado en torno a las excavaciones en Irak.

Hormuzd Rassam, tan impresionado por las formas de la élite victoriana, y que había estado toda su carrera al servicio del Imperio Británico, recibió una buena dosis de esnobismo, desprecio y racismo. No pudo encontrar un editor británico que publicase sus memorias, y para cuando falleció en su casa de Hove en 1910, hasta su nombre había sido eliminado de las placas y de las guías de visitantes en el Museo Británico.

El único inglés que permaneció junto a él fue su viejo amigo Layard. Rassam fue, escribió, “uno de los colegas más honestos y de mayor rectitud que jamás conocí, y alguien cuyos servicios nunca han sido reconocidos”.

“A Rassam todavía se le recuerda en Mosul”, afirma el Dr. Lamia al – Gailani, un arqueólogo iraquí de la UCL [University College London]. “Están orgullosos de él”.

Sin embargo, en el Reino Unido, su reputación nunca ha sido recuperada del todo. Una generación después de que dejara el trabajo de campo, la Arqueología se desarrollaba como una búsqueda científica y disciplinada del conocimiento, más que una lucha imperialista y codiciosa por conseguir tesoros. Cada puñado de tierra era ahora cribado, cada semilla y diente, recogido, cada fragmento de cerámica, medido y analizado.

Layard y Rassam, que habían sido pagados por una potencia imperial para extraer las obras maestras del arte mesopotámico antes que los franceses, habían estado paleando los muros de adobe de edificios antiguos sin percatarse siquiera de ellos, habían guardado únicamente los registros más rudimentarios, y habían removido lugares que, explorados con menos precipitación y más metodología, podrían haber proporcionado enormes conocimientos sobre la vida de los asirios. Para los estándares de la Arqueología Moderna, no eran mucho más que cazadores de tesoros en la nómina del Museo Británico.

“Para los iraquíes, resulta conmovedor, por supuesto”, sostiene al – Gailani. “Durante mucho tiempo han venido al Museo Británico y visto estas antigüedades, y sienten que deberían ser devueltas a Irak. Pero, por el momento, guardian silencio. Porque ven lo que en Irak está sucediendo, y son conscientes de que estos objetos en el Museo Británico y en el Louvre han sido, al menos, salvados”.

No todos están tan dispuestos a exculpar a las potencias coloniales. Pero si consideramos todos los tesoros que Layard y Rassam sacaron de Mesopotamia, hubo líneas que no se cruzaron.

Sobre la más pequeña de las dos antiguas colinas de Nínive había un sepulcro que los oriundos llamaban Nebi Yunus. Decían que era el lugar de enterramiento del Profeta Jonás. Durante siglos, había sido un lugar de oración y peregrinación para las gentes de Mosul, cristianos y musulmanes por igual. Layard y Rassam sabían que se alzaba sobre un palacio real asirio. Pero era un lugar sagrado, y no podía ser molestado.

Descubriendo Asiria
                                La Tumba del Profeta Jonás antes de ser destruida por EI

Aunque EI no tienes tales escrúpulos. El 24 de Julio de 2014, sus combatientes coparon el sepulcro de Nebi Yunus con explosivos y lo volaron por los aires, enviando una nube de escombros al cielo sobre Mosul.

Los saqueadores que trabajaban para EI empezaron a excavar las ruinas bajo el sepulcro demolido. Según Qais Hussein RashidVice Ministro de Turismo y Antigüedades de Irak, las obras de arte allí contenidas ya han pasado de contrabando a manos de particulares en Europa.

Cientos son los enclaves antiguos ya en manos de EI. Pero bajo los escombros de Nebi Yunus se encuentra una franja de tierra que los arqueólogos han mantenido intacta – que acoge el palacio del monarca asirio Asarhaddon, y que podría contener algunos de los grandes tesoros artísticos o literarios del Mundo Antiguo.

Con toda probabilidad, nunca lo sabremos.

ALGUNAS ACLARACIONES SOBRE EL CONTEXTO HISTORICO:

  • Duración del Imperio Asirio: Sus inicios se remontan a la segunda mitad del III Milenio [tras la caída de la III Dinastía de Ur, al escindirse del Sur de Mesopotamia] hasta el año 612 a.C, coincidiendo con la toma de Nínive.
  • Cronología: Imperio Antiguo o Época Paleoasiria [1813 – 1393 a.C.]; Imperio Medio o Época Mesoasiria [1392 – 1077 a.C.]; Imperio Nuevo Asirio [911 – 609 a.C.]
  • Población: Nómadas semitas, establecidos en la ciudad de Ash – sur, Assur, nombre de la capital y del Imperio mismo.
  • Economía: Basada principalmente en el comercio de telas, de metales preciosos, oro y plata, y de otros, como el estaño, siguiendo las grandes rutas caravaneras. Centralizada en los karum, auténticos centros comerciales y administrativos. El más importante, el de Kanesh/ Kultepe, establecido en Capadocia, en la actual Turquía.
  • Sargón II [721 – 705]: Con él se inicia la llamada Dinastía de los Sargónidas. Uno de los reyes más prestigiosos del Antiguo Oriente, que si bien no fundó el Imperio Asirio, si lo configuró definitivamente, afianzando su poder.
  • Asarhadón [680 – 669]: Predecesor de Asurbanipal II.
  • Asurbanipal II [668 – 627]: Último rey de Asiria. Tras su muerte, habiendo dejado la cuestión sucesoria sin resolver, se precipitaría el final del Imperio.
  • Tempti Khumma [664 – 653 ]: Rey de Elam, abatido y decapitado tras su derrota en la Batalla del Rio Ulai frente a las tropas de Asurbanipal, que invaden su territorio.
  • Fin del Imperio Asirio: Se produce en el año 612 a.C., con la conquista de Nínive, y tras quince años de luchas intestinas, entre sus dos herederos, y exteriores. Arruinado, el país fue incapaz de contener el avance de medos y caldeos, con Nabopalasar al frente.

BIBLIOGRAFIA Y ENLACES WEB:

GALERIA DE IMAGENES:

Fuente:

Artículo original en

http://losportadoresdelaantorcha.com/httplosportadoresdelaantorcha-com365-2

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“El Libro Perdido de Enki”, notas sobre el origen de la humanidad recogido en las tablillas sumerias

«Muchos de nosotros sí estamos preparados y este post lo escribo con el objetivo de difundir el contenido de los trabajos de Zecharia Sitchin y de algunas de las tablillas sumerias que hablaban de nuestro origen, y que fueron encontradas en Nínive en el siglo XIX y traducidas por Zecharia Sitchin en una saga de libros. Uno de ellos en particular, no contiene ni una coma del autor (Sitchin), pues es la traducción literal del contenido de catorce tablillas que formaban un conjunto de libros titulados por Sitchin como “El Libro perdido de Enki” de Zacharia Sitchin.

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Arriba Zecharia Sitchin.

Zecharia Sitchin que no era un ufólogo como dice la Wikipedia se educó en Palestina donde adquirió conocimiento del hebreo moderno y clásico, las lenguas semíticas y europeas, el Antiguo Testamento y la historia y la arqueología de Oriente Próximo y era uno de los pocos eruditos versados en lenguas antiguas, con conocimiento, hablado y escrito, del sumerio, lo que le permitió traducir el contenido de textos de 6000 años y antigüedad y llegar a la conclusión de que los pasajes conocidos de Génesis del Antiguo Testamento, como muchos otros momentos conocidos de la Biblia Hebrea, que han sido asimilados en nuestra cultura, como mitos o parábolas, son en realidad pasajes recogidos de los textos sumerios, su fuente original. Estos textos, de 6000 años de antigüedad en muchos casos, recogían sucesos y crónicas de eventos muy anteriores protagonizados por seres inteligentes, considerados por los sumerios como superiores o dioses, llegados de otro planeta.

Arriba tablilla sumeria que recoje las crónicas de los Annunaki en la Tierra.

A mediados de siglo XIX los arqueólogos descubrieron la antigua capital asiria de Nínive (hasta entonces sólo conocida por el Antiguo Testamento) y hallaron en las ruinas del palacio de Assurbanipal una biblioteca con los restos de alrededor de 25.000 tablillas de arcilla inscritas.

Arriba representación bíblica de la ciudad de Nínive

Los historiadores saben ahora que la civilización sumeria floreció en lo que ahora es Iraq casi un milenio antes de los inicios de la época faraónica en Egipto, y que ambas serían posteriormente seguidas por la civilización del Valle del Indo(subcontinente indio).

También es sabido que fueron los sumerios los primeros en plasmar por escrito los anales y relatos de dioses y hombres, de los cuales, todos los demás pueblos, incluidos los hebreos, obtuvieron los relatos de la Creación, Adán y Eva, Caín y Abel, el Diluvio Universal, la Torre de Babel, etc.

Arriba mapa con dos de las regiones donde se crearon las dos primeras civilizaciones, Sumeria y Egipto.

Los conocedores de la cultura griega y mesopotámica han plasmado la historia, ahora conocidas como mitos, de dioses y hombres, reflejados en escritos por hititas, cananeos, griegos, persas e indoeuropeos. Todas esas fuentes atestiguan que beben de fuentes aun más antiguas, algunas de ellas descubiertas, otras perdidas. Una extensa comparativa de los llamados “mitos” recogidos por culturas y civilizaciones como la griega y los hechos ocurridos y plasmados como históricos en las tablillas sumerias puede encontrarse en el libro “Las Guerras entre Dioses y Hombres” de Zecharia Sitchin.

Nuevos hallazgos en palentología, antropología, geología, astrofísica y astronomía no han hecho más que dar la razón a los que vieron desde el primer momento en el conocimiento recogido en tablillas sumerias que  muchos de esos modernos descubrimientos  ya  se conocían y habían sido recogidos en tablillas de miles de años por los sumerios, que a todas luces fueron los depositarios del conocimiento de una civilización avanzada que llegó de otro planeta. Estos seres tuvieron una influencia directa en los acontecimientos ocurridos en la Tierra a partir de su misma llegada y su propio planeta, Nibiru, antes incluso de ser habitado, ya había tenido un destino crítico en la formación del planeta Tierra.

Muchos de estos hallazgos y la verificación del conocimiento de las tablillas sumerias pueden encontrarse en el libro “El Génesis Revisado” por Zecharia Sitchin.

Estamos hablando de decenas de miles de tablillas de arcilla descubiertas en ruinas antiguas de Oriente Próximo. Algunas hablan de asuntos cotidianos, aspectos laborales o comerciales, otras conforman los Anales Reales; otras son literatura sagrada o textos canónicos escritos en sumerio y traducidos después al acadio (primera lengua semita) y posteriormente a otras lenguas. En algunos de estos libros se encuentran referencias a libros aun más antiguos, perdidos que se remontan a seis mil años atrás.

Arriba una tabla de contenido puramente administrativo con un sello de una figura masculina y perros de caza.

Algunas tablillas describen la creación de la Tierra actual a partir de un planeta primitivo llamado por los habitantes de Nibiru “Tiamat” (dadora de vida) que se partió en dos a raíz del choque cataclísmico con Nibiru, un planeta llegado de muy lejos, que por alguna razón desconocida, se vio atraído por la fuerza gravitatoria del Sol y colisionó con Tiamat partiéndolo en dos. Uno de los satélites de Tiamat, Kingu, dio origen a la Luna y la otra parte del planeta se extendió en lo que hoy se conoce como el cinturón de asteroides, y los sumerios llamaban “El brazalete repujado”.

Arriba representación de la colision entre la Tierra Primitiva, “Tiamat” y Nibiru y cómo tras la colision la Nueva Tierra (“Ki”) pasó a tener otra órbita

Uno de los hallazgos encontrados y que se conserva hoy en el Museo Ashmolean de Oxford son unos prismas de arcilla con la lista de los diez soberanos antediluvianos, período que abarca 432.000 años de reinado (43.200 años de reinado por cada rey de media, lo que nos da la clara idea de que estamos hablando de unos seres con una longevidad pasmosa desde nuestra óptica humana).

Prisma Weld-Blundell,Oxford

El texto de la lista más completa escrito en cuneiforme sobre un pequeño prisma de barro (Prisma WB, 1923.444, hoy atesorado en Oxford) y conocido con el nombre de Lista real sumeria pertenece a la colección Weld-Blundell y ha sido traducida por Thorkild Jacobsen.

Ciudad / Rey

Eridu /A-lulim

Eridu /  Alalgar

Bad-tibira/ En-men-lu-Anna

Bad-tibira/ En-men-gal-Anna

Bad-tibira/ Dumu-zi

Larak/ En-sipa-zi-Anna

Sippar/ En-men-dur-Anna

Shuruppak/ Ubar-Tutu

Se conocen más de una docena de ejemplares de Listas de Reyes Sumerios, encontrados en Babilonia, Susa, y en la Biblioteca Real Asiria de Nínive, del siglo VII a. C. Se cree que todos proceden de un original que probablemente fue escrito durante la tercera dinastía de Ur o un poco antes. El ejemplar mejor conservado de la Lista de Reyes Sumerios es el llamado Prisma de Weld-Blundell.

La lista comienza así: “Tras descender el Reinado del Cielo, Eridú (lugar donde según la Biblia estuvo el Jardín del Edén) se convirtió en la sede del Reino”. La Lista de los Reyes Sumerios, al igual que la Biblia, habla acerca del Diluvio: “Después de que las aguas cubrieran la tierra y que la Realeza volviera a bajar del Cielo, la Realeza se asentó en Kis”.

Tanto las Tablillas de Nippur como el Prisma de Weld dan los nombres y reinados como siguen:

REY / REINÓ EN/ DURACIÓN

Alulim Eridú 28.000 años

Alalmar Eridú 36.000 años

Emenluanna Badgurgurru 43.000 años

Kichunna Larsa 43.000 años

Enmengalanna Badgurgurru 28.000 años

Dumuzi Badgurgurru 36.000 años

Sibzianna Larak 28.000 años

Emenduranna Sippar 21.000 años

Uburrato Shuruppak 18.000 años

Zinsuddu Utnapishtim 18.000 años

La primera ciudad que se fundó fue Eridú. Su santuario inicial allí, una maravilla de la arquitectura en aquellos primitivos días, se elevaría y crecería con el tiempo hasta convertirse en un magnífico templo-morada, el E.EN.GUR.RA («Casa del Señor Cuyo Retorno Es Triunfante»), adornado con oro, plata y metales preciosos del Mundo Inferior, y protegido por el «Toro del Cielo».

 

Arriba representación de la morada E.EN.GUR.RA en la ciudad sagrada de Eridú.

Arriba actual posición de la antigua Eridú en Irak actual.

Estos textos sugieren que un testigo presencial de todos los acontecimientos, y quien dictó a un escriba los más importantes de entre ellos, de una importancia extraordinaria fue EA (en sumerio, Aquel cuyo hogar es agua). Uno de esos libros, inscrito en catorce tablillas, (la última con la nota del traductor) explican la llegada a la Tierra de seres procedentes de Nibiru hace algunos cientos de miles de años con el objeto de buscar oro necesario para el restablecimiento de la atmósfera dañada en aquel entonces de Nibiru, su planeta de origen, el cual completa un Shar (una vuelta a nuestro Sol) cada 3600 años y el cual se acerca, en ocasiones de forma peligrosa, a nuestro Sistema Solar para completar cada órbita, provocando situaciones peligrosas y eventos geológicos y climáticos, tanto en la Tierra, como en Nibiru.

Arriba representación de EA también llamado Enki, que tuvo una importancia crítica en la “Misión en la Tierra” de los Annunaki

Por supuesto, los llegados pertenecen a la casa real de Nibiru, son nobles, cuyas normas de sucesión y herencia, y las disputas por el mandato y el lugar en la jerarquía, ocasionan a lo largo de los cientos de miles de años, que narra el Libro mencionado, conflictos enconados y violentos donde hay asesinatos, destierros, castigos, diferencias de opinión y algunos conflictos bélicos con la Tierra con armas nucleares incluídas.

Estos seres provenientes de Nibiru, privilegiados que tuvieron la ocasión de conquistar un planeta aparentemente no habitado hasta entonces por vida inteligente, pero al mismo tiempo, y al parecer víctimas de un exilio forzoso motivado por el hecho de seguir proveyendo del oro necesario para la supervivencia de la atmósfera de su planeta amado de origen, no son representados como “malos” ni “buenos”; son capaces de una entrega extraordinaria, de hazañas increíbles, la culminación de las cuales es la creación de seres inteligentes, concebidos como “ayudantes” en la dura tarea de  extraer el tan ansiado oro, a riesgo de saltarse algunas normas y leyes existentes en el Universo y convirtiéndose de esa forma en “creadores”, pero también conocedores de la envidia, la codicia, la ambición, la insatisfacción, la venganza, el odio y otros sentimientos considerados por nosotros como “humanos” y los cuales provocan divisiones entre dos clanes durante cientos de miles de años, el encabezado por Enki y el liderado por Enlil, su hermanastro.

Tres hermanos, Ea (luego llamado Enki), Enlil (señor de Mandato, a quien se asigna la Misión de la Tierra) y Ninki son los protagonistas principales de esta historia, los tres hijos de Anu, soberano de Nibiru.

El relato sencillamente narrado resume la historia de cientos de miles de años desde la Llegada  de los Annunaki a la tierra hasta el ascenso de Marduk, el primogénito de Enki, al poder en Egipto. Ellos fueron los primeros  “Annunaki ” que  “llegaron a la Tierra del Cielo”. Su Misión y la de sus descendientes en la Tierra comenzó a complicarse seriamente cuando decidieron crear al “Trabajador Primitivo”,  no sin antes sortear muchos obstáculos éticos, políticos y técnicos.

Lo importante sobre el origen de la humanidad es que es un hecho absolutamente único. Aparentemente, a juzgar por la crónica de Enki, nunca se había oido hablar del hecho de crear un ser de la nada ya que “todos los seres descienden de una simiente evolucionada a lo largo de eones”;  pero la necesidad de forjar un Trabajador Primitivo, motivó que se diera via libre a una idea de Ea ( o Enki ) basada en poner la señal de los Annunaki a una simiente ya existente en la Tierra, homínidos que caminaban erectos en dos piernas hace 300.000 años, y que vivían entre los animales de las estepas.

Enki convenció a su hermano, Enlil, quien dirigía la “Misión en la Tierra” de llevar a cabo semejante idea con un argumento importante: no se trataba de crear esclavos, ya que la esclavitud había sido abolida en su propio planeta miles de años atrás, sino de crear “un ayudante”. No se trataba de crear un ser de la nada, algo en manos únicamente del Creador del Todo, sino de favorecer la evolución poniendo la marca de los Annunaki en seres homínidos propios de la Tierra. La idea de Enki no era crear una nueva criatura, sino  “hacer más a su imagen y semejanza a una  ya existente” con una sola gota de la existencia de los Annunaki.

No fue una decisión fácil. Se preguntaron si era Hado o Destino llevar a cabo tal plan y el Dios Creador de Todo daría el visto bueno a un plan para salvar de la destrucción a Nibiru o no. Pero al final se puso manos a la obra y de esta forma Enki, Ninki, su hermana y Ningishzidda, el hijo de Enki, comenzaron el proyecto. Se trataba de mezclar una hebra de la esencia del ser ya existente en la Tierra con la otra hebra de ADN del Annunaki.

Estos relatos tienen 6000 años de antigüedad y hablan claramente de un proceso de manipulación genética en el que se planeó el primer bebé probeta de la historia, empleando un óvulo de una madre homínida y fertilizando el óvulo con material genético (medido en proporciones exactas con objeto de conferirle la imagen, pero no todas las capacidades ni ciclo vital), para después insertarlo en una matriz Annunaki.

Tal y como se narra en el Libro Perdido de Enki, colocaron un óvulo de la hembra bípeda en un recipiente (probeta) de arcilla (de la Tierra, después de varias pruebas fallidas empleando material de cristal) y se mezcló con “objetos diminutos” con fórmulas que contenían la simiente Annunaki (en una clara referencia al ADN) y posteriomente, una vez fecundado el óvulo de la hembra bípeda lo colocaron en una matriz Annunaki, concretamente en la matriz de Ninki, la hermanastra de Enki, tras lo cual hubo concepción y ésta dio a luz un varón sano, sin pelo en el cuerpo, con los sentidos perfectos y capacidad para hablar, al que llamaron Adamu (el Adán del Antiguo Testamento).

Posteriormente Ninki se reunió con siete sanadoras Annunaki de la ciudad y les pidió que aceptaran la tarea de ser “matrices” para otros óvulos fecundados de la misma forma. Pero esta vez, colocaron óvulos de hembras vípedas y los fecundaron con la esencia (material genético) de Adamu, pronunciando una frase de encantamiento enlazando de esa forma la esencia del Cielo y de la Tierra por parentesco sanguíneo. Insertó los óvulos en matrices Annunaki y las Annunaki dieron a luz a siete trabajadores primitivos más.

Viendo que la tarea de crear un ejército de esta manera era demasiado ardua, decidieron crear a la contraparte femenina, a la que llamarían “Tiamat ” (con el mismo nombre de la Tierra primitiva antes del cataclismo) y esta vez cambiaron las esencias Annunaki para ajustarlas a este fin de creación de una fémina. La matriz de Tiamat esta vez fue la esposa de Enki, Ninti, quien estuvo encantada con esta tarea.

De esta forma, crearon más hembras posteriormente para que éstas se reprodujeran de forma natural con los varones ya creados; sin embargo observaron que no había procreación entre hombres y mujeres primitivos. Ninguna de ellas tenía descendencia; volvieron a repasar las “esencias” Annunaki empleadas (las hebras y componentes genéticos empleados para el proceso) y vieron que las esencias estaban dispuestas como 22 ramas en un Arbol de la Vida, pero no incluían la capacidad de procrear. Se puede inferir, por lo que viene a continuación, que se estaba produciendo un rechazo que impedía la procreación. Sin embargo, la presión por crear a “trabajadores primitivos” para extraer el oro de Africa era cada vez mayor. ¿Qué harían en este momento después de tanto trabajo empleado y de que Enlil aprobara a regañadientes la operación?.

Ningishzidda, el hijo de Enki, experto en estos temas, tenía la solución; tal y como se describe  en “El Libro Perdido de Enki” durmió a Enki, Ninki, Adamu y Tiamat y extrajo de la costilla de Enki y Ninki su esencia vital y en la costilla de Adamu insertó la de Enki y en la de Tiamat la de Ninki, añadiendo al Arbol de la Vida dos ramas más con fuerzas procreadoras. Sin duda, todo ello tiene relaciòn con el relato de la costilla de Adan y Eva conocido por el Génesis y que muchos entendíamos como “mito” o “leyenda”. Parece estar describiendo algún tipo de implante que permitió que ese rechazo inmunitario que impidió la original descendencia fuera superado por medio de la inserción de material genético de dos seres productivos a dos seres sin capacidad de procreación.

Al igual que en el Antiguo Testamento, el texto sumerio recoge la idea de que a partir de ese momento, en que Adamu y Tiamat se “encontraron” y tomaron conciencia de su desnudez y de su feminidad y virilidad algo cambió por completo. Todo ello horrorizó a Enlil que creyó que se les había dado a esos seres creados, las últimas porciones de la “esencia vital” Annunaki y que quizás se les había conferido incluso sus ciclos vitales (de miles de años de vida) y la capacidad de autocuración y autoregeneración. Fue entonces cuando el hermano de Enki, Enlil, inseguro con el proyecto humano desde el principio, decretó que Adamu y Tamat se marcharan del Edin, donde hasta entonces estaban alejados del duro trabajo, pues el objetivo original era que permanecieran como “moldes” perfectos de la creación humana, sólo dedicados a la procreación. Fue Enlil quien decidió que fueran exiliados allí donde se les necesitaba, al Abzu (Afica Sudoriental) dedicados de pleno al trabajo de extraer el oro, como todos los demás humanos creados. De esta forma fueron expulsados del Edin.

Las alusiones a una “serpiente” maligna hacen una clara referencia al símbolo con que se representaba el propio Enki, conocedor de los secretos de la manipulacion genética y director de todo este proyecto de la creación del Trabajador Primitivo.

Y de esta forma la humanidad comenzó a proliferar; Adamu y Tiamat tienen tres hijos, y el relato de los acontecimientos que siguieron en gran medida están recogidos con mayor o menor fidelidad en el Antiguo Testamento, sin embargo, no eran los únicos que procreaban.

Enki siempre había sido conocido por sus dotes amorosas y la incontinencia de sus apetitos sexuales.

Una de las tablillas describe cómo Enki encuentra en el Edin dos hembras de gran atractivo y ambas procrean de él dando a luz uno cada uno de ellas: Adapa y Titi. Adapa, sumamente inteligente, se convierte en el primer hombre civilizado. Adapa y su hermanastra Titi a su vez se emparejan dando a luz a Kain y Abael (en clara referencia a Cain y Abel).

En el Antiguo Testamento podemos encontrar multitud de casos en los que el varón tiene por esposa a su hermanastra (es el caso de Abraham y Sara). Esto está íntimamente relacionado con la Ley de herencia de los Annunaki, así llamada, de la Simiente, que convierte en herederos legitimos a los hijos de la hermanastra, antes que al primogénito, si éste ha sido concebido por una mujer de  otra clase social. Esta ley Annunaki marcó el destino de toda la Misión de la Tierra multitud de veces.

Arriba, la zona en amarillo es el origen de la civilización humana y el lugar donde los Annunaki crearon Eridú y el Edin.

Enki tuvo otro hijo más con otra terrestre, al que llaman Ziusudra (Noé). Después del gran Diluvio producido, tal y como describe una de las tablillas, por la cercanía de Nibiru y las inestabilidades creadas en la atmósfera de la Tierra, Enlil decreta el final de la Misión en la Tierra  (en la forma en que se había llevado a cabo hasta el momento) y se niega a salvar a la humanidad; nunca había visto con buenos ojos el proyecto de creación humana y aprovecha el momento para obligar a todos por juramento a que ningún humano sea salvado de la catástrofe. Sin embargo, Enki, su hermano y creador intelectual del “trabajador primitivo” tiene una visión o sueño que le dice que debe salvar a Ziusudra, su hijo, dándole instrucciones claras sobre cómo construir una barcaza cerraza y sellada con pez, donde se colocan algunos pequeños animales (las esencias de otros mamíferos y plantas ya habían sido extraidas y conservadas por Enki para evitar el fin de la vida de la Tierra y poder reconstruir la vida tras el Diluvio). De esta forma, Ziusudra, así como algunos descendientes de Kain en otra parte del mundo, ya que habían sido desterrados del Edin tras el asesinato de Abael a manos de su hermano, se salvan del Diluvio.

¿Se han podido encontrar la prueba de alguno de estos hechos narrados en las tablillas sumerias?

Sorprendentemente sí y además no una ni dos, sino múltiples pruebas. He aquí sólo algunos de ellos:

1. Los descubrimientos de objetos estelares como satélites o planetas de nuestro Sistema Solar que se produjeron a finales del siglo XX ya se mencionaban en tablillas de miles de años de antigüedad (ver referencias “El Génesis Revisado”) demostrando que el conocimiento sumerio de nuestro Sistema Solar era muy superior al nuestro.

2. La naturaleza física y aspecto de algunos de los planetas de nuestro Sistema Solar, así como su composición, como es el caso de Urano, Neptuno o Júpiter ya se mencionaban en las tablillas sumerias (ver referencias “El Génesis Revisado”).

3. Hechos asombrosos como el descubrimiento del ADN mitocondrial han demostrado que todos provenimos de una misma “Eva” primitiva.

4. El laboratorio genético en el que Enki y su hermana Ninki trabajaron en el diseño de un trabajador primitivo que pudiera reproducirse se situó en el Abzu (Africa Suboriental) que fue el territorio que Anu, padre de Enki y Enlil le concedió para el mandadto a Enki en la Tierra, después de darle e Enlil el honor de ser “El Señor del Mandato” y gobernar en Eridú, ciudad donde se situó el primer Edén. El Abzu es el territorio de Africa Sudoriental que corresponde a Kenia, Etiopía y Somalia. Los últimos hallazgos científicos sitúan al primer Homo Sapiens Sapiens en Africa, en la región de Etiopía, hace unos 200.000 años.

¿Contradice todo esto plenamente a los conocedores del Antiguo Testamento que defienden el origen histórico de los hechos que narra?. No exactamente. En realidad, los primeros interesados en conocer el contenido e información de las tablillas sumerias deberían ser los propios defensores de la Biblia ( en particular el Antiguo Testamento ) y de la idea de que ésta refleja hechos históricos, especialmente en su versión hebrea, menos manipulada por posteriores interpretaciones linguísticas y religiosas. El mismo Sitchin asegura que “un día” de la Biblia equivale a 1000 años y que al margen de este hecho particular, relacionado con la cuenta sumeria, y a tener en cuenta, los hechos mencionados en el Antiguo Testamento son literales y son reflejo de acontecimientos ya recogidos en crónicas y tablillas sumerias.

Un ejemplo de mala interpretación que ha dado origen a muchos problemas es que la Biblia Hebrea recoge la palabra “Elohim” o “Dioses” (es una palabra plural), algo que no se respeta en las posteriores versiones cristianas y que modifica completamente el sentido original.

¿Quiere todo esto decir que Dios o Creador del Todo no existe?.»

Hasta aquí la cita textual.

NO QUIERE DECIR ESO, SÓLO QUE ÉL NO BAJÓ A LA TIERRA A CREAR AL HOMO SAPIENS

Fuente:

http://www.trinityatierra.com/2010/02/08/el-libro-perdido-de-enki-notas-sobre-el-origen-de-la-humanidad-recogido-en-las-tablillas-sumerias/

Pronto publicaré mis comentarios a este interesante post.

Silvia Eugenia Ruiz Bachiller

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Imágenes tomadas de internet, Pinterest  o de los enlaces relacionados.  Creo que no es necesario advertir que algunas fotos, son imágenes actuales, sólo para dar una idea de cómo fueron en aquellos tiempos y lugares.

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Image of the Sumerian god Enki, with characteristic symbols: bird, goat and water flows. Nederlands: Enki (Photo credit: Wikipedia)

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