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VIDEO: El ejército mexica era casi invencible, ¿qué hizo Hernán Cortés para tomar la Gran Tenochtitlán?
ACUEDUCTOS PREHISPÁNICOS VIDEO
‘LOS BAÑOS DE MOCTEZUMA’
Una investigación de expertos del INAH en el cerro de Chapultepec nos revelan los ancestrales manantiales y acueductos que abastecieron a la Ciudad de México.
En el cerro de Chapulín
“BAÑOS DE MOCTEZUMA”, TESTIMONIO MILENARIO DEL MANEJO DEL AGUA EN TENOCHTITLAN Y ALREDEDORES.
En las faldas del cerro de Chapultepec, especialistas del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) han encontrado evidencia arqueológica del sistema hidráulico que sirvió, desde tiempos de los tlatoanis mexicas, para dotar de agua a la Ciudad de México, explicaron durante el Coloquio de Arqueología Histórica, realizado en el Museo Nacional de Historia “Castillo de Chapultepec” (MNH).
Las arqueólogas Lourdes López Camacho, del MNH, y María Guadalupe Espinosa, del Centro INAH-Veracruz, abordaron los temas:
Las fuentes en acueductos, el caso de la Fuente de Chapultepec y ¿Cómo se descubrieron los Baños de Moctezuma en Chapultepec?, respectivamente.
Aquí se publican parte de sus notas.
López Camacho dijo que la arqueología histórica en el cerro del Chapulín ha servido para documentar la forma en que los antiguos habitantes del Valle de México tenían una verdadera veneración por el bosque y el agua de Chapultepec, la cual se remonta a la época teotihuacana (100 a.C. a 600 d.C.).
“Chapultepec era un lugar sagrado. Allí tenían templos y casas de descanso los gobernantes Moctezuma Ilhuicamina, Ahuízotl y Moctezuma Xocoyotzin, así como el de Texcoco, Nezahualcóyotl, a quien las crónicas coloniales atribuyen la construcción del acueducto prehispánico que surtía de agua a la Gran Tenochtitlan”,
El sistema hidráulico que aprovechaba los manantiales que surgían del cerro, formado por depósitos o albercas y canales rudimentarios, sirvió para alimentar el acueducto prehispánico, formado por un caño abierto que corría casi a ras del suelo, mismo que después de la Conquista también fue utilizado en la época colonial.
El primer acueducto, hecho de carrizo, piedras y lodo, se inició en 1418, un año después de la muerte de Chimalpopoca, que marca el ascenso de la elite mexica. Para el mandato de Moctezuma I, con trazo de Nezahualcóyotl, se inicia la construcción de canal de piedra, entre los años 1454 y 1466.
Las excavaciones en el depósito de agua llamado popularmente “Baños de Moctezuma”, permitieron documentar sus fases constructivas: “Lo importante de examinar la alberca de seis metros de profundidad, es que permitió determinar su planta original rectangular escalonada, así como evidencias de la red de suministro del vital líquido hacia la ciudad, donde había diferentes ramales y depósitos para diferentes usos”.
Cuando se restauraron los Baños de Moctezuma en 2005, la investigación demostró que la alberca artificial tuvo por lo menos cuatro etapas constructivas: “En el desplante actual, se encontró una escalinata de lajas de andesita y secciones de argamasa pintadas de rojo. En excavaciones al exterior de la barda se encontró un talud de 56 grados de inclinación, asociado a una gran cantidad de material de los periodos Azteca III y colonial, lo que sugiere la existencia de otra alberca posiblemente construida durante el periodo virreinal temprano, de la época de Hernán Cortés o de los virreyes Antonio de Mendoza o Luis Velasco”.
En general todo el complejo del cerro del Chapulín tuvo un uso ritual, habitacional y también de recreo para los tlatoanis mexicas, quienes mandaron labrar su efigie en las piedras aledañas: “Las crónicas mencionan que Moctezuma Xocoyotzin tenía ahí una colección de peces exóticos”.
QUIENES DISFRUTARON LOS BAÑOS DE MOCTEZUMA
Después de la Conquista, el estanque de aguas cristalinas fue alberca de Hernán Cortés y La Malinche, de los virreyes en tránsito a la capital de la Nueva España; también lo usaron los cadetes del Colegio Militar en el siglo XIX, el emperador Maximiliano de Habsburgo y su esposa la emperatriz Carlota de Bélgica, y el general Porfirio Díaz, entre otros personajes.
Las excavaciones permitieron rescatar “material arqueológico teotihuacano (100 a.C. a 600 d.C.), de la fase Coyotlatelco (600 a 750 d.C.), del periodo Azteca I-IV (850 a 1521 d.C.), de la época colonial (siglos XVI, XVII, XVIII), además del siglo XIX y principios del XX”.
Para principios del siglo XX, el general Porfirio Díaz encargó a José Yves Limantour la remodelación del Bosque de Chapultepec, por lo que alrededor de 1907 se volvieron a intervenir los Baños de Moctezuma, dándole su actual aspecto octogonal.
Desde la época colonial “existían muchas leyendas de que en los Baños de Moctezuma habían enterrado un gran tesoro, cosa que ya se comprobó que no es cierto. La arqueóloga María de la Luz Moreno, en 1999, excavó el sitio y sólo encontró cerámica prehispánica, vidrio, lebrillos y objetos coloniales y huesos, pero ninguna ofrenda o tesoro”.
Durante dicha exploración, también se encontró una almena de piedra andesita con símbolos relacionados con el agua-viento, y un vaso de barro que alude al dios de la lluvia Tláloc, así como una escultura de toba volcánica con sus rasgos, y gran cantidad de figurillas identificadas con la deidad acuática.
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La Fuente de Chapultepec
Ultimo testimonio de los acueductos que partían desde el bosque hasta la creciente ciudad de México, la fuente de Chapultepec aún se mantiene en pie en la glorieta del Metro. Estaba adosada al acueducto que iba por lo que hoy es avenida Chapultepec y desembocaba en la Fuente de Arcos de Belén.
Este acueducto es de origen colonial y su arquería de piedra se construyó entre 1755 y 1760, siguiendo una acequia donde navegaban canoas. La Fuente de Chapultepec data del virreinato del Marqués de las Amarillas y la fuente de Salto del Agua se colocó en 1779, siendo virrey Bucareli.
El Acueducto de Chapultepec se sumó al que ya existía de origen prehispánico que iba por la calzada de la Verónica, luego Melchor Ocampo y ahora Circuito Interior, y daba la vuelta a la altura de San Cosme, por la calzada Tlacopan (México-Tacuba), donde se encontraba la Fuente de la Tlaxpana. Continuaba su recorrido en dirección al Centro hasta llegar al entronque de lo que ahora es Eje Central y Tacuba, atrás del Palacio de Bellas Artes, en ese lugar estaba la Fuente de La Mariscala.
“La Fuente de Chapultepec a pesar de que ha sido cambiada de lugar en tres ocasiones y está fragmentada, es la única original que se conserva”, López Camacho.
Publicado en el INAH
10 reliquias mexicanas que no volverán a México
Foto: cristian_roberti
Por: Xiu
En el año 2012, el investigador mexicano Miguel Gleason realizó una búsqueda de aquellas piezas de arte originarias de México que salieron del país para nunca regresar y, para su sorpresa, encontró más de 9 mil de ellas, entre pinturas, esculturas y reliquias de todo tipo.
La mayoría se encuentran en países de Europa, como Alemania, España, Italia, Austria, el Reino Unido y Francia. Algunas fueron robadas y adquiridas a través del mercado negro y otras más fueron conseguidas a través de subastas siglos atrás. Lo triste del caso es que el tiempo ha hecho lo suyo y ahora sería prácticamente imposible trasladarlas a México, por el riesgo que implica el movimiento.
A continuación te presentamos diez de estas reliquias que, a pesar de ser mexicanas, jamás podremos ver en México y que de las que solo nos resta ver sus réplicas:
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El Códice Dresde
Enviado por Hernán Cortés a europa, es el libro más antiguo de América y es una reliquia maya que dará data del siglo XI-XVII.
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El penacho de Moctezuma
Se encuentra en el museo de Etnología de Viena y es uno de los regalos que Moctezuma dio a Hernán Cortés. Austria y México llegaron a un acuerdo para trasladarlo nuevamente a nuestro país, pero la fragilidad del penacho impide que se le pueda mover del sitio donde se encuentra sin que se destruya completamente.
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La máscara de Tezcatlipoca
Es una máscara del arte mexica hecha en turquesa que data del siglo XV. Actualmente se exhibe en el museo Británico.
Foto: cristian_roberti
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La máscara de Quetzalcóatl
Es de manufactura mixteca, hecha en el siglo XV o XVI, al igual que la anterior, también se exhibe en el museo Británico.
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El códice Aubin
Uno más que se exhibe en el museo Británico. Se trata de un códice que relata la travesía de los mexica desde su salida de Aztlan hasta los primeros años de dominación española.
Foto: matadornetwork.com/es
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Mural Huichol
Se exhibe en la estación parisina Palais Royal-Musée du Louvre y se titula “Pensamiento y Alma Huichol”. Fue elaborado con más de 2 millones de chaquiras por el artista Santos de la Torre.
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El mejor museo de Frida Kahlo
Se ubica en Baden Baden, Alemania, es un museo que alberga más de 126 obras de la pintora, en el se muestra su arte y el contexto en el que fue realizado, lo que lo vuelve un espacio sin igual.
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Nican Mopohua
Se exhibe en la Biblioteca Municipal de Nueva York, es de la autoría de Antonio Valeriano y en él se cuenta en náhuatl todo acerca de la leyenda de las apariciones Guadalupanas en el Cerro del Tepeyac.
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Los pectorales de jade mayas
Hace ya más de 100 años, el Cónsul estadounidense Edward Herbert se sumergió en uno de los tantos cenotes mayas para obtener las magistrales piezas y llevarlas a su país de origen (de Herbert). Desde entonces, se encuentran en el museo Peabody de Harvard sin la esperanza de que regresen a México.
Foto: matadornetworks.com/es
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Utopía
El libro escrito por Tomás Moro en 1516, el cual el original pertenecía a Fray Juan de Zumárraga, se encuentra en la universidad de Austin, Texas, sin que exista un acuerdo para regresarlo a México.
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FUENTE:
https://espanol.yahoo.com/noticias/10-reliquias-mexicanas-que-no-volveran-mexico-223705980.html
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(Algunas imágenes tomadas de internet, insertadas por Silvia Eugenia Ruiz Bachiller)
LOS CÓDICES Y LA APARICIÓN DE LA VIRGEN DE GUADALUPE
Documentos y Códices sobre la Virgen de Guadalupe y su aparición.
Esta sección presentará los documentos y códices que dan testimonio sobre al acontecimiento Guadalupano, comenzando con una imagen y una descripción del Códice Escalada, de 1548. De igual manera proporcionará breves notas extraídas de la Enciclopedia Guadalupana publicada por el mismo autor.
CÓDICE 1548
– Es el documento más antiguo que existe sobre la Guadalupana.
– Claramente se percibe su fecha, 1548, en la parte más alta del centro.
– Está dibujado sobre piel de animal; mide 20 por 13.3 Cm.
– Tiene tres inscripciones en lengua Náhuatl.
– “También en 1531… Cuautlactoactzin se hizo ver la amada madrecita, nuestra niña, de Guadalupe en México”.
– “Murió con dignidad Cuautlactoactzin”.
– Glifo y dibujo : “Juez Antón Valeriano”
– Firma de Fray Bernardino de Sahagún, declarada auténtica por el Dr. Charles E. Dibbley por Documentología y Grafología del Banco de México.
– Reúne la doble escena de…
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QUETZALCÓATL CREA EL QUINTO SOL Y A LOS SERES HUMANOS (LEYENDA DE LOS SOLES)
© condiciones al finalQUETZALCÓATL CREA EL QUINTO SOL Y A LOS SERES HUMANOS(LEYENDA DE LOS SOLES)(FRAGMENTO)History Channel en su serie “Las Batallas de los Dioses” ahora está transmitiendo sobre mitos latinoamericanos, empezando con el Quetzalcóatl de los aztecas. Estos programas son buenos porque permiten al público en general tener acceso a datos históricos que de otra manera no consultarían, sin embargo, debemos reconocer que los creadores de estos programas, además de tecnología de punta, tienen mucha imaginación y no sabemos cuáles son sus fuentes: de todos modos, en cuanto a mitos, siempre hay varias versiones y en este caso, hay muchas. Para empezar, este dios azteca, Quetzalcóatl, es un enigma:
Sobre estos y otros temas relacionados con Quetzalcóatl hay infinidad de publicaciones de historiadores, antropólogos y etnólogos que han dedicado muchos años de sus vidas al estudio de Quetzalcóatl. Entre todos ellos, elegí la “Leyenda de los Soles” de los aztecas, porque cubre varios temas primordiales referentes a la religión y filosofía de los aztecas antes de la conquista (invasión) de los españoles:
Con la “Leyenda de los Soles”, muy relacionada con Quetzalcóatl, vemos que hay más de una decena de libros escritos en el Siglo XVI, directos de fuentes indígenas; en la actualidad y con internet, la cantidad es asombrosa y no siempre basada en esas fuentes, que, por supuesto, tampoco son exactas, debido a los problemas de las traducciones del náhuatl al castellano, cuando los indígenas estaban aprendiendo apenas nuestro idioma y los frailes difícilmente entendían el náhuatl, además de que esas “traducciones” estaban permeadas por la religión católica, que no era la de los autores de los códices. Esa es la razón de publicar aquí la “Leyenda de los Soles”, en la versión del Códice Chimalpopoca, escrita en náhuatl en 1558 ( se le atribuye su recopilación a Fernando de Alba Ixtlixóchitl) y traducida por Primo Feliciano Velázquez en México, 1945 (más adelante publicaré de otras fuentes primarias y estudios con otros puntos de vista), para que los lectores tengan datos más cercanos a esa leyenda, en la que toma parte, y muy importante, el dios Quetzalcóatl. Conservé en lo posible la ortografía y redacción original, aunque confieso que quité algunos acentos que ya no se usan (como en “fué») y corregí el nombre del dios Xiuhtecuhtli, que estaba escrito Xiuhteuctli. Mis comentarios están entre paréntesis. “PRIMER SOL NAHUI OCELLOTL (4 TIGRE)Aquí están las consejuelas de la plática sabia. Mucho tiempo ha sucedió que formó los animales y empezó a dar de comer a cada uno de ellos: sólo así se sabe que dio principio a tantas cosas el mismo Sol, hace dos mil quinientos trece años, hoy día 22 de mayo de 1558. [955 a.C, según estas cuentas, aunque por estar en uso el calendario Juliano en esos días, el año sería otro según el calendario Gregoriano ver: https://2012profeciasmayasfindelmundo.wordpress.com/2012/01/04/historia-de-los-calendarios-romano-juliano-y-gregoriano/] Este Sol nahui ocellotl (4 tigre) fue de 676 años [13 períodos de 52 años (1]. Estos que aquí moraron la primera vez, fueron devorados de los tigres en el nahui ocellotl del Sol; comían chicome malinalli, que era su alimento, con el cual vivieron 676 años, hasta que fueron devorados como una fiera, en trece años; hasta que perecieron y se acabaron. Entonces desapareció el Sol. El año de éstos fué ce acatl (1 caña). Por tanto, empezaron a ser devorados en un día del signo nahui ocelotl, bajo el mismo signo en que se acabaron y perecieron.”
“SEGUNDO SOL NAUHUECATL (4 viento).El nombre de este Sol es nauhuecatl (4 viento). Estos que por segunda vez moraron, fueron llevados del viento: fué en el nahuecatl del Sol. En cuanto desaparecieron, llevados del viento, se volvieron monas; sus casas y también sus árboles, todo se llevó el viento; a este Sol asimismo se lo llevó el viento. Comían matlactlomome cohuatl (12 culebra); era su alimento, con que vivieron trescientos sesenta y cuatro años [7 períodos de 52 años], hasta que desaparecieron en un solo día que fueron llevados del viento; hasta que perecieron en un día del signo nauhecatl. Su año fue ce tecpatl (1 pedernal). TERCER SOL NAHUI QUIYAHUITL (4 LLUVIA)Este es el Sol nahui quiyahuitl (4 lluvia); y estos los que vivieron en el Sol nahui quiyahuitl, que fué el tercero, hasta que se destruyeron porque les llovió fuego y se volvieron gallinas. También ardió el Sol; y todas las casas de ellos ardieron. Por tanto, vivieron trescientos doce años [6 períodos de 52 años], hasta que se destruyeron en un solo día que llovió fuego. Comían chicome tecpatl (7 pedernal), que era su alimento. Su año es ce tecpatl (1 pedernal); y hasta que se destruyeron en un día del signo nahui quiahuitl, fueron pipiltin (niños): por eso ahora se llama a los niños pipilpipil (muchachitos). CUARTO, QUE FUÉ EL SOL NAHUI ATL [DILUVIO, OSCURIDAD Y FUEGO CAYÓ DEL CIELO]El nombre de este Sol es nahui atl (cuatro agua), porque hubo agua cincuenta y dos años. Estos son los que vivieron en el cuarto, que fué el Sol nahui atl; que vivieron seiscientos setenta y seis años [13 períodos de 52 años], hasta que se destruyeron, se anegaron y se volvieron peces. Hacia acá se hundió el cielo y en solo un día se destruyeron. Comían nahui xochitl (cuatro flor); era su alimento. Su año fué ce calli (l casa). En un día del signo nahui atl, en que se destruyeron, todos los cerros desaparecieron, porque hubo agua cincuenta y dos años. Acabando el año de ellos, Titlacahuan llamó al que tenía el nombre de Tata y a su mujer llamada Nene, y les dijo: «No queráis nada más; agujerad un ahuehuetl muy grande, y ahí os meteréis cuando sea la vigilia (toçoçtli) y se venga hundiendo el cielo.» Ahí entraron; luego los tapó y les dijo: «Solamente una mazorca de maíz comerás tú, y también una tu mujer.» Cuando acabaron de consumir los granos, se notó que iba disminuyendo el agua; ya no se movía el palo. (Aquí también, como Noé, un hombre fue avisado por un dios y se salvó él con su mujer) Luego se destaparon y vieron un pescado; sacaron fuego con los palillos (arrojaron el tizón) y asaron para sí los pescados. Miraron hacia acá los dioses Citlallinicue y Citlallatónac y dijeron: «¡Dioses! ¿quién ha hecho fuego? ¿quién ha ahumado el cielo?» Al punto descendió Titlacahuan, Tezcatlipoca, los riñó y dijo: «¿Qué haces, Tata? ¿qué hacéis vosotros?» Luego les cortó los pescuezos y les remendó su cabeza en su nalga, con que se volvieron perros. Por tanto, se ahumó el cielo en el año 2 acatl. He aquí que ya somos nosotros, que ya vivimos; que cayó el tizón y que se estancó el cielo en el año 1 tochtli. He aquí que cayó el tizón y entonces apareció el fuego, porque veinticinco años había sido noche. Por tanto, se estancó el cielo en el año 1 tochtli; después que se estancó, lo ahumaron los perros, así como se ha dicho; y a la postre cayó el tizón, sacó el fuego Tezcatlipoca, con que otra vez ahumó al cielo en el año 2 acatl. [QUETZALCÓATL CREA A LOS PRIMEROS HUMANOS]Se consultaron los dioses y dijeron: «¿Quién habitará, pues que se estancó el cielo y se paró el Señor de la tierra? ¿quién habitará, oh dioses?» Se ocuparon en el negocio Citlaliicue, Citlallatónac, Apanteuctli, Tepanquizqui, Tlallamanqui, Huictlollinqui, Quetzalcóhuatl y Titlacahuan. Luego fué Quetzalcóhuatl al infierno (mictlan,entre los muertos); se llegó a Mictlantecuhtli y a Mictlancíhuatl y dijo: «He venido por los huesos preciosos que tú guardas.» Y dijo aquél: «¿Qué harás tú, Quetzalcóhuatl?» Otra vez dijo éste: «Tratan los dioses de hacer con ellos quien habite sobre la tierra.» De nuevo dijo Mictlantecuhtli: «Sea en buena hora. Toca mi caracol y tráele cuatro veces al derredor de mi asiento de piedras preciosas.» Pero su caracol no tiene agujeros de mano. Llamó a los gusanos, que le hicieron agujeros, e inmediatamente entraron allí las abejas grandes y las montesas, que lo tocaron; y lo oyó Mictlantecuhtli. Otra vez dice Mictlantecuhtli: «Está bien, tómalos.» – Y dijo Mictlantecuhtli a sus mensajeros los mictecas: «Id a decirle, dioses, que ha de venir a dejarlos.» Pero Quetzalcóhuatl dijo hacia acá: «No, me los llevo para siempre.» Y dijo a su nahual: «Anda a decirles que vendré a dejarlos.» Y éste vino a decir a gritos: «Vendré a dejarlos.» Subió pronto, luego que cogió los huesos preciosos: estaban juntos de un lado los huesos de varón y también juntos de otro lado los huesos de mujer. Así que los tomó, Quetzalcóhuatl hizo de ellos un lío, que se trajo. Otra vez les dijo Mictlantecuhtli a sus mensajeros: «¡Dioses! De veras se llevó Quetzalcóhuatl los huesos preciosos. ¡Dioses! Id a hacer un hoyo.» Fueron a hacerlo; y por eso se cayó en el hoyo, se golpeó y le espantaron las codornices; cayó muerto y esparció por el suelo los huesos preciosos, que luego mordieron y royeron las codornices. A poco resucitó Quetzalcóhuatl, lloró y dijo a su nahual: «¿Cómo será esto, nahual mío?»El cual dijo: «¡Cómo ha de ser! Que se echó a perder el negocio; puesto que llovió.» Luego los juntó, los recogió e hizo un lío, que inmediatamente llevó a Tamoanchan. Después que los hizo llegar, los molió la llamada Quilachtli: ésta es Cihuacóhuatl, que a continuación los echó en un lebrillo precioso. Sobre él se sangró Quetzalcóhuatl su miembro; y en seguida hicieron penitencia todos los dioses que se han mencionado: Apanteuctli, Huictlolinqui, Tepanquizqui, Tlallamánac, Tzontémoc, y el sexto de ellos, Quetzalcóhuatl. Luego dijeron: «Han nacido los vasallos de los dioses.» Por cuanto hicieron penitencia sobre nosotros. [QUETZALCÓATL CONSIGUE EL MAÍZ]Otra vez dijeron: «¿Qué comerán, oh dioses? Ya todos buscan el alimento.» Luego fué la hormiga a coger el maíz desgranado dentro del Tonacatépetl (cerro de las mieses). Encontró Quetzalcóhuatl a la hormiga y le dijo: «Dime a dónde fuiste a cogerlo.» Muchas veces le pregunta; pero no quiere decirlo. Luego le dice que allá (señalando el lugar); y la acompañó. Quetzalcóhuatl se volvió hormiga negra, la acompañó, y entraron y lo acarrearon ambos: esto es, Quetzalcóhuatl acompañó a la hormiga colorada hasta el depósito, arregló el maíz y en seguida lo llevó a Tamoanchan. Lo mascaron los dioses y lo pusieron en nuestra boca para robustecernos. Después dijeron: «¿Qué haremos del Tonacatåépetl?» Fué solo Quetzalcóhuatl, lo ató con cordeles y lo quiso llevar a cuestas, pero no lo alzó. A continuación, Oxomoco echó suertes con maíz; también agoró Cipactónal, la mujer de Oxomoco. Porque Cipactónal es mujer. Luego dijeron Oxomoco y Cipactónal que solamente Nanáhuatl (el buboso) desgranaría a palos el Tonacatépetl, porque lo habían adivinado. Se apercibió a los tlaloque (dioses de la lluvia), los tlaloque azules, los tlaloque blancos, los tlaloque amarillos y los tlaloque rojos, y Nanáhuatl desgranó el maíz a palos. Luego es arrebatado por los tlaloque el alimento: el blanco, el negro, el amarillo, el maíz colorado, el frijol, los bledos, la chía, el michihuauhtli (especie de bledos); todo el alimento fué arrebatado. ÉSTE ES EL QUINTO SOLEl nombre de este Sol es naollin (4 movimiento). Este ya es de nosotros, de los que hoy vivimos. Esta es su señal, la que aquí está, porque cayó en el fuego el Sol en el horno divino de Teotihuacan. Fué el mismo Sol de Topiltzin (nuestro hijo) de Tollan, de Quetzalcóhuatl. Antes de ser este Sol, fué su nombre Nanáhuatl, que era de Tamoanchan. Aguila, tigre, gavilán, lobo; chicuacen ecatl (6 viento), chicuacen xochitl (6 flor); ambos a dos son nombres del Sol. Lo que aquí está se nombra teotexcalli (horno divino), que cuatro años estuvo ardiendo. Tonacatecuhtli (el Señor de nuestra carne) y Xiuhtecuhtli (el Señor del año) llamaron a Nanáhuatl y le dijeron: «Ahora tú guardarás el cielo y la tierra.» Quetzalcóatl, engañado por Tezcatlipoca, que lo embriaga, comete incesto y al darse cuenta, se va hacia el horizonte, hacia Tlillán Tlapallan, para navegar en una serpiente dorada o balsa de serpientes, en medio de fuego y humo. Pero antes de partir ofrece regresar en una fecha determinada, que casualmente fue la fecha en que llegó a Mesoamérica Hernán Cortés, el invasor español que subyugó a los aztecas y demás pueblos indígenas de Mesoamérica. Al irse Quetzalcóatl, se transformó en la estrella Venus. A la mayor brevedad, al Calendario Azteca voy a dedicarle un post completo, por lo menos. |
Bibliografía (libros consultados)
Leyenda de los Soles en Anales de Cuauhtitlán. Tenochtitlan, s.f.
Los Cinco Soles Cosmogónicos. Tenochtitlan, s.f.
Códice Fejérváry- Mayer. s.f.
Códice Vaticano A37.38. Tenochtitlan, s.f.
Benavente, Fray Toribio de, «Motolinía». Memoriales. Siglo XVI.
Del Paso y Troncoso, Francisco. Manuscrito Náhuatl 1558. 1558.
De las Casas, Bartolomé, fray. Brevísima relación de la destrucción de las Indias. “Sumaria Relación” 1542.
De Alba, Ixtlixóchitl, Fernando. Historia de la Nación Chichimeca. s.f.
Garibay K., Ángel M. Teogonía e Historia de los Mexicanos. México, s.f.
Kingsborough, Lord. Antigüedades de México, . México: SHCP, 1964.
Moreno de los Arcos, Roberto. Estudios de Cultura Náhuatl. s.f.
Muñoz Camargo, Diego. Historia de Tlaxcala. s.f.
Olmos, Andrés, fray. Historia de los Mexicanos por sus Pinturas. 1546.
Orozco y Berra, Manuel. Historia Antigua y de la Conquista de México”, Orozco y Berra, Manuel. México, 1880.
Velázquez, Primo Feliciano. Códice Chimalpopoca, Anales de Cuauhtitlán y la Leyenda de los Soles. Trad. Primo Feliciano Velázquez. Méxio: UNAM, 1992.
Von Humboldt, Alejandro. “Vista de la Cordillera y monumentos de los pueblos indígenas de América”. Ciudad de México: SHCP, 1980.
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Imágenes tomadas de internet o de los enlaces relacionados
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PEDRO DE ALVARADO, MATANZA DEL TEMPLO MAYOR
PEDRO DE ALVARADO
Y MOCTEZUMA II
Pedro de Alvarado ayudó a Hernán Cortés en el secuestro del Huey Tlatoani de los aztecas, el emperador Moctezuma II. Mientras lo tuvieron como rehén, Alvarado y Moctezuma simpatizaron; hay versiones de ambas simpatías, también de lo contrario (Pereyra p 111).
Pedro y Moctezuma platicaban junto a una de las fuentes,semejantes a las españolas, de los jardines del palacio, el agua salía por las fauces de una serpiente bellamente tallada en piedra.
Moctezuma era un poco menos alto que Alvarado, delgado, morenoclaro, pelo negro, lacio, hasta los hombros, barba rala, bigotes sólo en las comisuras de los labios, en esa ocasión usaba un manto de algodón blanco, bordado con grecas de colores vivos, sandalias amarradas en las pantorrillas, está triste por la situación de su pueblo y de él mismo al verse prisionero de los españoles.
Pedro de Alvarado platica con él, se siente de una raza y cultura superior, pero no puede resistir el carisma de Moctezuma, quien -por su parte- lo odia por ser su captor y guardián, pero tampoco puede sustraerse al carisma de Pedro
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PEDRO DE ALVARADO PIERDE LA COMUNICACIÓN AMABLE CON MOCTEZUMA
La actitud de los aztecas, empezando por Moctezuma, cambió desde que Cortés salió al encuentro de Narváez. Dejaron poco a poco de ser solícitos y se perdió la comunicación entre los dos altos mandos (Moctezuma y Alvarado, porque éste no tenía el ingenio político de Cortés). Pedro se atenía a lo que los tlaxcaltecas le decían de los aztecas.
LA FIESTA DE TÓXCATL
Cortés salió en los primeros días de mayo, un poco antes de la celebración del dios Tóxcatl, fiesta muy importante y solemne de los aztecas, en el que se celebraba una festividad muy importante en honor de Tezcatlipoca -dios de dioses- «Espejo Humeante», ante cuyo poder caprichoso, absoluto y algunas veces hostil, los aztecas se sentían impotentes; antes de irse Cortés, Moctezuma había concertado con él que se celebraría según los rituales normales.
Para los aztecas las festividades eran las diversiones más espectaculares de sus rituales, pues en ellas conmemoraban los hechos épicos de sus dioses, imploraban su favor, les enviaban mensajes, celebraban sus victorias guerreras, etc. y le servían al pueblo y a los nobles para lucir sus mejores galas, cantar, bailar, comer, presenciar combates gladiatorios, etc.
Ya que en las ceremonias del dios de la guerra los hombres ejecutaban en la plaza del Templo mayor maniobras, simulacros de escaramuzas y batallas para deleite de los espectadores, Moctezuma había pedido la autorización de Cortés para llevarlas a cabo; el capitán la había dado, con la condición de que no llevaran armas y de que no se efectuaran sacrificios humanos.
El ritual consistía en sacrificar, en honor de Tezcatlipoca, a un joven de intachable perfección física, que se escogía desde un año antes para que durante ese tiempo gozara de todos los deleites y podía andar por la ciudad adornado de flores y luciendo su séquito de bellas mujeres; se le acataba como la imagen de Tezcatlipoca.
Veinte días antes de la celebración se le daban cuatro hermosísimas doncellas para que le proporcionaran todos los placeres sensuales y los últimos cinco días eran dedicados a opíparos banquetes.
El ritual se iniciaba con danzas en la explanada frente al templo mayor; los danzantes eran algunos sacerdotes y señores principales, ataviados con sus mejores galas y joyas.
En el momento de la gran ceremonia el joven elegido era conducido por los sacerdotes con toda solemnidad hasta arriba del templo; en cada escalón iba rompiendo una a una las flautas que había tañido durante el año que había durado su consagración. Al llegar a la cima, el joven era colocado acostado sobre la piedra de los sacrificios, llamado téchcatl, le daban una bebida adormecedora para que no sintiera dolor cuando le abrieran el pecho con un cuchillo de pedernal y con toda solemnidad, le sacaban el corazón. después de terminada la ceremonia, el cuerpo sin vida era bajado con toda reverencia y le cortaban la cabeza para colocarla en el tzomplantli de las calaveras, situado enfrente de la puerta principal del templo y en cual se colocaban las cabezas de los sacrificados, insertadas en vigas puestas paralelamente una sobre otra, a fin de que las cabezas quedaran expuestas, cara afuera, para ser todavía reverenciadas por el populacho. El ser elegido para este ritual era un honor para cualquier joven y todos deseaban esa distinción.
ALVARADO DEBE TOMAR UNA DECISIÓN
Alvarado estaba muy inquieto y sin la cooperación de la Malinche, no le era dado tener una clara explicación por parte de Moctezuma. los banquetes y festejos de los últimos cinco días lo habían tenido muy nervioso, máxime sabiendo que ese día se reunirían los más altos señores y guerreros de la Triple Alianza
Para aumentar su inquietud, una vieja indígena, queriendo congraciarse con la Malinche, le dijo que huyera antes de la celebración, porque los guerreros iban a atacar a los españoles (Solís) .
EL PLAN DE LOS AZTECAS
Aprovechando la festividad y que Cortés había dado su anuencia sabiendo que iba a haber danzas y escaramuzas, los aztecas urdieron un ataque a los españoles, disfrazando a soldados como nobles para efectuar la danza en la explanada del Templo Mayor, sin llevar armas visibles -pero sí navajas de obsidiana escondidas entre las ropas- y luciendo sus mejores y más vistosas joyas, pues sabían de la obsesión española por el oro y las piedras preciosas; estos «nobles» serían la carnada para atraer al capitán y sus hombres a la explanada, mientras algunos «espectadores» -soldados disfrazados de gente del pueblo- recuperaban rápidamente sus armas que habían dejado en casas vecinas y cercaban a los españoles por la espalda.
Para no fallar, enviaron a mucha gente a correr el rumor de lo que pensaban hacer, porque querían estar seguros de que los españoles acudirían a la explanada.
Alvarado había notado muchos cambios en la actitud de los nobles de la corte desde que Cortés salió al encuentro de Narváez, por lo que se valió de espías tlaxcaltecas para que le informaran lo que pasaba en la ciudad; se le dijo que la gente estaba inquieta y misteriosa y que se hacían juntas en casas particulares, con actitudes que descubrían la intención. Finalmente le dijeron que se estaba forjando una conjuración contra los españoles, y que la fecha sería en la fiesta del dios Tezcatlipoca, celebrado en el mes de Tóchcatl (20 de mayo de 1520), aprovechándose del baile, para luego incitar al pueblo a ir a rescatar a Moctezuma. Por supuesto esto era lo que querían los guerreros aztecas.
El día anterior por la mañana vinieron algunos nobles promotores de la fiesta a pedir la anuencia de Pedro, y él -puesto que no tenía ninguna seguridad- dio el permiso, con la condición de que no llevaran armas ni hicieran sacrificios de sangre. Esa noche se enteró de que habían escondido armas en el barrio anexo al templo, con lo cual dejó de dudar y decidió asaltarlos al inicio de la fiesta, sin darles tiempo de tomar las armas ni levantar al pueblo.
Los aztecas habían logrado su propósito, pues los tlaxcaltecas rumoraban, muertos de miedo, que los aztecas los
atacarían aprovechando las danzas rituales de la festividad y su paranoia se fue contagiando a los españoles y sobre todo a Pedro, quien tenía toda la responsabilidad de las decisiones que debían tomarse; por una parte, si hacía oídos sordos a los rumores y eran atacados por sorpresa, podrían fácilmente ser eliminados a pesar de los miles de tlaxcaltecas que los acompañaban, por otra, si ellos atacaban primero aunque los rumores fueran falsos… lo que podría pasar era que los españoles tuvieran la plaza sojuzgada por las armas en lugar de sólo por acuerdo (no supuso que los indios tuvieran la posibilidad de ganar la batalla si él los atacaba por sorpresa) y obtendrían un muy buen botín con las joyas de los celebrantes.
Cuando estuvo seguro de que se iba a efectuar el alzamiento, decidió que actuando de la misma manera que lo hiciera Cortés cuando tuvieron el mismo peligro, no sólo se salvarían , sino de felices resultados posteriores, puesto que al tener a su merced a las cabezas de los tres reinos y acabar con ellas, el pueblo, sin guía, sería incapaz de volver a sublevarse.
DIFERENCIAS ENTRE LOS SACRIFICIOS AZTECAS Y LAS TORTURAS ESPAÑOLAS
El día de la fiesta después de un rato a solas para poder tomar la decisión correcta, se dirigió al patio del templo donde ya habían comenzado los festejos (los españoles nunca entendieron que los que iban a ser sacrificados a los dioses se sentían honrados y quede esa manera se ganaban un destino semejante al cielo de los cristianos).
Encontró que iban a ser inmolados tres jóvenes durante las solemnidades previas a la ceremonia principal. Ordenó que los tres muchachos (entre los cuales se encontraban dos parientes de Moctezuma) fueran sometidos al tormento de aplicarles brasas encendidas en el vientre, lo cual -además de doloroso- fue una vejación a la dignidad de los jóvenes, que estaban dispuestos a ser sacrificados en un solemnísimo ritual a sus dioses, sin más dolor físico que (después de beber un preparado de hierbas con droga para tranquilizarlos y evitarles el dolor) una pequeña sensación en el pecho al ser abierto, y luego la insensibilidad de la muerte al serles cortado el corazón, además de su estado mental y emocional de saberse destinados al paraíso de los sacrificados, que era uno de los mejores dentro de los 13 cielos de los aztecas.
El tormento a que los sometieron los españoles fue muy diferente, pues aparte de su dignidad herida por el maltrato, ellos ni estaban dispuestos emocionalmente, ni tranquilizados por ninguna droga, para soportar el dolor de sus entrañas quemadas por brasas ardiendo.
Los muchachos estaban en una situación muy difícil, pues les cambiaron las circunstancias para las que ya estaban preparados, y se encontraron con que en lugar de ser sacrificados a su dios, estaban siendo torturados para decirles a los españoles lo que éstos querían escuchar, pues -además- al traductor le decían:
-Di, Francisco, dicen que nos han de dar guerra de aquí a diez días.
Francisco les preguntaba en náhuatl, y aunque los jóvenes respondían que no sabían, Francisco les decía a los españoles.
-Sí, señor, sí señor.
Pedro interpretaba esto como que los interrogados estaban
aceptando que los indios los iban a atacar por sorpresa, sin enterarse de lo que realmente contestaban los torturados.
Mientras tanto, ya había empezado la danza en el recinto del templo, 2000 nobles, cargados de fastuosas joyas pero sin armas, bailaban al son de flautas, chirimías, caracolas y tambores.
Pero algo falló a los aztecas, que suponían que Pedro esperaría a tener la seguridad del ataque para actuar, porque a Alvarado, que no tenía el enorme ingenio y habilidad política de su jefe sólo se se le ocurrió (sin tener en cuenta las diferencias, y que las decisiones hábiles deben tomar en cuenta la diversidad de circunstancias en cada caso particular), fue hacer lo mismo que Cortés en Cholula (Pereyra).
ALVARADO ATACA POR SORPRESA, LA MATANZA DEL TEMPLO MAYOR
Alvarado dejó a la mitad de sus hombres custodiando a Moctezuma y a los prisioneros y a la hora señalada se
dirigió al templo con el resto, con el pretexto de la curiosidad que les causaba la fiesta.
Alvarado cubrió las puertas del patio mientras se llevaba a cabo la danza sin que los nobles danzantes se percataran de sus maniobras. y aunque había miles de espectadores, sin cuidarse de ellos dio la orden a sus soldados, que se lanzaron contra los danzantes cuando se hallaban desprevenidos y desarmados, iniciando la más horripilante y despiadada carnicería, cortando manos y cabezas, dando estocadas y lanzadas a diestra y siniestra, y a los que se acercaban a las puertas, intentando ir por sus armas, ahí los mataban. Corría la sangre por el piso de mármol como si fuera agua de lluvia y toda la explanada estaba cubierta de cabezas, brazos y cadáveres; los españoles buscaban por todos los rincones para rematar a los heridos. Una vez muertos todos, la soldadesca, ya sin control, se dio a la rapiña y al despojo de los cadáveres, entre los que se contaban no sólo los danzantes, sino infinidad de espectadores, mujeres y niños, pues los españoles una vez comenzada la orgía de sangre, no se fijaban a quien mataban.
La intención de Alvarado era castigar la «traición» de los aztecas y desunirlos, lo cual consiguió sin dificultad, pero los soldados españoles una vez iniciada la orgía de sangre, se dedicaron al pillaje y despojo de los cadáveres aún tibios de sus víctimas, arrebatándoles sus joyas
Situación muy difícil de controlar cuando los soldados (españoles) se encuentran vencedores con la espada en la mano y el oro a la vista.
La mayoría de los soldados aztecas disfrazados de nobles que estaban en la danza ritual fueron atacados por la espalda antes de lo que esperaban y no tuvieron tiempo de defenderse, pues murieron en el acto. Muertos ellos, los soldados españoles atacaron al gentío sin ton ni son, hiriendo y matando a los que corrían espantados al ver semejante matanza; sin embargo, uno de los caudillos aztecas pudo huir herido, pues su atacante lo consideró muerto y, después de arrancarle su pectoral de oro y demás joyas, lo dejó tirado en el suelo, para ir a despojar al cadáver más cercano. El noble indígena se arrastró lentamente, por sus heridas y para no llamar la atención de los españoles, y cuando finalmente salió del patio del templo se levantó dando voces para organizar a los hombres que ante la sorpresa no sabían qué hacer. De inmediato envió a los hombres por sus armas y cuando tuvo disponible a un buen número de guerreros, dio la voz de guerra.
Los indios, ya organizados y bajo el mando de un jefe, atacaron vigorosamente a los españoles, que hasta ese momento se había dado impunemente al festín de sangre, muerte y botín; cuando los defensores entraron al patio y vieron la asquerosa rapiña española, se indignaron justamente y atacaron con toda la ferocidad que les nacía de ver a sus soldados junto con simples espectadores, mujeres y niños, yacer muertos por las armas de los españoles y despojados después de sus joyas y adornos valiosos, por unos despreciables seres que difícilmente podrían llamarse humanos, con la codicia brillando en sus ojos inyectados de sangre.
Acamactli, sacerdote dedicado al culto de Quetzalcóatl, se encontraba dentro del templo cuando se inició la matanza, al escuchar los alaridos de los españoles al atacar y los gritos de pánico de la multitud, se asomó y no podía creer lo que sus ojos estaban viendo; se encomendó a sus dioses y tomando un cuchillo de obsidiana de los que servían para abrir los pechos de los sacrificados, bajó las escaleras lo más rápido que su vestimenta le permitía; al ir descendiendo, buscó con la mirada a Tonatiuh, pues sabía que él se había quedado al mando de los invasores, lo localizó y tratando de pasar inadvertido se le acercó, justo en el momento en que se escuchaba el grito de guerra de Anacahuictli, el guerrero que había escapado herido.
Pedro soltó el collar de piedras preciosas que acababa de quitar a un noble muerto y levantó la vista para ver qué estaba pasando, cuando vio que los indígenas contraatacaban intentó dirigirse al centro de la acción para organizar a sus bestias, pero no sin antes recibir una cortada en el brazo izquierdo, que le hizo Acamactli cuando Pedro iniciaba la carrera hacia donde se le necesitaba; Alvarado, debido a la excitación de la batalla, no sintió la cuchillada sino hasta varios pasos más allá, pero no se entretuvo en responderla, por lo que Acamactli se quedó frustrado con el cuchillo en la mano, cuando ya pensaba que tendría la oportunidad de matar al líder y ni siquiera pudo herir a ningún español más pues Pedro ordenó la inmediata retirada y los españoles huyeron en el acto. lo único que pudo hacer el sacerdote, fue cerrar los ojos de muchos nobles muertos a traición por los invasores y organizar a las mujeres que no estaban muy malheridas para los funerales de tantas víctimas, aunque tal no fuera la usanza, pero los hombres debían cobrar venganza.
RETIRADA DE LOS ESPAÑOLES AL MANDO DE PEDRO DE ALVARADO, LOS AZTECAS LOS SIGUEN Y SITIAN EL CUARTEL
Al verse atacado por los defensores, Alvarado -herido por Acamactli- ordenó la retirada al Palacio de Axayácatl, donde tenían su cuartel, al cual llegaron unos segundos antes que sus perseguidores, quienes ya que no pudieron vengarse matándolos, se conformaron con sitiarlos, cortándoles el agua e impidiéndoles la entrada de alimentos. Pedro no tuvo la precaución de explicar los motivos de su sorpresivo ataque, ni de decir que le habían informado de una traición y que los nobles tenían armas escondidas para acometer a los españoles.
Simplemente se retiró vencedor después del pillaje, lo que irritó tanto al pueblo, que tomó las armas contra los asesinos saqueadores, sin necesidad de que los nobles y los soldados los azuzaran (Solís, p 236\7), pues esta carnicería sobrepasó los límites de lo que podían soportar, porque ya habían sufrido la profanación de sus templos, la prisión de su monarca, habían tenido que aceptar como huéspedes a sus enemigos tlaxcaltecas y huejotzincas, y hasta se habían tragado insultos y profanaciones a su religión.
Los sentimientos de hostilidad y rencor acallados tan difícilmente por tanto tiempo se convirtieron en un alarido de venganza y todos los habitantes de la ciudad empuñaron las armas sitiando el cuartel de los enemigos.
Algunos intentaron escalar los muros, otros los minaron en algunas partes y les prendieron fuego. al verse en tan comprometida situación, Alvarado tuvo que recurrir a Moctezuma, quien después de mucho aceptó subir a la azotea a ordenar el cese de hostilidades. Los guerreros aztecas no querían obedecer y tildaron a Moctezuma de traidor, pero como aún era su Tlatoani, dejaron de atacar, aunque no levantaron el sitio, hasta que se enteraron que Cortés regresaba vencedor.
REGRESO DE CORTÉS
Cuando, el 24 de Junio, el Capitán General entró en Tenochtitlan por el barrio de Tlatelolco, los guerreros y el pueblo se habían retirado estratégicamente, dejando el acceso al Palacio de Axayácatl desierto y silencioso, lo cual no afectó a Cortés, aunque la situación fuera diferente a su primera entrada por la calzada de Iztapalapan, pues si bien en aquella ocasión había entrado en medio de aclamaciones, sólo lo acompañaba un puñado de compatriotas, y ahora venía con muchos más, del ejército de Narváez, que se le habían unido en Veracruz. Los aztecas lo dejaron entrar para tener a todos los enemigos juntos en el palacio y después sitiarlos para exterminarlos.
Cuando Cortés llegó al Palacio de Axayácatl, ignoró la bienvenida de Moctezuma, y después se negó a recibirle porque los aztecas habían vuelto a sitiarlos y su tropa casi no tenía qué comer y la poca agua salitrosa de que disponían no era buena para beber.
Cuando unos emisarios de Moctezuma le pidieron audiencia para el monarca contestó:
-¿Qué tengo que hacer con este perro rey que permite que nos maten de hambre a su vista?
Olid, De Avila y Velázquez trataron de calmarlo (Alvarado hubiera querido hacerlo, pero no se atrevió a hablar). Cortés se enfureció más, sobre todo porque sospechaba que Moctezuma se había puesto de acuerdo con Narváez para el levantamiento de la fiesta de Tóxcatl (Alvarado no lo creía así).
-¿No nos traicionó el perro en sus comunicaciones con Narváez? ¿Y no nos deja morir de hambre ahora que sus mercados están cerrados? – se dirigió a los enviados de Moctezuma -¡Id y decid a vuestro amo y a su pueblo que abran los mercados o nosotros lo haremos por la fuerza!
CORTÉS REPRENDE A ALVARADO
Después se encerró en una habitación pues necesitaba hablar con Alvarado, al que escuchó con aparente calma, porque quería saber lo que realmente había ocurrido. Pensaba castigar a Alvarado si lo encontraba culpable, como se decía, de haber atacado sólo impulsado por la codicia para hurtar las valiosas joyas de los danzantes.
Cuando su capitán terminó su explicación lo observó adusto.
Al escuchar las razones de su capitán, que dijo haberse sentido amenazado y que actuó así sólo para ganar la delantera a los aztecas, Cortés se conformó con reprenderlo duramente, por su arrojo y falta de previsión con que dejó casi sin vigilancia a Moctezuma; culpándolo por no justificar a voces con el pueblo la resolución que se vio obligado a tomar. Finalmente, levantándose de su asiento y mirándolo duramente le dijo:
-Habéis hecho mal, no habéis correspondido a la confianza que deposité en vos, os habéis conducido como un hombre sin juicio.
Dándole la espalda bruscamente se apartó con manifiesto disgusto.
Cortés aceptó los razonamientos de Alvarado como válidos porque no era momento de dividir sus fuerzas, y menos de perder una espada tan diestra y valerosa como la de Alvarado (Solís P 236\7 ) (Prescott 347).
CONTINÚA EL SITIO Y CORTÉS LIBERA A CUITLÁHUAC
Al día siguiente el sitio continuaba, la ciudad seguía desierta y en las cortaduras de las calles, los puentes*de las calzadas habían desaparecido.
Cortés le exigió a Moctezuma que ordenara la actividad normal de la ciudad, y éste le pidió la libertad de Cuitláhuac para que diera las órdenes, porque se necesitaba a alguien con mucha autoridad para que se acataran.
Cortés no midió las consecuencias y accedió a soltar a Cuitláhuac, hermano de Moctezuma, sin sospechar que se uniría a Cuauhtémoc, su sobrino, que estaba a la cabeza de los sublevados. (Pereyra)
Cuitláhuac era hermano del monarca, por lo tanto de sangre real y con derechos de parentesco para asumir el poder cuando Moctezuma muriera; éste aún estaba vivo, pero -según el pueblo- en contubernio con los invasores. (Pereyra y Solís) Cuitláhuac al salir convocó al Consejo Estatal (Tlallocan), que destituyó a Moctezuma y nombró Tlacatecuhtli al propio Cuitláhuac, que encabezó la ofensiva al palacio donde se guarnecían los españoles, pues siendo un jefe guerrero experimentado reorganizó las desordenadas tropas, urdiendo un plan de operaciones más eficaz, ordenando -por principio de cuentas- que levantaran los puentes levadizos que aún no habían quitado, para que el enemigo no pudiera huir.
CUITLÁHUAC ATACA A LOS ESPAÑOLES
Los españoles vieron con sorpresa cómo los indios, ordenados en espesas columnas, con brillantes pendones desplegados y reflejando la luz en sus yelmos, flechas y lanzas, avanzaban rápidamente hasta rodear por completo el palacio de Axayácatl, que era un conjunto irregular de edificios de piedra de un solo piso, salvo las torres del centro, que estaban rodeadas por un gran patio cercado por un muro de piedra no muy alto que, sin embargo, eran suficientes para detener el embate de los sitiadores.
Cuando los de vanguardia se acercaron al muro, todos los guerreros aztecas prorrumpieron a una su penetrante grito de guerra, que hizo temblar a los tlaxcaltecas que sabían lo que podía significar, mientras los españoles, sudando frío, se plantaban más firmemente en el suelo apretando fuertemente sus arcabuces. Un segundo después de escuchar el alarido de los aztecas, recibieron una lluvia de flechas y piedras arrojadas con hondas desde afuera y desde las azoteas inmediatas. Los españoles respondieron con una descarga general de artillería, arcabuces y ballestas, matando a muchos aztecas, pero seguían llegando más, dando la impresión de que salían de la misma tierra. Desde las azoteas seguían llegando flechas y piedras, pero no hacían tanta mella en los sitiados como la artillería a los sitiadores, que -al desconocer el daño que podían hacer las armas de fuego se habían lanzado confiados al ataque.
La caída de muchos de sus compañeros de vanguardia los hizo vacilar por unos segundos, pero reponiéndose y lanzando un nuevo grito de guerra, avanzaron sobre sus camaradas caídos. La segunda y la tercera descarga pusieron un poco de desorden en sus filas, pero volvieron a la carga lanzando nubes de flechas de las cuales pocas daban en el blanco, no así las que arrojaban desde las azoteas, pues desde lo alto, los guerreros podían dirigir mejor su puntería; las piedras que arrojaban con hondas eran las que más estragos hacían sobre todo en los tlaxcaltecas y en los soldados veteranos de Cortés que eran los que menos defensa tenían.
A pesar de que muchos aztecas caían ante el fuego enemigo, algunos lograron trepar los muros de poca altura, pero los disparos de los españoles o los macuáhuitl de los tlaxcaltecas los repelían. Al ver lo inútil de su intento, trataron de rompen los muros golpeándolos con pesadas piezas de madera; al no lograr abrir brecha, quisieron prender fuego al cuartel español arrojando teas encendidas por encima de las troneras; las barracas de los tlaxcaltecas eran de madera y se incendiaron, causándoles gran perjuicio a los sitiados que apenas tenían el agua suficiente para beber, por lo que trataron inútilmente de apagar el fuego con tierra y finalmente para detenerlo tuvieron que destruir una parte de la muralla, que Cortés mandó defender con cañones y arcabucesque disparaban por la abertura a los sitiadores.
Era una lucha para vencer o morir. Del patio del palacio se elevaban grandes llamaradas y espesas columnas de humo; las quejas de los heridos y moribundos no podían escucharse en medio de los gritos de los combatientes y el estruendo de cañones y arcabuces, unidos al silbido de las flechas y piedras arrojadas por los aztecas.
Llegó la noche para dar respiro a los españoles, porque los aztecas rara vez peleaban en la oscuridad, aunque -de cuando en cuando- lanzaban una flecha o una piedra sólo para recordar al enemigo que seguían ahí.
Cortés no se esperaba esta ferocidad por parte de unos aztecas que le habían permitido posesionarse de uno de sus palacios, que no chistaron cuando secuestró a su emperador y que habían dejado entrar al enemigo hasta el corazón de su ciudad. Sabía de los presagios que anunciaban su llegada y su victoria y se había aprovechado de ellos, pero los guerreros no eran tan supersticiosos como su emperador y cuando los ultrajes llegaron al límite reaccionaron como lo que eran: un pueblo guerrero. A pesar de la lucha del día anterior, Cortés pensó que el ataque sólo había sido una exaltación pasajera que se disiparía pronto, así que al día siguiente quiso hacer una salida para castigar a los aztecas y mostrarles quien era el jefe.
Sin embargo, aún no aprestaban sus armas, cuando empezaron a recibir andanadas de flechas y al asomarse vieron que el ejército había aumentado y no tenía la apariencia de «populacho enardecido», sino que era un ejército regular, dividido en batallones cada uno con su respectivo estandarte, cuyas insignias mostraban que pertenecían a las principales ciudades del valle; el principal era -naturalmente- el de Mexhico Tenochtitlan, con el águila devorando una serpiente, posada sobre un nopal, todo ello bordado con plumas. Entre los guerreros se podía distinguir a los sacerdotes que los animaban a vengar a sus ultrajados dioses.
Antes de que los aztecas atacaran, Cortés ordenó que un grupo saliera después de una descarga general de artillería y fusilería que acabó con buen número de sitiadores, lo cual aprovecharon los españoles para salir al mando de Cortés, rodeado por su infantería y varios miles de tlaxcaltecas. Hubo sorpresa entre los sitiadores, pero se reorganizaron refugiándose tras barricadas que ya tenían preparadas y aunque muchos murieron traspasados por lanzas y espadas, también diezmaron al invasor, pues lo atacaban por todos los flancos, incluso algunos suicidas se abrazaban a las patas de los caballos mientras otros trataban de tirar a los jinetes para acabar con ellos ahí mismo con su temible Macuáhuitl o, peor, eran llevados en una canoa al altar de los sacrificios, donde los sacerdotes felices llevaban a cabo su labor.
Los que más afectaban a los españoles eran los guerreros colocados en las azoteas, pues lanzaban miles de flechas y piedras con tanta fuerza que tiraban a los caballeros de un sólo golpe. Viendo esto, Cortés ordenó prender fuego a las casas, que aún siendo de piedra tenían muchas cosas inflamables, pero entre las construcciones había grandes espacios, canales y puentes levadizos, así que el fuego no se propagaba y la destrucción de la ciudad fue lenta.
Fue un combate de ataques y retiradas en que ambos contendientes tenían graves pérdidas, pero aunque los aztecas perdían más soldados, les llegaban refuerzos, cosa que no sucedía con los españoles, que sufrían más por la pérdida de un hombre que los otros por la de cien.
Cortés finalmente, al ver la ferocidad de su enemigo -que ni él ni los que habían servido en Italia y Turquía, habían visto jamás- ordenó la retirada, no sin que los aztecas cargaran sobre ellos con nutridas andanadas de flechas y piedras; aunque no pudieron entrar tras los enemigos, acamparon fuera del palacio con la misma resolución del día anterior.
DESTITUIDO MOCTEZUMA, LOS AZTECAS PUDIERON ATACAR A LOS ESPAÑOES
El capitán español había cometido un error de juicio al pensar que los aztecas podrían sufrir calladamente todos los insultos que les había hecho; si lo habían soportado sólo se debía al respeto que le tenían a Moctezuma, pero no al miedo que pudiera haberles inspirado Cortés y su ejército, por muchas armas de fuego o caballos que trajera; pero una vez quitado el freno que los detenía, manifestaron sus violentas pasiones, que demandaban vengar las afrentas recibidas, máxime habiendo sido hasta entonces los señores de un gran imperio.
Al día siguiente el Palacio de Axayácatl fue atacado varias veces por los aztecas y los españoles tenían que defenderse con toda la artillería para evitar que entraran al cuartel. cosa que algunos lograron, aunque sólo encontraron la muerte. De cualquier manera el incidente preocupó a Cortés, pues hubo momentos en que los soldados temieron que su cuartel fuera tomado por asalto.
CORTÉS OBLIGA A MOCTEZUMA A CALMAR A SU PUEBLO
Ese día Cortés dio la orden de construir una especie de castillos rodantes para defenderse y a la vez tener posibilidad de alcanzar las azoteas y atacar a los aztecas que los hostilizaban desde ellas, y temeroso de que entraran al cuartel, demandó a Moctezuma, amenazándolo con matar a sus hijos si no lo hacía, que calmara a la muchedumbre hablándoles desde la azotea, a lo cual accedió el monarca, no por la amenazas de su captor, sino porque sabía que Cuitláhuac ya había tomado el mando y quería darle instrucciones, pues cuando los españoles lo dejaron libre no pudo hablar con él.
Teniendo la certeza que si en su discurso hacía veladas alusiones a algunas de las históricas arengas de Tlacaélel[i], Cuitláhuac entendería el sentido real de sus palabras, aunque éstas dijeran lo contrario. Aceptó hablarle al pueblo desde la azotea del Palacio donde se encontraba prisionero de los invasores.
Los guerreros y el pueblo que estaban atacando el palacio lo reconocieron de inmediato, pues su manto blanco con grecas de colores vivos y orlado con hilo de oro y su penacho también blanco, que eran las vestiduras imperiales, sólo él podía usarlas.
Cortés lo liberó de sus cadenas para que los atacantes no se sublevaran más, pero ordenó que colocaran una lanza en su espalda y Moctezuma caminando despacio, subió con toda dignidad a la azotea para hablarle a su gente. Se paró cerca del pretil, pero cuidando de no pisar el dibujo que había en el suelo, con la figura de un águila sobre un nopal, y en el pico una serpiente, sobre un círculo rojo como fondo. Ver este símbolo confortó su corazón y se dispuso a hablar.
Sabía que Su discurso lo iban a traducir, como siempre, Malintzin y Jerónimo de Aguilar, pero él estaba seguro de que desconocían la Historia oral de Tehochtitlan, así que no había peligro de que entendieran lo que implicarían sus palabras.
Comenzó por aplacar (aparentemente) a su pueblo, diciéndoles:
-¡Amado pueblo mío!, recuerda cuando comenzó nuestro Imperio… ten presente que cuando éramos vasallos de los tecpanecas teníamos muchos conflictos internos… ¡no los repitamos!
El populacho se calmó al oírlo. Moctezuma continuó:
-¡Recuerda la arenga de Tlacaélel al tomar el poder…!
Calló por un momento para dejar que los guerreros que lo escuchaban recordaran lo que todos conocían (por medio de la historia oral), del discurso del Gran Sacerdote Tlacaélel cuando recibió su investidura:
«¿Qué es lo que hacéis tenochcas?
¿Cómo puede haber cobardía en el
pueblo de Huitzilopochtli?
Meditad, buscad un medio para nuestra
defensa y honor y no aceptemos entregarnos
afrentosamente en manos de nuestros enemigos.
Este es el sitio donde el águila despliega
sus alas y vence a la serpiente.
¿Quién no lo defenderá?
¡Que resuenen nuestras voces anunciando
al mundo la contienda!
El tiempo de la ignominia y la degradación
ha concluido, ya es tiempo de nuestra gloria,
ya las flores de guerra abren sus corolas.
¡Que llegue la aurora!, nuestros pechos serán
murallas de escudos, nuestras voluntades lluvia
de dardos contra el enemigo.
¡Que la tierra tiemble y el cielo se estremezca,
los tenochcas han despertado y se yerguen para
el combate!
El discurso iba dirigido a todos, pero especialmente dedicado a su hermano Cuitláhuac, quien además de conocer la arenga que pronunció el Gran Sacerdote azteca al recibir la investidura, también recordaba aquélla que escucharon él y su hermano mayor Moctezuma juntos, cuando eran niños, en la malhadada ocasión en que los aztecas no pudieron vencer a los tarascos, y el Gran Sacerdote le informó al pueblo la derrota; en esa ocasión había dicho:
«…La derrota de un pueblo, la pérdida
de su poderío no sobreviene por fracasos
en un campo de batalla, sino por la quiebra
interior de la voluntad. Sólo está vencido
quien acepta estarlo.
…La lucha verdadera y decisiva tendrá lugar
en el corazón de cada uno de los tenochcas.
¿Quién logrará el triunfo en este combate?
¿Quién obtendrá la victoria?»
El monarca prosiguió dirigiéndose al pueblo aparentemente para calmarlo, pero Cuitláhuac sabía que lo que realmente les decía era que no permitieran, a ningún costo, la afrenta que les hacían los españoles; que aún a riesgo de su muerte, Moctezuma les pedía -les exigía- que atacaran sin cuartel. Cortés escuchaba atentamente a Malintzin y a Aguilar que traducían palabra por palabra, sin darse cuenta del significado real de éstas.
Frente al palacio, Cuitláhuac comprendió y dio escuetas órdenes a los guerreros que volvieron a atacar a los españoles que se encontraban en la azotea -entre ellos Cortés y Alvarado- a pesar de que Moctezuma también estuviera ahí.
CORTÉS ASESINA A MOCTEZUMA POR LA ESPALDA
Cortés al ver la reacción más violenta de los sitiadores, y que arreciaban el ataque, pensó que sólo les quedaba la huida, pero tenía que distraer al enemigo; al mismo tiempo, si huían con los señores que tenían presos junto con Moctezuma, éstos les estorbarían, así que decidió matarlos a todos para que el pueblo se entretuviera en la ceremonia de los funerales, mientras ellos huían. La andanada de flechas y piedras que estaban recibiendo, le dio la idea y subrepticiamente metió la mano debajo del manto de Moctezuma para clavarle un puñal por la espalda quitándole la vida al monarca; abarcó con su pétrea mirada a los presentes y sólo dijo
-Lo mató una pedrada de los suyos.
Todos asintieron, aunque vieron lo que realmente había pasado.
Bajaron rápidamente de la azotea y varios soldados se encargaron de golpear el cadáver en la cabeza y el cuerpo, mientras otros asesinaban a sangre fría a los señores aztecas que tenían presos junto con Moctezuma.
De esto sólo se enteraron Cortés, Alvarado, Sandoval, Malintzin, Aguilar y dos o tres soldados de confianza, los demás estaban alejados del monarca cuando Cortés lo asesinó por la espalda y los que no subieron con ellos, sólo se enteraron de que Moctezuma había muerto a causa de una pedrada de los aztecas.
La mayoría de los españoles que tuvieron trato con Moctezuma sintieron una gran consternación por su muerte, aunque no había mucho tiempo para pensar en ello. Cortés ordenó que vistieran al monarca con sus mejores galas y que, cuando fuera el tiempo conveniente, seis sacerdotes aztecas deberían entregarlo al pueblo para las correspondientes exequias, consciente de que esto los entretendría mientras el y sus soldados huían. Los españoles entregaron el cuerpo de Moctezuma hasta el 29 de Junio.
Como sabía que a Moctezuma se le tenía como semidiós, supuso que no se atreverían a examinar el cuerpo, así que sólo informó lacónicamente a los sacerdotes que el monarca había fallecido a causa de una piedra lanzada por su misma gente.
RITOS FUNERARIOS PARA MOCTEZUMA
Cortés acertó en cuanto a que los funerales los harían con todos los honores; puesto que ya estaba vestido con sus mejores galas, lo único que hicieron sus súbditos fue colocarlo -con grandes esfuerzos, pues ya tenía tiempo muerto- en posición sedente, con las rodillas cerca de la barba, envolviéndolo y sujetándolo con ricas telas; lo adornaron con finísimas plumas y con sus insignias reales antes de incinerarlo, y mientras el cuerpo era consumido por las llamas entonaron los cánticos acostumbrados, mientras algunos lloraban y sollozaban. El fuego crepitaba como chisporroteando, las llamas se elevaban como lenguas, y el cuerpo de Moctezuma olía a carne podrida chamuscada, puesto que ya tenía dos días de muerto.
Algunos de los guerreros presentes recordaban en voz alta.
-He aquí el Gran Tlatoani que a todo mundo infundía miedo,
que en todo el mundo causaba espanto, en todo el mundo era
venerado en exceso, todo el mundo le acataba estremecido.
-He aquí el que aniquilaba al que lo ofendiera en lo más
mínimo.
-¡Que Huitzilopochtli esté siempre contigo, Gran Señor
Moctezuma!
Después, con gran ceremonia, colocaron las cenizas junto con cuentas de jade -símbolos de vida- en una hermosa urna, para luego enterrarlo en Chapultepec, donde el monarca tenía un palacio, porque no quisieron hacerlo en el templo de Huitzilopochtli, debido a las batallas que estaban teniendo lugar en esa zona.
Esto no fue causa de que cesaran las hostilidades, aunque sí disminuyó el número de sitiadores, lo cual aprovecharon los españoles para intentar huir, pero los aztecas después de terminado el funeral regresaron con mayor fiereza a exterminar al enemigo.
El día 28 de junio de 1520
Quinientos guerreros aztecas, entre los cuales había muchos nobles y jefes militares de alto rango, llevando víveres y pertrechos de de guerra para varios días, se habían situado en un teocalli desde donde podían atacar el interior del palacio, descargando sobre los sitiados una tempestad de flechas y piedras tal, que los españoles no podían dejar los parapetos ni un momento, en tanto que los aztecas se atrincheraban en el santuario y no les podían hacer daño, por lo que Cortés ordenó a Ordaz que asaltara el teocalli e incendiaria los santuarios, cosa que no pudo hacer, pues tres veces lo intentó siendo fieramente rechazado.
Los españoles iban protegidos por los ingenios en los que cabían 20 hombres a salvo de las flechas y piedras que les lanzaban, para poder destruir casas y barricadas de las calles, llevando picos , azadones y varas de hierro, salieron a destruir casas, pero su maniobra no tuvo éxito pues el ataque de los indios fue muy violento y los españoles y sus 3 mil aliados tlaxcaltecas tuvieron que abandonar sus ingenios y regresar a la fortaleza.
Sabiendo que su único recurso era forzar la salida para comunicarse con tierra firme, Cortés envió varias veces a sus hombres a tratar de destruir los edificios circunvecinos para tener espacio suficiente para las maniobras de sus soldados, pero el fuego que prendía a las casas cercanas no se propagaba, por el espacio que dejaban los aztecas entre una y otra casa; cada vez que los españoles salían, tenían que regresar al cuartel, porque los enemigos los inmovilizaban en las estrechas callejuelas.
En sus retiradas tanto Alvarado, como Sandoval, Olid y otros capitanes se detenían si veían a algún camarada (capitán o soldado) en aprietos, para que todos llegaran a salvo de regreso al cuartel.
Los que más daño les hacían a los españoles eran los aztecas parapetados en el templo, pues desde ahí enviaban andanadas de flechas al invasor, mientras ellos estaban cubiertos por los santuarios, a salvo del fuego de los españoles.
BATALLA EN EL TEMPLO MAYOR DE TENOCHTITLAN
Sabiendo Cortés la absoluta necesidad de tomar aquel punto, decidió dirigir la siguiente salida, a pesar de tener herida la mano izquierda; se amarró un escudo a ella y acaudillo al grupo compuesto por Alvarado, Ordaz, Sandoval, Olid, Velázquez, otros capitanes, 300 soldados españoles y más de 3000 aliados tlaxcaltecas.
Un gran número de indios esperaban el ataque en el atrio del templo y los españoles se lanzaron sobre ellos, pero el piso de mármol pulido era demasiado resbaladizo para los caballos y muchos de ellos cayeron a tierra. los españoles desmontaron prontamente y enviaron los animales al cuartel; renovando el asalto lograron con gran dificultad dispersar a los indios que defendían sus posiciones con la vida, tratando de impedir al enemigo el acceso al teocalli, que no era fácil pues para llegar arriba, los españoles tanían que escalar una gran escalera de piedra que los llevaría a la primera plataforma, donde se encontraban muchos guerreros enemigos, venciendo a estos, tendrían que subir otra escalera hasta la segunda plataforma, la tercera, la cuarta y finalmente alcanzar la explanada superior, pero en cada plataforma había muchos guerreros que vencer; sin embargo, Cortés se lanzó a la carga y tras cruenta lucha cruzó el atrio e inicio el ascenso seguido por Alvarado y otros capitanes que se batían con denuedo.
Cortés dejó al pie de la escalera un cuerpo de arcabuceros y miles de tlaxcaltecas para que contuvieran al enemigo y mientras él y su grupo luchaban para alcanzar la cima. Para avanzar tenían los españoles que luchar cuerpo a cuerpo con los guerreros que defendían escaleras y plataformas, y esquivar los proyectiles que les lanzaban desde más arriba, los aztecas además de piedras y flechas habían subido grandes vigas que incendiaban y luego arrojaban a sus enemigos para detener su ascenso. Algunas tiraban a los españoles logrando dispersarlos por momentos.
En cada plataforma se llevaba a cabo una lucha cuerpo a cuerpo, que muchas veces resultaba en que ambos combatientes cayeran al vacío. Uno de los defensores del teocalli era el sacerdote de Quetzalcóatl, Acamactli, que ya había herido a Tonatiuh (Alvarado) el día de la matanza del templo; cuando los capitanes llegaron a la última plataforma, donde él se encontraba, buscó con la mirada la roja barba del salvaje Tonatiuh y se dirigió a él para tomarlo preso y ofrecerlo en sacrificio a Huitzilopochti (al ser sacerdote del dios Quetzalcóatl él no hacía sacrificios humanos, pero después de la masacre comandada por Alvarado, estaba dispuesto a mancharse las manos con su sangre, en desagravio por aquella carnicería).
Cuando se encontraron frente a frente, Acamactli llevaba un macáhuitl, pero no era muy diestro en su manejo, en cambio Alvarado (Tonatiuh para el sacerdote), era uno de los capitanes más hábiles con la espada; Acamactli lanzó un golpe con su arma, pero falló y dio un traspié a causa del impulso, Alvarado lo tuvo a su merced y alzó la espada para cortar la cabeza del enemigo, pero sus miradas se encontraron y algo detuvo la mano del español, que, sin más, asestó el golpe en otro enemigo que se acercaba a él desde el lado izquierdo, logrando herirlo y luego lanzarlo al vacío. Acamactli, con una rodilla en el suelo, tuvo dificultad para reponerse de su orgullo herido, por no haber sido podido matar al español cuando pudo hacerlo y porque éste le había perdonado la vida.
Mientras el sacerdote se levantaba, con ánimos de un nuevo intento de matarlo, Pedro ya estaba lejos luchando con uno de los nobles que defendían esa plataforma y un soldado español llegó a rematar a Acamactli, a quien dió un tremendo golpe con su espada, haciéndolo perder el sentido, pero no la vida; creyéndolo muerto, volteó a defenderse de un guerrero que lo atacó brincando el cuerpo del sacerdote.
Los guerreros y nobles aztecas defendían con denuedo su posición, pero los españoles estaban decididos a arrebatárselas y con muchas dificultades fueron subiendo escalón por escalón (eran 100) cada una de las 5 plataformas, hasta llegar a la cima. Una vez en la explanada superior ambos bandos se empeñaron en un combate a muerte; tenían espacio suficiente, pues hubieran cabido hasta 1000 combatientes, luchando a brazo partido sobre el resbaladizo piso de mármol cubierto a cada instante por más y más sangre tanto de aztecas como de españoles.
LUCHANDO POR SU RELIGIÓN
En uno de los extremos estaban dos santuarios, uno dedicado a Tláloc, el dios del agua (en el que Cortés ya había colocado una cruz) y el otro para honrar a Huitzilopochtli, el dios de la guerra, y en el cual se encontraba la piedra de los sacrificios.
Ambos bandos luchaban por su religión a la vista de sus respectivos dioses y dispuestos a dar la vida en defensa de sus creencias; no pedían ni daban cuartel.
Muchas veces los que combatían cuerpo a cuerpo cerca de la orilla, caían al vacío sin soltar su presa.
La batalla duró tres horas y aunque los señores aztecas defendieron el teocalli con valor y desesperación, el número de los atacantes era muchas veces superior, pues a los 300 españoles que subieron al principio, se les unieron cerca de mil tlaxcaltecas cuando el paso estuvo libre y la desigualdad en el número dio el triunfo a los españoles y sus aliados.
Poco a poco fueron muriendo los guerreros aztecas y sólo sobrevivieron algunos sacerdotes a quienes los españoles tomaron presos; entre ellos no se encontraba Acamactli, pues cuando terminó la batalla aún se hallaba sin sentido y lo tomaron por muerto.
Los españoles perdieron 40 soldados y casi la mitad de los talxcaltecas que subieron con ellos.
Lograda la victoria, los españoles se dirigieron a los santuarios y se encontraron con que los sacerdotes habían quitado la cruz y la imagen de la virgen del santuario de Tláloc, entonces se dirigieron al de Huitzilipochtli y con gritería salvaje arrancaron la efigie del dios para arrojarla por la escalera del teocalli, para horror de los aztecas que aún peleaban abajo.
Después prendieron fuego al santuario y las llamas arrojaron una fatal luz sobre la ciudad, el lago y el valle, para beneplácito de los invasores y horror de los aztecas y pueblos circunvecinos que veían en este hecho un desafío de los blancos no sólo al poder humano (ellos, el pueblo invadido), sino también al poder divino de los dioses.
Era tal el espanto de los aztecas por ese sacrilegio a su dios de la guerra, que los españoles pudieron bajar y llegar a su cuartel sin que los guerreros aztecas hicieran nada por impedirlo, pues quedaron aturdidos y estupefactos.
CORTÉS PREPARA LA HUIDA
Cortés, después de salvarse de una celada, decidió huir esa noche (30 de Junio) y mandó construir un puente de vigas movible, para que pudieran colocarlo en los cortes de la calzada y después de haber pasado, quitarlo entre varios hombres de la retaguardia.
Cortés consultó con sus capitanes si debían salir a la mañana siguiente o esa misma noche, aunque ya tenía decidido que saldrían de inmediato, pero quería -como siempre- que fueran sus hombres los que aparentemente decidieran qué hacer. Había votos para ambas alternativas, pero la mayoría decidió que sería por la noche.
Cortés ya lo había decidido, porque uno de sus hombres, un tal Botello, astrólogo aficionado le dijo que si no salían esa misma noche, dejando pasar una constelación favorable que estaba por cambiar, perdería la mayor parte de su ejército, ya que la siguiente constelación no era afortunada (Solís 255) y podía resultar en la muerte de todos si no salían esa misma noche (Pereyra, 117)
Y esa misma noche del 30 de junio de 1520, después conocida como “La Noche Triste” huyeron…
Para referencia histórica, continúa en:
***
Post basado en Hernán Cortés, La Noche Triste y mis Regresiones a Vidas Pasadas:
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Bibliografía
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Benítez, Fernando. La Ruta de Hernán Cortés. México, D. F.: Fondo de Cultura Económica, 1950.
Cortés, Hernán. Cartas de Relación.
De las Casas, Bartolomé. Historia de las Indias. Primera. Vol. Tomo I. Madrid: Imprenta de Miguel Ginesta, 1875.
De las Casas, Bartolomé, fray. Brevísima relación de la destrucción de las Indias. 1542.
De Alba, Ixtlixóchitl, Fernando. Historia de la Nación Chichimeca.
De Aguilar, Francisco Fray. Relación Breve de la Conquista de la Nueva España. México, D. F.:UNAM, 1980.
De Madariaga, Salvador. Hernán Cortés.
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Díaz del Castillo, Bernal. Historia Verdadera de la Conquista de la Nueva España. Valencia, Barcelona: Círculo de Lectores, 1971.
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León Portilla, Miguel. El Reverso de la Conquista. México, D. F. Editorial Joaquín Mortiz, 1978.
López Austin, Alfredo. La Constitución Real de México-Tenochtitlan. México, D. F.:UNAM.
López de Gómara, Francisco. Historia de la Conquista de México. México, D.F.: Editorial Porrúa.
Lorenzana, Francisco Antonio. Hernán Cortés Historia de Nueva España. México, D. F. SHCP, 1981.
Muñoz Camargo, Diego. Historia de Tlaxcala.
Muriá, José María. Conquista y Colonización de México. México, D. F. SEP, 1982.
Orozco y Berra, Manuel. Historia Antigua y de la Conquista de México”, México, D. F., 1880.
Pereyra, Carlos. Hernán Cortés. Ciudad de México, D. F.: Editoria Porrúa, 1976.
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[i] Tlacaélel: Gran Sacerdote, que fue el «poder detrás del trono» con varios
tlatoanis (Itzcóatl, Moctezuma Ilhuicamina, Axayácatl y Tizoc), y que hizo
de Mexhico Tenochtitlan un gran imperio.
HERNÁN CORTÉS Y LA NOCHE TRISTE O DE VICTORIA PARA LOS AZTECAS
© condiciones al final
Noche triste para Hernán Cortés
La Noche Triste es el nombre dado por los españoles a la noche del 30 de junio de 1520, cuando a las afueras de Tenochtitlan (hoy Ciudad de México) Hernán Cortés con sus huestes españolas sufrió una tremenda derrota a manos del ejército mexica.
Por supuesto para los mexicas esa noche fue de victoria, pero la historia la escriben los vencedores y al final, el 13 de agosto de 1521, , los españoles vencieron a los aztecas, tenochcas o mexicas y con ellos cayó todo Mesoamérica.
***
ENTRADA DE CORTÉS A TENOCHTITLAN
Cortés_y_Moctezuma
Todo empezó desde el 8 de noviembre de 1519, cuando Cortés y su ejército entraron en la capital del Imperio azteca, México-Tenochtitlan y El emperador Moctezuma II, rodeado de la nobleza mexica, lo recibió con honores, sin sospechar de la falsedad y astucia del visitante, Hernán Cortés fue hospedado por Moctezuma en el palacio de Axayácatl (que había sido padre de Moctezuma y Huey Tlatoani de los mexicas o aztecas), situado en el centro de la isla-ciudad.
Moctezuma y Cortés foto Tlacaelel
Pero como en aquellos aposentos Moctezuma tenía depositados los tesoros de su padre Axayácatl y Cortés los descubrió, éste pensó en la conveniencia de capturar al emperador y mantenerlo como rehén para robar impunemente el tesoro y, por supuesto, apropiarse de todo el imperio de Moctezuma.
Moctezuma
Prisión de Moctezuma
Moctezuma apresado Van Beecq
El pretexto para hacer prisionero a Moctezuma II surgió cuando un pueblo totonaca que se había aliado con los españoles se negó a pagar el tributo debido a México-Tenochtitlan alegando que no eran ya vasallos de los aztecas y pidió ayuda a la guarnición española estacionada en el puerto de Veracruz.
Ello condujo a una escaramuza entre los bandos que culminó con la muerte de siete españoles, entre ellos el capitán Juan de Escalante.
Cortés, al enterarse del suceso, reprochó a Moctezuma II su hipocresía y le tomó como prisionero. Moctezuma fue conducido al palacio de su padre Axayácatl, que Cortés había convertido en su cuartel.
Moctezuma apresado por Cortes
Los vasallos de Moctezuma, al verlo pasar prisionero, se enfurecieron y demandaron arrojar a los españoles de la ciudad.
Cortés exigió a Moctezuma que le entregara al cacique Cuauhpopoca, el noble azteca que había sido, a sus ojos, el causante de la muerte de los soldados españoles.
Moctezuma lo hizo presentar junto con sus amigos notables.
Dos días más tarde, Moctezuma recibió la segunda afrenta. Los españoles le encadenaron para poder consumar sin temor alguno el asesinato de Cuauhpopoca y su séquito, a quienes dieron muerte atándoles vivos a los postes de una hoguera, al estilo español.
La matanza del Templo Mayor
Cuando Cortés, tuvo que ausentarse de Tenochtitlan, para enfrentar a la expedición de Pánfilo de Narváez, dejó como sustituto a Pedro de Alvarado, al cargo de una compañía de 80 soldados que deberían resguardar y proteger al prisionero Moctezuma II, preciado cautivo que les aseguraba la neutralidad de los mexicas, que no los atacarían, para que no mataran a su emperador.
Alvarado, ante las continuas noticias (o quizá mentiras) aportadas por sus aliados tlaxcaltecas y totonacas sobre las intenciones agresivas de sus anfitriones, recurrió a la táctica que tantos éxitos le depararía en el futuro: atacar primero.
Parece que Tonatiuh (Alvarado) trató de descabezar la posible rebelión eliminando la clase dirigente tenochca. La orden de atacar a los señores, que estaban indefensos celebrando un festival religioso del Tóxcatl, para el cual el mismo Alvarado había dado permiso, acabó en una masacre del estrato dirigente de la ciudad, además españoles y tlaxcaltecas masacraron a decenas de mujeres y niños indefensos.
Esta Matanza del Templo Mayor, encendió la mecha de la rebelión que comenzó poco después de que Cortés regresara y tratara de calmar los ánimos.
ASESINATO DE MOCTEZUMA
Para ello exigió a Moctezuma II que se dirigiera a su pueblo para tranquilizarlo y Moctezuma II se asomó a la azotea de su palacio, instando a sus seguidores a retirarse.
Palacio de Moctezuma
La población contempló horrorizada la supuesta complicidad del emperador con los españoles, por lo que comenzaron a arrojarle piedras y flechas que lo hirieron mortalmente (eso fue lo que dijo Hernán Cortés, pero hay versiones de que fue el mismo Cortés quien mató a Moctezuma por negarse a sus exigencias, el emperador falleció poco tiempo después del ataque).
Códice de Moctezuma Muerte Foto BNAH.mentiras
Ver: http://www.arqueomex.com/S2N3nMentirasVerdades123.html
Cortés comprendió inmediatamente las funestas consecuencias que tendría lo sucedido.
Según la versión azteca, todos los nobles aztecas que se encontraban en poder de los españoles fueron ejecutados al dejar de ser útiles.
Sin embargo algunos nobles sobrevivieron, quizá los que no eran rehenes.
En verdad nada se sabe de cierto de los últimos momentos del emperador Moctezuma.
Muerto Moctezuma II, los señores y los sacerdotes eligieron a Cuitláhuac como su gobernante y caudillo de guerra. Éste desplegó gran actividad para alistar tropas y buscar alianzas (que no consiguió), y tratar de destruir a los invasores españoles. Pero murió pronto, víctima de la viruela.
ESCAPE HACIA TACUBA Y LA NOCHE TRISTE
Después de una semana de combates entre mexicas y españoles, los españoles y sus aliados indígenas estaban cercados en el palacio de Axayácatl y sus alrededores casi sin alimentos, por lo que decidieron huir al punto de la medianoche del 30 de junio de 1520.
Pero los guerreros aztecas los descubrieron. Pronto empezó a sonar el tambor y los españoles se vieron rodeados por embravecidos guerreros.
Museo_de_América_Conquest_of_Mexico_04
En minutos la laguna que rodeaba México-Tenochtitlan hirvió de canoas repletas de nativos armados de lanzas y flechas, en tanto desde las azoteas los guerreros atacaban la retaguardia, otros nativos cortaron los puentes a tierra firme.
La Noche Triste huida de espanoles
Algunos soldados que prefirieron deshacerse de las joyas y oro que cargaban lograron salvarse, en tanto que muchos de los que iban lastrados por armadura de acero, barras de oro y joyas robadas, murieron ricos (hay una leyenda acerca del salto de Alvarado durante esta huida, que publicaré en otro post).
Noche Trista huida Cortes y huestes
Hombres y caballos se ahogaron en las acequias y pozas, se perdió la artillería, de más de mil tlaxcaltecas aliados sobrevivieron apenas un centenar y la mitad de la tropa española quedó muerta y heridos casi todos los demás. Se dice que el 90% del producto del saqueo del tesoro de Moctezuma se perdió en el fondo del lago.
Batalla de La Noche Triste
“El Árbol de la Noche Triste”
Cuando el ejército español se vio forzado a huir de Tenochtitlan, sufriendo la baja de más de la mitad de sus elementos y la pérdida de la mayor parte del tesoro que habían saqueado en su invasión a Tenochtitlan, en su huida hacia Tlacopan, después de haber sufrido una cruel derrota a manos de los mexicas, Cortés, herido y hundido en soledad, lloró amargamente su derrota bajo el follaje de un ahuehuete, (nombrado desde entonces “El Árbol de la Noche Triste” por los españoles).
- Arbol de la Noche Triste
Casi quinientos años después, los restos de este árbol aun siguen en pie, dando vida a una de las imágenes icónicas del periodo de la conquista, quedando totalmente ligado a la figura de Hernán Cortés.
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2 de 2 12 DE OCTUBRE A 520 AÑOS DEL “DESCUBRIMIENTO” DE AMÉRICA ¿CELEBRACIÓN?
© ver condiciones al final
LAS NUEVAS ENFERMEDADES TRAÍDAS POR LOS ESPAÑOLES DURANTE LA CONQUISTA 2/2.
DISMINUCIÓN DE LA POBLACIÓN INDÍGENA EN TENOCHTITLAN Y MESOAMÉRICA
Algunos historiadores calculan que antes de la Conquista había en Mesoamérica 25 millones de habitantes; para 1532, 16 millones; en 1568 poco mas de 2 millones y medio, y para 1605 había escasamente 1 millón.
Aunque para el Siglo XVII la mortandad de indios disminuyó, las epidemias continuaron asolando a la Nueva España, siendo las más importantes las de 1737, 1759-60, 1779-80 y 1784-86.
En los primeros tiempos de la Conquista, la mortandad de indios no afectaba la economía de los españoles, pero ya en el Siglo XVIII sí, pues -principalmente para las minas– necesitaban su mano de obra.
Entre los trabajos forzados, el hambre y las enfermedades, los indígenas veían disminuir su número a pasos agigantados, pues la conquista puso fin a la inmunidad existente en el continente, que había permitido una gran densidad de población; a la llegada de los españoles América fue presa de las enfermedades europeas, y recibió la sucesión de enfermedades que en Europa – durante el Siglo XIV– había reducido la población en un tercio. En América proliferaron enfermedades como la difteria, parotiditis, varicela, etc. La trilogía viruela, sarampión, varicela estaba en todo el Nuevo Mundo después de la llegada de los españoles.
ENFERMEDADES TROPICALES
Además de estos padecimientos, los conquistadores también trajeron enfermedades tropicales de Asia y África, que florecieron con gran violencia en las costas de América, en donde fueron mas mortíferas que las llegadas de Europa en el altiplano, pues si bien aquí los indígenas fueron diezmados por plagas europeas, los de las costas veracruzanas y del Caribe, prácticamente desaparecieron a causa de las enfermedades tropicales.
La densidad de la población en tierra caliente era muy elevada; pero la conquista con su destrucción, y la Colonia con su brutal explotación, además de las enfermedades contagiosas, fueron más que suficientes para exterminar la población.
Zonas que a la llegada de los españoles habían sido un edén y estaban densamente pobladas, quedaron casi deshabitadas unos cuantos años después de la conquista, convirtiéndose en infiernos donde señoreaban las enfermedades más mortíferas. Aunque a finales del Siglo XVII los indígenas adquirieron la inmunidad orgánica necesaria para defenderse de las epidemias, el daño fue irreversible.
Las epidemias constituyeron un fenómeno tanto social como biológico, y fueron consecuencia, tanto de la desorganización de los sistemas productivos españoles, como de la agudización de la explotación.
HUBO VARIAS EPIDEMIAS:
Viruela, 1520 a 1526
La viruela (una de las diez plagas que asolaron a los aztecas) llegó en 1520 a Tenochtitlan desde Cuba, debido a un negro enfermo que viajaba en la flota de Pánfilo de Narváez que iba a apresar a Cortés, pero se unió a él.
La introducción de este virus en el territorio azteca cambió la historia de la conquista y ayudó a la derrota de Tenochtitlan, pues sucedió cuando los aztecas habían expulsado a los españoles de Tenochtitlán en la llamada “noche triste” por éstos.
La epidemia duró unos dos meses, coincidiendo con la huida de Cortés de Tenochtitlan hacia Tlaxcala, dándole tiempo para reponerse entre sus aliados Tlaxcaltecas, mientras en Tenochtitlan enfermaban y morían decenas de miles de aztecas, entre ellos Cuitláhuac, hermano de Moctezuma, que le había sucedido en el trono del imperio Azteca.
La Viruela ya era muy conocida en Europa, así que los españoles la identificaron rápidamente, mientras los indígenas que la desconocían le pusieron el nombre de hueyzahuatl (gran lepra).
La desesperación cundió entre los aztecas, que moribundos e inermes fueron fácil presa de los conquistadores. Sus dioses se habían ido, y los ayunos, ofrendas, sacrificios y abstinencias fracasaban.
Estas enfermedades no respondían a sus medicinas, ni sus médicos, curanderos y chamanes podían hacer nada para detenerlas, así que acabaron instalándose en sus tierras y en su gente, como regalo del Dios extraño de los españoles, ya que por donde quiera que estos pasaban traían males desconocidos.
La primera epidemia de sarampión en el Nuevo Mundo.
Los aztecas aún no se reponían de la epidemia de viruela del período 1520-1526, cuando entre 1530-1531 llegó una nueva enfermedad: el sarampión, que se expandió desde la Nueva España hasta el Perú. Igual que las otras, esta enfermedad fue traída al continente por los españoles quienes la habían adquirido en las islas del Caribe, donde las dos terceras partes de los indígenas que aún quedaban en Cuba, murieron por sarampión en 1529.
En la Nueva España el sarampión hizo estragos principalmente entre los niños, aunque la mortalidad no fue comparable a la de la viruela.
Los indígenas lo denominaron tepitonzahuatl (pequeña lepra) La epidemia llego también a Guatemala, Nicaragua y Panamá, donde a los indios no sólo los mataba sino que a los sobrevivientes los dejaba muy exhaustos y no podían trabajar para los conquistadores (que era lo único que les interesaba).
El sarampión pasó hacia la región Andina posiblemente desde Panamá hasta la región de los Chibchas en Colombia, continuando hacia el sur a las comunidades Incas.
El sarampión, por la facilidad de su transmisión, quedó en el Nuevo Mundo como un azote permanente para la población, en especial para los niños.
Epidemia de 1545/1549
La población indígena sobreviviente de la conquista y a las anteriores epidemias fue reducida a una tercera parte o menos y ya no hubo suficiente mano de obra (esclavos) indígena para ser explotada por los españoles.
Epidemia en 1576/1581.
Después de la devastación, en que encontraron la muerte más de la cuarta parte de indígenas, los sobrevivientes tuvieron que trabajar aún más debido a los repartimientos (demanda de trabajo gratuito en beneficio de los españoles), pues los jueces repartidores aumentaron los porcentajes para este trabajo indígena.
También debido a la mortandad de los indios por esta plaga, los españoles tuvieron acceso a las tierras que habían pertenecido a los indígenas muertos por la epidemia.
Epidemia de 1736.
La población de la Ciudad de México (antigua Tenochtitlan) bajó de 22,000 a 4,000, según un censo de la época. En este caso, la plaga afectó también a los blancos y mestizos, pero en mucho menor medida.
Según datos de censos confiables[i], la población del Valle de México en tiempos de la conquista era de 1,500,00 habitantes, que se redujo a 325,000 en 1570.
Es interesante el hecho de que a las reformas de las leyes de 1549 (tendientes a regular el trabajo forzado de los indios), siguió un receso de las epidemias en ese siglo.
CÓDICE DE LA CRUZ-BADIANO
En contraste, y en total oposición con lo anterior, para los conquistadores la gran cantidad de plantas medicinales que se usaban en América, significó su independencia de los medicamentos de la metrópoli.
Muchos de estos conocimientos se perdieron, pues no todas las civilizaciones prehispánicas conocían la escritura; sin embargo, durante la Colonia se produjeron diversos herbarios ilustrados,el más famoso de los cuales es el CÓDICE DE LA CRUZ-BADIANO.
Este Codex describe las enfermedades de la cabeza a los pies, con nombres y dibujos a colores de las plantas usadas por los médicos aztecas para su tratamiento.
El Códice de la Cruz Badiano fue escrito en náhuatl por el indio mexicano Martín de la Cruz y traducido al latín por otro indio, Juan Badiano.
El Dr. en antropología Angel María Garibay (18 de junio de 1892 – Ciudad de México, 19 de octubre de 1967), tradujo el antiguo documento sobre herbolaria del latín al español, conocido por su nombre latino como Libellus de medicinalibus indorum herbus.
Este manuscrito fue hecho por encargo del el virrey de Nueva España Antonio de Mendoza, quien murió meses después, habiendo sido nombrado virrey de Perú; posteriormente su hijo Francisco de Mendoza
(quien había tomado el mando de Nueva España al enfermar su padre) fue al Colegio de la Santa Cruz de Tlatelolco para solicitar su elaboración en menos de dos meses para ser enviado a España en 1552, como regalo al rey Carlos I de España (Carlos V de Alemania); el monarca lo envió a la biblioteca del Escorial; después pasó a poder de un cardenal y finalmente a la biblioteca del Vaticano. En 1990 el manuscrito, que aún se encontraba en el Vaticano, fue devuelto al pueblo mexicano por el Papa Juan Pablo II, el Códice hoy se encuentra de nuevo en México, en el Fondo Reservado de la Biblioteca Nacional de Antropología e Historia, BNAH).
OTROS CÓDICES DE HERBOLARIA
Otros Códices americanos sobre plantas medicinales y otros medicamentos, son el VILLODAS y el CHILÁM BALÁM; posteriormente José Acosta publicó HISTORIA NATURAL Y MORAL DE LAS INDIAS y, con Nicolás Monardes, que publicó en 1565 un tratado sobre drogas americanas, se convirtió en introductor de las plantas medicinales aztecas e incas en Europa.
Otras fuentes primarias en torno a las propiedades medicinales de las plantas mesoamericanas anteriores a la Conquista son:
- El Libro XI de Historia General de las cosas de Nueva España de fray Bernardino de Sahagún
- La Historia natural de Nueva España, colosal obra publicada en 1628 por el médico toledano Francisco Hernández
Así como otros dos sin título.
- Uno escrito en maya y
- Otro elaborado por fray Francisco Jiménez, que hoy permiten conocer los remedios naturales con una mirada nativa.
- En 1648 Willem Piso publicó otra sobre la medicina del Brasil.
JARDINES BOTÁNICOS DE MOCTEZUMA
En el imperio azteca había jardines botánicos que superaban a los de Padua y Pisa; Estos jardines se sustentaban en un conocimiento botánico influenciado por creencias religiosas.
Beltrán comenta que los antiguos mexicanos poseían una visión mística y no podían tener una verdadera visión científica del universo y sus fenómenos, pero que esa visión mística también estaba presente en la mentalidad europea de los siglos XV y XVI y los españoles la trajeron al Nuevo Mundo.
León Portilla dice Acerca de esta cosmovisión:
“Se tenía conciencia de que además del saber estrictamente religioso, había otra clase de saber, fruto de observaciones, cálculos y reflexiones puramente racionales, que aún cuando podían relacionarse con los ritos y prácticas religiosas, eran en sí de un género distinto” (Es decir relacionado con la ciencia).
Con respecto al arreglo de los elementos florísticos en los jardines botánicos, se dispone de descripciones imprecisas y en ocasiones redundantes.
En cuanto a su función Solís menciona:
“repártanse francamente de los jardines del rey todas las yerbas que recetaban los médicos o pedían los dolientes, y solían preguntarse si aprovechaban, hallando vanidad en sus medicinas ó persuadido á que cumplía con la obligación de gobierno cuidando así de la salud de sus vasallos”.
Del Paso y Troncoso dice que el principal objetivo por el cual se establecieron los jardines botánicos del imperio de Moctezuma, fue el de crear centros experimentales de plantas regionales o de otras localidades para conocer o confirmar sus propiedades, además, de “la ostentación y la riqueza de los reyes”.
Maldonado Koerdell dice: “era un centro ceremonial, una necesidad social de sus moradores”.
Lo que sí es claro es que en estos lugares las plantas medicinales tenían más valor que las ornamentales o alimenticias:
Cervantes de Salazar asienta: “No consentía Moctezuma que en estos vergeles hubiera hortalizas ni fruta diciendo que no era de Reyes tener granjerías ni provechos en lugares de sus deleites; que las huertas eran para esclavos o mercaderes, aunque con todo esto tenían huertos con frutales, pero lejos y donde pocas veces iba”.
Los jardines botánicos prehispánicos servían como centros de experimentación, conservación y observación, basados en una selección de ejemplares con los que se elaboró una clasificación fundada en el uso y las propiedades curativas de las plantas, es decir, con una visión científica
Desde el Siglo XVI la combinación de plantas del viejo y del nuevo mundo sirvió para que las nacientes corporaciones de boticarios europeos compusieran sus CODEX, enriqueciéndolos ampliamente (y enriqueciendo a los boticarios -ahora laboratorios farmacéuticos también).
MÉDICOS AZTECAS
Los médicos aztecas eran lo suficientemente capacitados como para que Hernán Cortés le escribiera a Carlos V diciendo que no le hacían falta médicos europeos.
De hecho, cuando los aztecas hirieron a Hernán Cortés en la cabeza y se fue a refugiar a Tlaxcala, con sus aliados, el cacique envió por los mejores médicos indígenas (que ahora llamarían curanderos) para que curaran a Cortés, cosa que lograron rápidamente.
SISTEMAS CURATIVOS INDÍGENAS ANTERIORES A LA CONQUISTA
Antes de la conquista, los indígenas poseían sus propios sistemas curativos (limitados a su entorno, pero sumamente eficaces, pues disponían de una gran variedad de plantas medicinales y los conocimientos necesarios para aplicarlas), pero desconocían las enfermedades europeas, que llegaron cuando su cultura en general ya estaba dislocada y sometida.
Dice el Chilam Balam de Chumayel:
“(…) Entonces todo era bueno
y entonces (los dioses) fueron abatidos
Había en ellos sabiduría.
No había entonces pecado…
No había entonces enfermedad,
no había dolor de huesos,
no había fiebre para ellos,
no había viruelas…
Esas patologías les eran desconocidas y escapaban a su control, haciéndolos dependientes de la medicina de sus dominadores, quienes desde entonces han controlado el proceso, monopolizando las investigaciones y los tratamientos desde las metrópolis (ahora enormes laboratorios farmacéuticos), con miras a la expansión colonial, incluso usando explícitamente la enfermedad como medio de sometimiento o exterminio de las poblaciones indígenas (ahora guerra bacteriológica), como dejaron asentado en algunos documentos coloniales.
ENFERMEDADES DESCONOCIDAS EN AMÉRICA
Si bien los análisis osteopatológicos realizados a la fecha en huesos de indígenas prehispánicos indican la presencia de anemia y enfermedades causadas por la desnutrición, y enfermedades infecciosas debidas a la falta de condiciones sanitarias adecuadas, también muestran que después de la llegada de los españoles hubo una serie de enfermedades antes no registradas, como viruela, sarampión, tosferina, enfermedades biliosas,treponematosis, la enfermedad que ellos llamaban matlazáhuatl (fiebre amarilla) y muchas otras, para las cuales la población indígena no tenia inmunidad y que hicieron enormes estragos entre ellos (lo cual ya sabemos por los relatos de españoles e indígenas de aquellos tiempos).
LA SALUD EN LAS COMUNIDADES INDÍGENAS PRE-CONQUISTA Y ACTUALES
Desde la Independencia de México – y hasta ahora – la condición de los indios (en cuanto a enfermedades) ha mejorado, pero la carencia de salud que priva hoy día en las comunidades indígenas, es aún el producto de aquel proceso de destrucción sociocultural y ecológica y no de una falta de conocimiento o de incapacidad histórica en lo que a salud se refiere, pues dichas comunidades en su proceso de adaptación al ambiente, desde mucho tiempo antes de la Conquista, generaron sistemas de conocimientos para prevenir las enfermedades -principalmente- tratándolas con éxito (cuando se presentaban) como un hecho social y no individual, ya que ellos manejaban la medicina holística y no como lo hace ahora la medicina occidental, pues los médicos indígenas las trataban de manera holística, tomando en consideración no sólo al enfermo, sino a su entorno.
El proceso de coloniaje y dominación impidió que los indígenas tuvieran un mayor desarrollo de conocimientos, tanto racionales (occidentales) como empíricos (que siempre tuvieron).
Todavía en este Siglo XXI, algunos programas oficiales de salud destinados a los indígenas, desconocen su riquísimo acervo de conocimientos y sus practicas curativas y, por lo tanto, tienen una actitud paternalista, pretendiendo guiarlos, diseñando planes que ignoran las situaciones especificas de cada grupo, y partiendo del supuesto de que los indígenas son ignorantes e irracionales.
Sin embargo, debe tomarse en cuenta que, si bien sus vías no son científicas (en tanto que lógicas y racionales a la manera occidental -y por lo tanto no son totalmente comprendidas por nosotros), sí poseen un saber curativo heredado de sus antepasados, ahora englobadas en las llamadas “medicinas alternativas” que deberían volver a aplicarse no sólo en los indígenas, sino en la población en general.
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Bibliografía
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Imágenes tomadas de internet, Pinterest o de los enlaces relacionados. Creo que no es necesario advertir que algunas fotos, son imágenes actuales, sólo para dar una idea de cómo fueron en aquellos tiempos y lugares.
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ENLACES RELACIONADOS
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http://www.taringa.net/posts/ciencia-educacion/14079265/genocidio-aborigen.html
http://www.historiacultural.com/2010/01/la-noche-triste-huida-tenochtitlan.html
http://es.scribd.com/doc/13279372/Imperio-Azteca
http://legionarios.webhispana.net/31%20Especiales/Mexico%20Crono.htm
http://es.wikipedia.org/wiki/Batalla_de_Centla
http://www.buscate.com.mx/educativo/biografias/aguilar-jeronimo-de.htm
http://www.eluniversal.com.mx/notas/604968.html
http://www.aache.com/alcarrians/mendoza_antonio.htm
http://www.sev.gob.mx/servicios/publicaciones/serie_hcyt/jardines_botanicos.pdf
http://www.resumendehistoria.com/2011_01_01_archive.html
http://churrasconmerinas.blogspot.mx/2012/09/estados-desaparecidos-imperio-azteca.html
http://desterrandoraices.blogspot.mx/2012_05_01_archive.html
[i] Gibson, 1980
DIOSES AZTECAS ¿O EXTRATERRESTRES?
¿Dioses o extraterrestres?
© condiciones al final
Ometecuhtli y Omecihuatl Dioses Aztecas de la Dualidad
Ometecuhtli (El Señor uno ) y Omecihuatl (La Señora Dos)
Eran los dioses que formaban la dualidad creadora en la religión mexica. Miguel León-Portilla traduce a Ometéotl/Omecihuatl como Señor/Señora de la dualidad, implicando un solo dios de carácter dual.
Ometecuhtli, representa la esencia masculina de la creación. Es esposo de Omecihuatl y padre de
- Tezcatlipoca rojo (Xipe Tótec),
- Tezcatlipoca negro (Tezcatlipoca),
- Tezcatlipoca blanco (Quetzalcóatl), y
- Tezcatlipoca azul (Huitzilopochtli). También llamado Tonacatecuhtli «Señor de nuestra carne».
Omecihuatl (Mujer dos, Señora de la Dualidad), diosa que representa la esencia femenina de la creación en la religión mexica. Esposa de Ometecuhtli. También se le conoce como tonacacihuatl, Señora de nuestra carne.
Ometeótl es también llamado «in Tonan, in Totah, Huehueteotl«, «Madre nuestra, Padre nuestro, Viejo Dios». Reside en el Omeyocan, como dualidad y unidad masculino-femenina, «el Sitio de la Dualidad
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TECUIPCHO, HIJA DE MOCTEZUMA XOCOYOTZIN, NOVELA
Una interesante novela sobre uno de los personajes importantes, aunque casi olvidados de la historia de la conquista de México.
12 DE OCTUBRE A 520 AÑOS DEL “DESCUBRIMIENTO” DE AMÉRICA ¿CELEBRACIÓN? 1/2
12 de octubre, Día de la Raza, no es motivo de celebración para los nativos y mestizos de América, pues se impuso como celebración de la raza «blanca» durante la Colonia; era celebración de los penínsulares que se hacían ricos explotando, robando y esclavizando a los nativos antiguos dueños de estas tierras.
© condiciones al final
LAS NUEVAS ENFERMEDADES TRAÍDAS POR LOS ESPAÑOLES DURANTE LA CONQUISTA 1/2.
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¿EN AMÉRICA TENEMOS ALGO QUE CELEBRAR EL 12 DE OCTUBRE, “DÍA DE LA RAZA”?
El 12 de octubre se celebra en América el «Día de la Raza», conmemorando que Cristóbal Colón «descubrió América» el 12 de octubre de 1492. pero para empezar, Cristóbal Colón NO descubrió América, pero eso es materia de otro post.
Para continuar creo que muchos nativos de Latinoamérica (como llaman en Europa, Estados Unidos, Asia, África y Australia) a nuestros países desde la frontera de México con Estados Unidos hasta la Patagonia (con algunas excepciones que aún pertenecen a algún paíscolonialista de Europa) nos preguntamos si de verdad aquí tenemos algo que celebrar el 12 de octubre, “Día de la Raza”impuesto por los europeos que “descubrieron” este hermoso continente.
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